El viernes pasado, el Consejo General del Instituto Estatal Electoral sesionó para dar por iniciado el proceso electoral local 2015-2016 por el que los ciudadanos residentes en el estado, y por primera vez los ciudadanos aguascalentenses residentes en el extranjero, renovaremos a los poderes Ejecutivo y Legislativo y a los once ayuntamientos.
Es importante recalcar que, más allá de una sesión extraordinaria, es la ceremonia simbólica por la cual inician formalmente las actividades que involucran a la autoridad electoral, partidos políticos, asociaciones políticas y ciudadanía en general, para que el primer domingo de junio del próximo año podamos acudir a las urnas a expresar nuestra opinión.
La generalidad relaciona el proceso electoral con las campañas que realizan los partidos políticos, y el día de las elecciones. Pasan desapercibidos, para la mayoría, todos los actos que confluyen en la votación. Pero es importante tomar en cuenta que, para que la ciudadanía pueda acudir a la casilla ese domingo temprano, los preparativos tuvieron que comenzar casi ocho meses atrás.
La misma idea ocurre cuando a través de los medios de comunicación se difunden resultados preliminares. Pareciera que el proceso ha concluido para entonces, pero no es así. Sin embargo las actividades posteriores a la jornada electoral no tienen la misma trascendencia mediática.
El proceso electoral, según la ley, es el conjunto de actos apegados a la norma, realizados por las autoridades electorales, partidos políticos, asociaciones políticas, candidatos independientes y los ciudadanos que tiene por objeto la renovación periódica del Congreso del estado, gobernador y ayuntamientos.
Debe iniciarse a más tardar la primer semana del mes de octubre del año previo al de la elección, entendiendo por semana la que inicia en domingo y termina en sábado, y va a concluir con el dictamen y declaración de validez de la elección de gobernador del estado, diputados y ayuntamientos. En todo caso, la conclusión, señala el propio código, será una vez que los órganos jurisdiccionales en materia electoral hayan resuelto el último de los medios de impugnación que se hubieren interpuesto o cuando se tenga constancia de que no se presentó ninguno.
Si pudiéramos visualizar una línea de tiempo del proceso electoral, tendríamos tres etapas claramente diferenciadas: una etapa que abarca desde octubre del año previo al de la elección hasta las siete horas con cincuenta y nueve minutos del primer domingo de junio, es decir, justo antes de que las casillas electorales comiencen a instalarse.
Esta etapa es conocida como la preparación de la elección y en ella se dan todos los actos tendientes a provocar que la ciudadanía ejerza su derecho a ser escuchado a través de su opinión depositada en las urnas electorales.
Al ser la etapa más larga en tiempo, es en la que más actividades se realizan por todos aquellos que nos vemos inmersos en el desarrollo del proceso. Para la autoridad es el momento de realizar estudios precisos de dónde va a ubicar las casillas electorales, determinar la manera más didáctica de requisitar la documentación electoral, proporcionar la información disponible para que los ciudadanos ejerzan su función y preparar a quienes ejercerán una función en la jornada.
En los partidos políticos se habrá de seleccionar a quienes sean los mejores perfiles para la obtención del voto ciudadano, quienes a su vez difundirán sus propuestas a la ciudadanía a través de los canales idóneos para que la información permee hacia los destinatarios.
Además de lo anterior, la participación de los ciudadanos debe ser fundamental en esta etapa. En los primeros meses del próximo año serán sorteados aquellos quienes fungirán en cada una de las casillas electorales que se instalen. Es necesario que los ciudadanos comprendan a cabalidad la importancia que reviste el recibir y contar los votos de sus vecinos y así brindar la certeza de que ninguna fuerza externa tiene injerencia en el debido respeto de la voluntad ciudadana.
Además no es la única manera de que la ciudadanía incide de manera directa en los preparativos de tan trascendental evento. La propia ley permite que cualquier ciudadano interesado en el desarrollo del proceso pueda solicitar su acreditación ante la autoridad electoral como observador de las actividades, que no se limitan al día de la jornada, sino durante el proceso completo.
En la idea de la línea de tiempo, seguirían la jornada electoral, el primer domingo de junio, y la etapa final que comienza al concluir la votación y que define los resultados de la misma. En próximas intervenciones ahondaremos sobre estas etapas y las actividades en cada una de ellas.
En síntesis, es importante dimensionar que el proceso electoral se compone de etapas definidas, y que en cada una de ellas las acciones que realiza la autoridad electoral, partidos políticos, ciudadanos y demás actores son las que permitirán dotar de certeza, legalidad, imparcialidad, independencia, máxima publicidad, definitividad y objetividad a ese voto universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible.
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