Para Lety Acuña
Me enteré de tu accidente mientras estaba en San Luis Potosí, desayunaba en un restaurante típico huasteco; para cualquiera, esta referencia sería banal, tomando en cuenta el contexto, tú entenderás claramente el porqué lo menciono, nuestras platicas siempre incluían un apartado para dialogar sobre lo que habíamos comido en cualquier parte a la que hubiésemos viajado, sobre todo tú, que estoy seguro le has dado la vuelta al mundo varias veces; el asunto medular fue que frente al sinsabor de la información no pude sino dejar para después las enchiladas y la cecina.
¿Qué podía hacer? El resto de la mañana estuve meditabundo, con la desesperación de falta de información, de no tener qué hacer, de no encontrar una forma de ayúdarte, y sólo supe encontrar salida en aquello a lo que abrevamos todos tarde a temprano: orar. Orar por ti y tus hermanas deseando con todo el corazón que todo saliera bien.
Te conocí cuando yo trabajaba en el Congreso del Estado, entonces sólo te veía como esa enorme reportera a quien todos respetaban y la que, hay que decirlo con todas sus letras, nadie se atrevía siquiera a insinuar el famoso chayo, vaya ni siquiera regalos aceptaban en tu oficina o en tu casa. Meticulosa, trabajadora, sagaz, características tan escasas en la prensa te hicieron forjarte una carrera profesional y sobre todo muchos alumnos a los que enseñaste en el transcurso de su paso por El Heraldo, tu casa editorial.
Fuera de esa relación que entablamos a nivel profesional, nació, gracias a una clase de italiano que coincidentemente tomamos juntos, una amistad que se fue fortaleciendo entre charlas de vino tinto y tus tantísimas anécdotas de los viajes que has hecho. De todas las que recuerdo, la que más me llama la atención fue cuando fuiste al Polo Sur y pudiste tomar whisky con hielo milenario, que emoción y que ganas de ir allá, aunque por lo que se sufre en el barco que atraviesa desde tierras continentales no sé si me animaría. Dicen que en el ámbito profesional eras una jefa estricta, dura, me hubiera gustado conocerte en esa faceta (porque uno aprende mucho de la disciplina) pero tengo que confesar que conmigo siempre has sido una enorme amiga.
He visto todas las muestras de solidaridad que el gremio te ha mostrado, desde el más serio editorialista, pasando por los pasquines de internet, los calumnistas (como les gusta llamarlos a la Purísima Grilla) hasta el más humilde reportero o fotógrafo. Mi compañera de La Jornada Aguascalientes, Socorro Moreno, no puede describirte mejor “Leticia Acuña es una señora ¡señorona! de personalidad impactante. Siempre impecable y naturalmente elegante. La inteligencia se le percibe en el rostro y la actitud de excelencia también”; Mario Granados acentuó perfectamente lo que eres: “una gladiadora de mucho carácter” (a quien por cierto plagio la frase como título de esta columna).
Coincidimos en el gusto por la ópera, la cual yo veía a través de DVD’S y tú en vivo, en los teatros más emblemáticos del género; de igual forma platicamos mucho sobre cine, recuerdo que la última vez que tocamos el tema de una película fue cuando me escribías desde París y comentábamos precisamente lo buena que era la película de Woody Allen, Midnight in Paris (2011).
Hoy que estoy escribiendo esto, saqué un par de pequeños objetos que me regalaste y que me recuerdan los agradables momentos que hemos pasado juntos, en especial atesoro un separador de libros con un billete de Hồ Chi Minh que tú misma hiciste; pienso que aún hay muchas cosas que platicar, que aún tienes muchos países que recorrer. Ya me lo habías dicho, pero creo lo olvidé ¿Cuáles naciones te faltan para terminar de conocer este planeta? Un tema más que ahondaremos, estoy seguro, en próximas charlas.
¿Por qué narrar todo esto? No sé, tal vez sólo sea una forma de decirte que deseo fervientemente que te mejores, que estoy seguro que volveremos a vernos y a beber otra botella de vino tinto. De hecho ya la he comprado, fiel a la costumbre, busqué algo que se hiciera en nuestro estado, para que la maridemos ya sea con carnes frías o con una deliciosa pizza. Lety, con todo mi cariño, te mando un saludo, pronto veremos de vuelta a la gran guerrera, somos muchos los que te esperamos.