Un ex es para siempre - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Por Omar Williams López Ovalle

 

En memoria de Jesús Enrique Ramírez Ramírez

 

Hay algunos que dicen que los seres humanos estamos gobernados por dos principios maestros: el placer y el dolor. Quienes afirman esto sostienen que lo que es correcto hacer es encontrar la maximiza la felicidad sobre el sufrimiento. Con esta visión están pensadas las nuevas reglas del divorcio, esto es, tratan de evitar de agrandar los problemas, de resolverlos con el menor costo emocional, de reducir los efectos derivados de los conflictos de las parejas, que ya han envenenado el agua del pozo en su casa y que le impide tener una relación sana.

Comenzar a trabajar con estas nuevas reglas no es una tarea sencilla, todavía están en el aire ideas como: divorcio amenaza, manipulación de los hijos, cónyuge culpable, etc., la tentación por los viejos procedimientos está latente dentro del pensamiento colectivo, y  aun dentro de los abogados, académicos, jueces. El cambio de mentalidad tardará dentro de la sociedad y de sus operarios jurídicos. Y es que cuando se dan los conflictos matrimoniales muchas veces surge lo peor de los seres humanos, una especie de veneno emocional, como recordando aquel dicho que nos señala que “a la miseria le gusta estar acompañada”.

Sin embargo, la suerte está echada, hoy los roles tradicionales de la mujer y el hombre han cambiado dentro de los hogares -las mujeres tenían el cuidado del hogar y la directriz de los hijos, y el hombre era el proveedor-; los que saben de estas cosas nos dicen que esto inició a partir de las revoluciones industriales, donde la mujer se vio obligada a incorporarse al mercado laboral, donde los roles del hombre se fueron debilitando, a lo que hay que agregar nuevos sistemas de valores a partir de la construcción de sociedades democráticas, donde la dignidad del ser humano juega un papel de primer orden. Ya Nietzsche nos apuntaba: “todo hombre debería ser un dios para sí mismo”, aunque él mismo también manifestó que dentro de los desafíos de la condición humana era la compasión, por estar el hombre “lleno de debilidades humanas”.

Así, con la idea de evitar relatos de ruido y furia, de que no exista la necesidad de que afloren las razones que les han llevado a optar por tal medida, y por ello de aportar prueba alguna, van encaminadas las nuevas leyes del divorcio. A nadie le sorprende ya que el matrimonio es un castillo de naipes que al primer soplido se derrumba, una especie de figura de ornato, las estadísticas lo evidencian hasta la saciedad.

Este cambio radical tiene además como base un derecho humano, llamado derecho al libre desarrollo de la personalidad, un derecho que, si me permiten la expresión, un tanto novedoso, poco explorado, del cual todavía no está definido su alcance y contenido; no existe perspectiva histórica, no tiene una tradición jurídica y su formulación en los países es muy poca, sin más límites que la afectación de terceros; no hay datos útiles para entender su contenido.


Han sido los tribunales de los países quienes poco a poco le han ido dando eficacia a este derecho, definiendo su alcance, su contenido, sus titulares, sus obligados, su manto de protección.

Este derecho es conocido como libertad de noche o libertad residual -lo que queda al excluir de la libertad general, como son: libertad de culto, religiosa, de tránsito, etc.-; y a través de ella se reconoce la autonomía o autodeterminación que se le debe de reconocer a todo ser humano. En una primera etapa se relacionó este derecho con los tratamientos médicos, aunque ahora ya se habla de autonomía en materia de procedimientos e intervenciones médicas. En México, la Suprema Corte ha dicho que este derecho encuentra su espacio dentro del derecho a la dignidad humana, y que a través de él las personas pueden elegir en forma libre y autónoma su proyecto de vida y que el Estado no puede ejercer coacción ni controles injustificados, y por este derecho los individuos tienen libertad de contraer matrimonio o no hacerlo; de procrear hijos y cuántos, o bien, decidir no tenerlos; de escoger su apariencia personal; su profesión o actividad laboral, así como la libre opción sexual y separarse del matrimonio cuando así lo decida.

Otro uso que se le ha dado a este derecho es con relación a la longitud y corte de cabello en las escuelas, muchos recordarán cuando uno estaba en secundaria, que el prefecto te regresaba a casa por traer el cabello largo, de haber existido este derecho se hubieran evitado muchos dolores de cabeza, y si algún lector está en secundaria, ¡mucho ojo¡ con este derecho pueden evitar que los directivos de las escuelas los regañen por traer el pelo largo. Señores profesores, si investigan este derecho evitarían muchos dolores de cabeza en su trabajo.

Hoy día este derecho ha servido en torno a la opción sexual, el derecho a la propia imagen -a decidir cómo nos proyectamos frente al mundo exterior- y frente a decisiones propias del sujeto que se entienden no pueden ser impuestas, por terceros o por el Estado.

En este sentido, el derecho al libre desarrollo de la personalidad surge a partir de casos específicos o escenarios concretos, sometidos por ciudadanos en los diferentes tribunales de los países. Este derecho es, pues, la cantera de donde surgen las nuevas reglas del divorcio,  y es que como lo ha señalado Bertrand Russell: “el amor es sabio, el odio es tonto”.

La muerte es como el ladrón, llega sin avisar, la terrible noticia de la muerte de un gran amigo cala en lo más profundo de los seres humanos, sin embargo, los momentos de bonhomía que nos regaló en vida hacen recordar y honrar en esta ocasión a mi gran amigo Jesús Enrique Ramírez Ramírez. Dios lo bendiga.

 

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