Porque tenemos malos gobiernos / Norma González - LJA Aguascalientes
24/04/2025

Como parte de los contenidos que estamos compartiendo en el diplomado de Gobierno, Gestión y Políticas Públicas del CIDE, quisiera transmitir la reflexión que se está dando en la academia, particularmente entre los investigadores del CIDE, en temas relacionados al ejercicio de gobierno, la gestión y los retos de la administración pública en los escenarios actuales.

Sobra decir que todos los expositores son altamente calificados, iré retomando planteamientos de algunos de ellos, porque en verdad son de gran relevancia para tratar de entender los problemas que enfrentamos los mexicanos en relación con el ejercicio de gobierno.

Retomo algunos de los planteamientos del Dr. David Arellano. Los temas en los que se especializa es la gestión estratégica en la Administración Pública, pero también tiene investigación y publicaciones en temas relacionados a los procesos de corrupción pública. En su trabajo como analista, considera que ha sido muy difícil implementar medidas que desestimulen los procesos de corrupción en la administración pública, porque el marco con el que se mira este fenómeno es eminentemente moral y ético, y aunque este es un tema que lógicamente tiene esa connotación, no es el mejor camino para desestimularla, el marco legal con el problema, dificulta mucho la aplicación de un castigo.

Los actos de corrupción tienen muchas facetas, es sumamente complejo y atraviesan todo el tejido de la administración pública. El espacio de libre albedrío que tienen los gobernantes es demasiado amplio, no hay procesos reales de supervisión y contrapeso, se conforman sistemas de complicidades donde se permite quedarse con recursos públicos desde el nivel más básico, hasta el más alto nivel.

La nueva corrupción se junta con la vieja, con la corrupción histórica, la del sistema populista de dictaduras perfectas. Esta corrupción sigue estando presente, coexistiendo con una nueva que proviene de ejercicios de gobiernos modernos y con sistemas complejos.

La nueva corrupción se presenta, dice el Dr. Arellano, cuando se legitima la ambición desmedida como un acto de inteligencia, de racionalidad. Es decir se utilizan los recursos técnicos y las facultades que provienen de la responsabilidad pública, para tomar decisiones que ofrecen remuneración monetaria al funcionario para aprobar decisiones inadecuadas que terminan afectando al ciudadano y muy frecuentemente al entorno y al medio ambiente.

Un ejemplo típico de lo que significa la nueva corrupción, es utilizar los estudios geológicos y estructurales para dar permisos de asentamientos humanos en lugares en donde no se debe. A pesar de contar con estudios contundentes que identifican futuros desastres, el beneficio económico por otorgar permisos para usos que deberían ser negados por la autoridad, se otorgan y junto con actores privados, se convierten en verdaderas tragedias para la población.

El mercado va delineando este tipo de comportamiento. En la medida en que se va valorizando la tierra y sus usos, va conformando “un egoísmo individual, como contexto de una cultura cínica”.

Una consecuencia inmediata de este comportamiento es que los gobiernos empiezan a perder legitimidad y credibilidad, y también el resto de las instituciones. La corrupción, dice Arellano, está en todos lados, dentro y fuera de la sociedad.


¿Cuáles serían los ejemplos clásicos de la nueva corrupción en México? Este extraordinario académico considera que como muestra, los ejemplos más representativos serían; el comportamiento demagógico y proclive a la corrupción de dirigentes y representantes de los partidos políticos, es decir, la partidocracia, el nepotismo extremo del sistema judicial, la captura de los gobiernos locales por el crimen organizado, la desconfianza del ciudadano de las reformas estructurales, un poder legislativo caro, alejado de los problemas y preocupaciones de la gente y lleno de casos de conflictos de intereses, sindicalismo con líderes millonarios e intocables. Hagan lo que hagan sus actos no tienen ninguna consecuencia, y gobiernos estatales convertidos en feudos. Estos son solo algunos ejemplos de lo que se catalogaría como “la nueva corrupción”.

¿Cuál sería el camino que nos lleve a la búsqueda por hacer un buen gobierno? De acuerdo al especialista de inicio la gestión pública tiene que politizarse. Una nueva gestión pública tiene que definir el qué y para que se hacen las cosas para que las decisiones del gobierno sean legítimas. Implementar las capacidades y habilidades de los servidores públicos que vean al ciudadano “como un cliente” y por lo tanto su trato sea así. Gobernanza democrática y horizontalidad del poder, y por supuesto, la rendición de cuentas.

norma.gonzalez570@gmail.com

@normaglzz

 


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