Lety Acuña: amiga, compañera y jefa. Nos conocimos en la prepa Petróleos por los setentas. En los ochentas fuimos compañeras en El Heraldo. Trabajo, aventuras, tardes noches de chelas con Sandra Luz, Jaime, Chava y Carlos. Luego me fui a México y no nos volvimos a ver. El tiempo pasó. Dos veces más regresé al periódico. Mi jefa: estricta, mano dura, pero ahí seguimos. La vida se va tarde o temprano. Pero eres una guerrera y saldrás adelante. Estoy seguro de ello. Tu computadora te espera, igual las papas, paletas. Ariana y Gloribel seguiremos comprando cochinada y media. Te esperamos. Son las palabras que publicó en redes sociales el comunicador Sergio Reyes, el querido Chicato.
La emblemática periodista del diario El Heraldo de Aguascalientes, sufrió un trágico accidente la madrugada del sábado pasado. Lamentablemente en el mismo fallecieron dos de sus hermanas de nombres María de la Luz y Adela Acuña Medina; una hermana más se encuentra hospitalizada, al igual que la reconocida comunicadora Lety; ambas gravemente heridas, según varios medios de comunicación.
Señorona. Premio Estatal de Periodismo, Leticia acuña es una señora ¡señorona! de personalidad impactante. Siempre impecable y naturalmente elegante. La inteligencia se le percibe en el rostro y la actitud de excelencia también.
Bien puede decirse que es de esa personalidad cuya presencia “impone” cuando arriba a algún lugar para tomar la nota o cuando -como en mi caso-, la tiene una de frente para una entrevista. Ella genera un entorno; en definitiva no pasa desapercibida y alguien así, no puede simple y llanamente abandonar su espacio en el periodismo hidrocálido, por un fortuito incidente.
Mirada que escudriña. Era yo muy joven, cuando el PRI estatal me postuló para diputada federal, hace un par de décadas. El periodismo local de entonces era territorio de varones con unas pocas excepciones, entre ellas, Lety Acuña.
Recuerdo esa mirada que, por venir de ojos claros, uno esperaría ligera y hasta diáfana pero no. Lety mira profundo y escudriña hasta el último rincón de aquello o aquellos que pretende retratar con su pluma. No fue condescendiente conmigo. Ella quería saber el porqué. Cuál era la causa de que una jovencita pretendiera un escaño federal y qué méritos le llevaban a emprenderla en territorio nacional, ya que entonces no era común que personas tan jóvenes ocuparan esas esferas, y no existía la obligación para los partidos políticos de postular mujeres a como diera lugar.
Pluma que descubre. Siempre me ha llamada la atención la impecable, directa y clara redacción de Lety Acuña. Es capaz de sintetizar en un par de ideas, toda una jornada de análisis y discusión.
La pluma de Lety “no se anda por las ramas”. Informa con precisión y sin rodeos lo que debe conocerse, y las consecuencias o derivaciones del tema, pero sin especular, ni opinar. Con frecuencia Lety me recuerda la cotidiana escena matutina en que una madre, decide evitar los pretextos del escolapio que se niega a asistir a clases con un decidido tirón de sábanas y un ¡No tienes nada, levántate! Ahí queda el frustrado desertor descubierto, sin espacio para ocultar algo, ni oportunidad de continuar el engaño: enfrentado a la verdad, ni más ni menos. Ya puedo ver a Lety Acuña “descobijando” verdades. ¡A mí no me engañan! Debe ser su frase favorita.
Letra fiel. Ajena a las múltiples infidelidades a la profesión periodística, Lety permanece puliendo su sitio en la comunicación local. No es de las y los que se han sentido llamados a los consejos electorales, o las comisiones ciudadanas u otros órganos de decisión colegiadas como cabildos o el congreso. Será que a Lety -como a un puñado de periodistas mujeres pioneras de esa vocación- le costó no sólo en lo profesional, sino en lo personal cada logro en el medio, cada reconocimiento en el mismo y cada grado de prestigio social; para ir a perderlo por aventuras ¡de ninguna manera! Lo de Lety Acuña es el periodismo, el reportaje y la reseña, y lo demás… no merece recibir el regalo de su buena fama pública.
Sin duda, Lety practica la lealtad como virtud y la congruencia como principio.
Espacio propio. Tu espacio lleva tu nombre. Cuatro paredes hechas con letras, has construido en torno a ti y se llaman como tú. Es un espacio-tiempo que no puede ser transitado más que por ti. Así que tu regreso no es opcional. No se te puede permitir que consideres la opción del no-regreso. En este trance, se impone la intransigencia: Leticia Acuña se llama tu dimensión y a ella debes regresar.
Nos vemos en la próxima, en la que esperamos celebrar el regreso de la emblemática periodista Leticia Acuña Medina.
CODA. Solidaridad con la profunda pena que embarga a la familia, a los amigos y compañeros de Lety Acuña, por el trágico momento que deben enfrentar. Sepan que lo hacen acompañados del profundo respeto de una sociedad que lamenta su dolor.