Uno de los grupos que más me gustan en todo el amplísimo escenario del rock es The Who, posiblemente porque me recuerda a tiempos pasados, no sé, no ubico exactamente el momento en el que los escuché por vez primera, pero debió ser a finales de los setenta y principios de los años ochenta, es decir, cuando yo tuve la oportunidad de conocer la música de The Who, hacía muy poco tiempo que Keith Moon había muerto, falleció en 1978, y yo calculo haber descubierto su música posiblemente en 1979.
Leía las aventuras de Keith Moon en la revista Conecte, ¿te acuerdas de aquella legendaria publicación en donde escribían los grandes protagonistas del periodismo roquero?, entre ellos estaba José Luis Pluma, había otros santos de mi devoción que solían derramar tinta con singular alegría escribiendo sobre rock, como Víctor Roura, Parménides García Saldaña y el gran José Agustín, más tarde, Juan Villoro me enseñó que era posible hacer periodismo a partir del rock, pero mejor ahí le dejo porque el tema de verdad me apasiona, sería buena idea dedicar un Banquete a este tema, el de las plumas más hábiles en el rock.
Pero te hablaba de que en la revista Conecte leí algunas cosas de The Who y sobre todo de las locuras de Keith Moon como si se tratara de las hazañas de un caballero medieval. Leía sobre The Who antes de haberlos escuchado y ya idealizaba al loco Moon. Finalmente los escuché con aquellas buenas canciones que los hicieron leyenda, como Magic Bus, Boris the Spider, I can’t explain, I can see for miles, Happy Jack, Substitute, las emblemáticas Won’t get fooled again, Baba O’Riley y My Generation, que años más tarde darían el nombre a un programa de televisión que hice hace unos nueve años en compañía de mi buena amiga Marcela Gutiérrez.
Lo cierto es que el evento que definitivamente marcó mi vida en relación con la música de The Who fue ver la película Quadrophenia, eso sí fue un verdadero tsunami en mi vida, me atrevo a decir que fue uno de los tres o cuatro momentos que me marcaron en mi pasión por el rock. Vi la película… no sé, no estoy seguro, pero casi me atrevería a decir que fue en 1980, el disco es de 1973, pero la película es del ’79. Si antes ya me gustaba The Who, ver Quadrophenia me hizo perder la compostura, en serio, no sé cómo explicarte lo que esto significó para mí. Leí algunos artículos sobre este film en esa revista, me refiero, claro, a Conecte, y cuando finalmente estuvo en cartelera fui emocionado. Se exhibió en aquella sala de feliz recuerdo, el Dorado 70, ¿te acuerdas?, ahí en López Mateos, en pleno centro de la ciudad, eran los tiempos en que pasaban dos películas en una sola sesión, la primera fue una llamada Locura Americana, en donde se exhiben todas las, digamos, excentricidades del pueblo estadounidense, finalmente, después de un intermedio que me pareció interminable, inició Quadrophenia.
Fui al cine con mi buen amigo Alejandro Arenas, en aquellos tiempos una suerte de gurú que siempre estaba al día en estos menesteres de conseguir el material más reciente de Pink Floyd, Supertramp, Led Zeppelin o The Who y todos aquellos grupos que estaban vigentes y sacaban material nuevo, de hecho, en ese momento él era para mí una especie de fuente de donde saciaba mi insaciable sed de conocer más de rock.
Pues sí, fui con él al cine a ver Quadrophenia y lo que te puedo decir es que cuando terminó la película yo ya no era el mismo adolescente que entró ahí un par de horas antes, todo había cambiado y mi visión del rock era otra. Desde que la película inicia con aquella impresionante obertura y luego con la presentación del primer tema de esta ópera rock The real me, con el protagonista cabalgando en su moto vespa ciao por las calles del Swinging London hasta el impresionante final con el tema Love reign o’er me, en donde el protagonista se tira al mar desde lo que supongo que son los acantilados de Dover montado en esa misma moto, no pude ni siquiera parpadear, desde ese momento me considero, oficialmente, un incondicional amante del rock, antes de Quadrophenia mi panorama del rock se limitaba a una veintena de buenas bandas encabezadas, por supuesto, por The Beatles, Creedence, Bob Dylan, The Doors, los Rolling Stones y unos cuantos más, Quadrophenia me abrió las puertas a un mundo inagotable de posibilidades en el rock, posibilidades que todavía hoy, en el 2015, siguen siendo inagotables.
Para este servidor, el mejor cantante en el rock se llama Roger Daltrey, el vocalista de The Who, cada vez que lo escucho me siento intensamente vivo, no sé en realidad si Pete Townshend pueda ser considerado uno de los mejores guitarristas, sin duda tiene su estilo, ya sabes, es como si jugara boliche. Definitivamente John Entwistle sí es uno de los mejores bajistas, estoy seguro de ello, y bueno, Paul McCartney dice que el mejor baterista en el rock es Keith Moon, finalmente lo dice McCartney, habrá que hacerle caso, ¿no crees?
Keith Moon murió el 7 de septiembre de 1978 después de haber asistido a una fiesta en la casa de Paul y Linda McCartney en Covent Garden, en Londres, regresó al departamento que ocupaba propiedad de Harry Nilsson en Mayfair, uno de los distritos más exclusivos de Londres, y después de ingerir una sobredosis de pastillas que le habían sido diagnosticadas por su adicción al alcohol, falleció cuando su cansado corazón decidió que no podía más, hoy quiero decir salud por la música y a la memoria del loco baterista de The Who.
Súper, me hiciste recordar esa gran película. Yo también la vi en el Dorado 70. Saludos y como siempre muy buena tu columna.