Hendrix / El banquete de los pordioseros - LJA Aguascalientes
03/12/2024

La calidad del artista está en su capacidad de asumir la inocencia a voluntad, la capacidad de experimentar la inocencia como si siempre fuera la primera vez. ¿Acaso crees que Rostropovich tocaba el cello sólo para ganarse la vida? ¿Crees que Hendrix sólo tocaba para ganar dinero?

Robert Fripp

 

La magia surge casi de manera espontánea, rompe, no sólo el silencio, rompe incluso con la forma convencional de tocar la guitarra, está más allá del virtuosismo incuestionable de maestros como Jimmy Page, Ritchie Blackmore, Roy Buchanan, Peter Green, Eric Clapton, Stevie Ray Vaughan, Gary Moore, Dicky Betts, e incluso, para quien esto escribe, está muy por encima del inmenso talento de B.B. King o Albert King, me refiero a Jimi Hendrix, por mucho, y salvo tu mejor opinión, el mejor guitarrista en la historia del rock.

Pero el talento de Hendrix no se centra únicamente en el rock, de hecho está mucho más allá de cualquier etiqueta, que por definición limitan la creatividad. La música de Jimi Hendrix no se contenta con clasificaciones, es inasible, se fuga como el agua entre las manos al intentar colgarle una etiqueta, sin embargo, no creo que cometemos un error, al menos no un error irreparable, al decir que es un guitarrista de rock, como tampoco nos equivocaremos al afirmar que es un guitarrista de blues, o ¿alguno de ustedes, amigos invitados al banquete de esta semana, se atrevería a afirmar que Hendrix no toca blues?, imposible negarlo, sería una tontería, de hecho hay una grabación extraordinaria de Jimi Hendrix que se llama simplemente “Blues”. El blues impregna su música, es el elemento dominante, pero el jazz tampoco es ajeno al repertorio que nos ofrece Hendrix, está ahí pulsando lleno de vitalidad, fluyendo como el torrente sanguíneo.

Pero no me refiero únicamente al carácter afroamericano de su música, no es difícil entender que la deliciosa negritud en la Fender Stratocaster de Hendrix es una de las mejores cosas que le han pasado a la música en el S. XX, no, no me refiero solamente a eso que, por otra parte, considero uno de los elementos que entiendo como indispensables para hacer un blues o un jazz honestos, me refiero concretamente al hecho de que Jimi Hendrix es el punto de convergencia de los tres lenguajes musicales de mayor trascendencia a partir del siglo XX, en el caso del jazz y el blues, desde principios de esta centuria, y en el caso del rock, desde la segunda mitad de este mismo siglo, antes de Jimi Hendrix el blues estaba de un lado, el jazz del otro y el rock estaba en medio pretendiendo alimentarse, nutrirse de estas dos fuentes inagotables de ideas musicales. Pero después de Hendrix las cosas no fueron iguales, él es ese punto de convergencia haciendo surgir un nuevo sonido luego de haber disuelto en un solo concepto estos tres lenguajes, lo que no es cualquier cosa, por una parte el jazz y el rock gozan de una elasticidad sorprendente, al extremo de que sucede con frecuencia que le llamamos caprichosamente jazz a todo lo que no entendemos, pecado grave del que debemos arrepentirnos y hacer un firme propósito de enmienda, pero también cometemos ese mismo pecado grave de llamarle rock a cualquier tontito que se pare con las piernas abiertas en compás, los brazos cruzados, uno de esos extraños peinados nuevos, como dice Charly García, y una mirada retadora a la cámara que lo está fotografiando, le llamamos irresponsablemente rock a cualquier papanatas que toca una guitarra eléctrica distorsionada, hay quienes, deslumbrados por la cegadora luz de los reflectores, afirman temerariamente que Moderatto es una banda de rock mexicano, por Dios, ¿cómo es posible que denigremos el rock, movimiento revolucionario per se, a estos escandalosos niveles de conformismo y mediocridad?, simplemente no es posible, pecado del que también es necesario enmendarse.

Sin embargo, el jazz y el rock sí son muy eclécticos, lo he mencionado en alguna otra ocasión, son como el agua, toman la forma del recipiente que los contiene, en tanto no se atente en contra de su naturaleza. Pero el blues no es así, es más celoso de sí mismo, cuida más las formas, el blues ha sido el mismo desde sus inicios, allá en los campos de algodón del apacible sur de los Estados Unidos a finales del S XIX. Su fundamento está en la sólida base rítmica de doce compases sobre la cual se desarrolla todo un discurso musical rebosante de impresionantes improvisaciones de la guitarra, la armónica o el piano, con letras anecdóticas y llenas de dolor, de soledad, en pocas palabras, llenas de blues, entendiendo por blues un sentimiento más que un lenguaje musical.

Pero mira, ya me alejé del tema, no me desvié, sólo me alejé de él porque definitivamente tiene que ver con lo mismo, todo esto lo encontramos en el contexto musical dentro del que se mueve Jimi Hendrix. Durante sus últimos meses de vida, él pretendía alejarse de toda forma musical hecha hasta ese momento, renunciar a todo convencionalismo, pretendía un expresión musical mucho más ambiciosa. En algún momento, en sus últimos meses, quizás semanas de vida, Jimi Hendrix dijo: “Quiero hacer una música tan perfecta que se filtre a través del cuerpo y sea capaz de curar cualquier enfermedad”. Jimi Hendrix murió el 18 de septiembre de 1970, un par de semanas después de haber tocado en el Festival de la Isla de White, quién sabe qué tipo de música estaría inquietando a Hendrix en ese momento, lo más desesperante es que nunca lo sabremos, queda ahí, en el terreno de la especulación.

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