Hugo Gutiérrez Vega (Guadalajara, 20 de febrero de 1934) falleció la noche del viernes 25 de septiembre.
Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes en 1975, entre otros muchos reconocimientos: el Nacional de Periodismo en Difusión Cultural (1999), el Iberoamericano de Poesía “Ramón López Velarde” (2001), el Xavier Villaurrutia (2002), el Nacional de Periodismo “Carlos Septién García” (2012). El Instituto Nacional de Bellas Artes le concedió la medalla de oro. En 2011 fue elegido como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
Gutiérrez Vega estudió la licenciatura en Derecho y Letras Inglesas en la Universidad de Roma y Sociología de la Comunicación en Londres. Fue miembro del Servicio Exterior Mexicano durante 35 años, de 1963 a 1998. Fue agregado cultural en Roma; consejero cultural en Londres y España; ministro de asuntos culturales en Washington; cónsul de la Embajada de México en Río de Janeiro y embajador en Grecia.
Deja un legado de más de 35 libros de poesía traducidos a 10 idiomas, otros 13 en prosa, además de múltiples ensayos.
Entre sus obras publicadas se encuentran Información y sociedad (1974), Cuando el placer termine (1977), Las peregrinaciones del deseo. Poesía reunida 1966-1985 (1987), Georgetown blues y otros poemas (1987), Los soles griegos (1989), Nuevas peregrinaciones (1994), Los pasos revividos (1997), Esbozos y miradas del bazar de asombros (2006) y Antología con dudas (2007).
El director de La Jornada Semanal, poeta, diplomático, abogado, catedrático universitario, traductor, periodista y actor tenía 81 años.
Quienes elaboramos La Jornada Aguascalientes sentimos un profundo pesar por la ausencia de nuestro entrañable maestro.
*
Suite doméstica
Hugo Gutiérrez Vega (1934-2015)
“Margot está en la ventana…”
I
Te digo que quiero quedarme
a vivir en la ducha.
No comprendes de inmediato,
pero después te ríes
y tus dientes son compasivos
e irónicos.
Tienen la complicidad
de los quince años juntos.
Te digo que no quiero salir de la ducha
y tú, sentada junto a la ventana,
cepillas tus cabellos
pausadamente.
Desde la ducha te envío mi despedida,
y el torrente organiza
el trágico naufragio del jabón.
II
“Una ofrenda
de dos que aunque pecaron
han vivido.”
Mientras me dices
que ya estás cansada del café,
de los huevos fritos
y de la pedagogía activa,
haces cuentas, las siempre
equivocadas cuentas optimistas,
y te ríes de lo que pasó anoche.
Me dices que convendría copular.
(Una luna de agencia de viajes
anda sobre los edificios.)
Esta semana se cayó un cuadro
y un amigo derrotó al viejo sillón.
La casa peligra… copulemos.
III
“Todo fue brillante
menos el final.”
Porque soy un señor domesticado
que escribe versos
y gesticula en los parques,
digo que nada pido.
La vida ha derramado su cornucopia
sobre mis zapatos.
Tengo un auto, dos trajes,
diez pañuelos, y me puedo comprar
nuevas corbatas.
Me inquietan las jornadas submarinas.
Sé volar y lo hago raras veces.
Aquí paré mi tienda. Sólo espero
esa fiesta nocturna. Me moriré
cuando el placer termine.
“La vita non é sogno.”
IV DECLARACIÓN FINAL
“Irascor tibi sic meos amores?
paulum quid lubet allocutionis,
maéstius lacrimis Simonideis.”
Exploro el domicilio. Me gusta
este desorden vivo.
Cuando la casa siente
que se pega a la tierra
empieza a protestar,
decide irse,
y los libros se llenan de humedad.
Dos veces vimos ya la misma arena.
Nunca somos los mismos.
Es tiempo, amada gente, de largarnos.
de Cuando el placer termine