Por Jaime Villasana Dávila
Todo comenzó hace dos años cuando compré una bicicleta para llevar a mi hijo al kínder. Con el paso del tiempo mi afición por la bici creció. A finales de marzo de este año decidí comprar una de montaña.
De inmediato la usé y me sedujo. A medida que mejoraba mi condición física le dije a mi esposa que deseaba participar en la Ruta Durango-Mazatlán 2015 (320kms) que sería el 4 y 5 de septiembre. Me respondió “estás loco”. El 2 de julio me inscribí… con temor.
No había marcha atrás y comencé a prepararme. Me uní a Bici Raptors y pedalee con ellos los cuatro domingos de agosto. Ahí aprendí técnicas y habilidades valiosas.
Llegó el viernes 4 de septiembre, primer día de la ruta. Eran las 5:45 am. Ahí estaba yo, nervioso y junto a otros 750 ciclistas esperando la indicación de salida. La mayoría iba en equipo y unos cuantos íbamos solos.
Arrancamos. Con la pedaleada poco a poco los nervios se fueron disipando. A los pocos kilómetros comienza la primera subida de 1,900m a 2,300m sobre nivel del mar. En el km 28 inicia otra subida y así es hasta el km 50 aprox. Me sentí bien y ello me dio seguridad. Vamos pasando puntos de provisión de sólidos y líquidos. En el trayecto entablo plática ocasional con otros colegas. De dónde eres y cómo te sientes, son preguntas comunes.
A 30kms de Mexiquillo, lugar de dormir, muchos tomamos una ruta de terracería. Y ahí voy con mi colega Xhady; disfrutando el hermoso paisaje, cruzando largos charcos y sacando fuerzas quién sabe de dónde. Llegamos a Mexiquillo cansados pero satisfechos. Mi trasero y rodilla izquierda me dolían. 12 horas de pedaleo y 140kms habían ya quedado atrás.
Al día siguiente comienzo a pedalear a las 7am. El amanecer montañoso es hermoso. Inspira. Al poco tiempo entramos a la mitad de la ruta, llena de curvas y unos paisajes espectaculares. Era el Espinazo del Diablo.
Los kilómetros van quedando atrás e iniciaban los descensos. La adrenalina está al máximo y retas al peligro en cada curva. Llegamos a Concordia ubicada a 48kms de Mazatlán. El calor y humedad ya arreciaban (35 grados). Nos advierten que el siguiente tramo de 24kms a Villa Unión (VU) era el más retador. Y así fue. En este tramo fue la única vez que me cuestioné todo. Llegué agotado a VU.
De VU a Mazatlán rodamos todos juntos en pelotón. Las caras de muchos era de agotamiento. Otros como si nada. Llegamos a la meta luego de 320kms y la satisfacción en todos era enorme. Hago una selfie con Liz y Vero. Mis manos temblaban de cansancio pero también de alegría. Había terminado mi locura. Si quieres, puedes.
Glosa: Gracias a mi esposa e hijo por regalarme muchas horas para entrenar. A mi cuñado Felipe por acompañarme. A Liz, Vero, Jaime y Maciel por su hospitalidad.
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