- Por sus comas los conoceréis, título de la colección Periodismo Cultural
- Batis ha sido el agitador más inteligente de la vida cultural mexicana en el último cuarto de siglo: Enrique Serna
Con miras a forjar un periodismo vivo que retrate el vasto mundo cultural, Huberto Batis ha contribuido al quehacer literario y editorial en México durante más de cinco décadas, aproximando a sus lectores a lo que representa parte de su legado: el libro Por sus comas los conoceréis, publicado en 2001 dentro de la colección Periodismo Cultural del Conaculta, donde compiló testimonios sobre sus aportaciones a la escena literaria y editorial, así como opiniones de amigos y colaboradores que formaron parte de sus aventuras literarias.
Notables plumas se han congregado en diarios, suplementos y revistas para dar cuenta del acontecer cultural de nuestro país. Literatos, intelectuales, críticos y jóvenes con aspiraciones periodísticas han nutrido el espectro del periodismo cultural y han sido puente entre las expresiones artísticas y los lectores.
Los suplementos culturales en México tienen ya una longeva tradición, herencia de personajes como Ignacio Manuel Altamirano, Alfonso Reyes y Fernando Benítez. Nombres obligados como El Renacimiento, semanario que retrató el florecimiento cultural del siglo XIX; México en la Cultura, de Novedades, y La cultura en México de la revista Siempre!, donde colaboraron figuras como Vicente Rojo, Carlos Monsiváis, Juan García Ponce, Juan Rulfo, José Emilio Pacheco, Juan José Arreola, Luis Cernuda, Cristina Pacheco, Rosario Castellanos, Augusto Monterroso y Gabriel Zaid; y el suplemento Sábado del diario Unomásuno que representó una ventana al rico universo del periodismo cultural mexicano y que dirigió por muchos años el propio Batis, enmarcando ahí el momento cultural de su tiempo.
A Huberto Batis le quedan cortos los calificativos, su labor ostenta numerosas aristas que convergen en una pasión: las letras. Su trabajo es referente para muchas generaciones que formó en las aulas y en el ejercicio periodístico. Hablar de él es hablar de nuevos lenguajes y diálogos con el lector, de puntos de quiebre e inflexiones hacia el periodismo anquilosado, de una actitud abierta ante el exuberante mundo que nos rodea. Los que lo conocen hablan de su generosidad y actitud abierta, de su espíritu violento y transgresor de barreras, siempre dispuesto a dar oportunidad a las nuevas generaciones de escritores y periodistas.
Todos lo sabemos entre todos, máxima que ha sido parte de su vida y que recogió de Alfonso Reyes, quien fuera su maestro y mentor: “Alfonso Reyes fue mi primer consejero… en dos años me enseñó más que todos mis maestros posteriores; él me recomendó estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras”, sostuvo Batis en entrevista. Este precepto fue su guía y se reflejó en su capacidad para aglutinar gente tan distinta, en su criterio libre y abierto, en el gesto de no censurar a sus colaboradores y refrendar la pluralidad en todas las aventuras editoriales que emprendió.
Juan García Ponce, gran amigo y colaborador suyo, reconoció a Batis como una vida “dedicada a hacer cultura, no sólo como maestro de literatura, sino también con el hecho de que predicando con el ejemplo consideras la cultura como algo libre, abierto, con múltiples facetas, cuya principal obligación es resultar tan viva, fecunda y variada como la existencia”.
De trayectoria prolífica, en su haber encontramos diversas empresas literarias, como Cuadernos del viento, pionera de las revistas culturales de jóvenes en México que realizó junto con Carlos Valdés y dio cabida a jóvenes escritores y expresiones diversas. Colaboró también en el suplemento de Novedades y luego en la revista Siempre!. Con José de la Colina coordinó el suplemento cultural de El Heraldo, que dirigía Luis Spota. Fue director de la Revista de Bellas Artes y de la Imprenta Universitaria, además coordinó las ediciones de los XIX Juegos Olímpicos en 1968. Estuvo también en el Fondo de Cultura Económica con Raymundo Ramos y Arturo Azuela. Fundó la revista para estudiantes Punto cero, en la Universidad Iberoamericana, donde se iniciarían muchos escritores ahora reconocidos.
Además ha fungido como profesor de teoría literaria en la Facultad de Filosofía y Letras y como director del Centro de Estudios Literarios en la UNAM. Ha fraguado empresas literarias de gran alcance, con vientos en favor y en contra, pero siempre su barco sortearía los vaivenes de la vida política y cultural de nuestro país.
Su trayectoria, como menciona Enrique Serna en el apartado del libro Huberto Batis: perfil de un agitador: “es diametralmente opuesta a la de los intelectuales dóciles y acomodados, pues en vez de utilizar la marginalidad como trampolín para llegar al poder, se ha dado el lujo de rechazar los puestos más tentadores del aparato cultural, con tal de conservar la libertad y la independencia”.
Gracias a su labor editorial un numeroso grupo de escritores se abrieron camino y pudieron ejercer la crítica sin escollos, gesto parvo en el ejercicio periodístico. Su bandera es ante todo la verdad, que ha izado sin tener que prestarse a los juegos de la diplomacia convenenciera ni a los intereses personales y políticos.
“Huberto Batis ha sido el agitador más inteligente de la vida cultural mexicana en el último cuarto de siglo”, asegura uno de los escritores notables de nuestra literatura y agradece así al maestro: “En lo personal yo le agradezco su confianza en los jóvenes y la abnegación con que difunde las más desmelenadas fantasías eróticas, ya sean visuales o escritas, masculinas o femeninas.”
Sobre lo erótico Batis expresó que es una vía mística, una vía corta de acceso al paraíso. Hoy a sus 80 años sostiene que “todo lo humano es erótico” y destaca los aspectos religiosos y teológicos del erotismo. Algunos lo han llamado erotómano, pornógrafo e incitador, matices que poco dicen sobre alguien que encontró, en lo erótico, libertad y nuevos vehículos expresivos del lenguaje. Él ha explorado la cultura erótica occidental y los sutiles mecanismos de provocación, en Estética de lo obsceno y otras exploraciones pornotópicas, realizó una geografía sobre literatura erótica.
Mientras estuvo al frente de Sábado conquistó territorios poco explorados en la prensa, sacando a la luz textos e ilustraciones que algunos tacharon de obscenos. Pese a lo anterior, nunca sucumbió ante las presiones ni la censura, apostó al lenguaje total escrito y gráfico. Junto al erotismo presentaba el nuevo cine, el teatro de vanguardia, el rock. Sábado significó un amplio abanico de posturas en pro de la libertad irrestricta de opinión. “El nuevo periodismo busca la transformación y el experimento”, apuntaba Batis.
Formó parte de una generación que buscó una revancha generacional por la marcada presión y censura de que fueron blanco los medios de comunicación. Lo anterior llevó a dominar el arte de la provocación y los aspectos creativos en la crítica, la disidencia de la opinión infranqueable, ante el principio ético de no abaratar el mensaje por los condicionamientos del medio.
También el campo literario mexicano se ha nutrido gracias a su labor docente, pues Batis apadrinó a toda una generación de ensayistas notables, como Guillermo Sheridan, Ignacio Trejo Fuentes, Sandro Cohen, entre muchos otros.
En entrevista destacó la importancia de conocer el idioma: “a los escritores por sus comas los conoceréis y serán buenos escritores en la medida en que conozcan el idioma, la gramática y la puntuación”.
Huberto Batis insta a las nuevas generaciones de periodistas y escritores a “decir siempre la verdad, y a no ponerse al servicio del poder ni de las empresas… a que sean ellos mismos y a que hablen de lo que piensan realmente.”
Ensayista, crítico literario, editor y corrector, investigador, articulista político, su trabajo ha fluctuado entre derroteros fecundos, fotógrafo, maestro y amigo de muchos, él como pocos ha sabido combinar la solvencia intelectual, la academia y el ejercicio del periodismo literario.
Con información de Conaculta