El Panorama de la Educación: Indicadores de la OCDE es la fuente más acreditada de información precisa y relevante sobre el estado de la educación en todo el mundo.
En México, como en Aguascalientes, la cobertura educativa entre la población de cinco a 14 años es prácticamente universal, como casi en todos los países de la OCDE. No obstante, el país tiene una de las menores proporciones de jóvenes de 15 a 19 años matriculados en educación (53%), a pesar de tener la población más grande de este rango de edad de su historia.
De hecho, el rezago educativo de los mexicanos mayores de 15 años que no tienen secundaria terminada está documentado en 39.91% para los varones y 41.88% en el caso de las mujeres; en Aguascalientes las mismas variables se reducen a 35.58% y 35.39%. De todas maneras, según la edad y la zona habitacional, tres o cuatro de cada diez no tienen la secundaria y nunca es tarde para cursarla.
Más del 92% del presupuesto total en educación primaria, secundaria y media superior en México se destina a remuneración del personal, y alrededor del 83% es exclusivamente para los salarios de los maestros. Se trata de las mayores proporciones observadas entre los países de la OCDE, donde en promedio el 79% del presupuesto total se asigna a remuneración del personal, y el 63% a los salarios de los maestros. Hay que invertir más en otros rubros que la pueden eficientar más.
El número de horas dedicadas a cada nivel escolar parece el adecuado, no así sus resultados. Los países nórdicos adquieren un mayor beneficio para los alumnos con menos horas de exposición presencial; necesitamos mejorar la preparación de los mentores y la calidad en la transmisión de conocimientos. Adicionalmente, es urgente evitar la deserción escolar, incluyendo la no registrada (cifra de aquellos que nunca se han matriculado en una escuela y por lo tanto no pueden abandonarla). Basta con ver la diferencia entre la población censal en edad escolar contra la de la matrícula para saber que hay más de 28 mil personas que no están inscritas.
Los estudiantes en México tienden a abandonar la escuela prematuramente. El 62% de los jóvenes de 16 años están inscritos en educación media superior; el 35% de los jóvenes de 18 años cursan estudios (19% en educación media superior y 16% en educación superior), y únicamente el 30% de los jóvenes de 20 años están matriculados (6% en educación media superior y el 24% en educación superior)
La Reforma Educativa que hizo obligatoria la educación media superior a partir del 2012, y que tiene por objetivo la cobertura total en este nivel para el 2022, se supone que será un paso importante para reducir los altos niveles de deserción en México.
Tanto en el país como en la entidad hidrocálida, a diferencia de lo que podría pensarse, los jóvenes de 15 a 29 años pasan en promedio 6.4 años en actividades laborales y 5.3 años en educación y formación: un año más en el trabajo que el promedio de la OCDE (5.4 años) y dos años menos en educación (el promedio de la OCDE es de 7.3 años). Pero existe un gran riesgo: que éstos se desvinculen tanto de la educación como del mercado laboral.
Con base en las tendencias actuales, se estima que los mexicanos de 15 a 29 años de edad pasarán 3.3 años sin estar empleados ni en educación o en formación (el promedio de la OCDE es de 2.3 años). En los 34 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) hay 39 millones de jóvenes en estas edades que no estudian ni trabajan. En México, la cifra es de poco más de siete millones, lo que representaría una lamentable pérdida de capital humano.
Rodrigo Negrete Prieto señala que tras la idea de los Ninis subyace no sólo una descripción, sino, asimismo, una prescripción: “Pareciera que los roles sociales aceptables para la población joven en edad de trabajar son únicamente los estudios o el mercado laboral”, de donde se desprende que hay siete millones de ellos en el país. Rodrigo Negrete, sostiene que la persona no disponible para trabajar, pero que está dedicada a los quehaceres del hogar, bajo ninguna circunstancia debería ser incluida de forma sumaria en una cuenta de Ninis, lo que de entrada descarta como dato de referencia la cifra de siete millones.
Ciertamente estamos hablando de cientos de miles de jóvenes que no alcanzan lugar en las escuelas de educación media y superior y que requieren oportunidades y alternativas de ocupación y preparación. Este grupo etario es el más vasto que jamás hayamos tenido o tendremos en el futuro de estas edades. Su atención amerita un diseño pormenorizado de pautas de políticas públicas pertinentes.
El estudio de la Subsecretaría de Educación Superior, elaborado por Rodolfo Tuirán, y el especialista José Luis Ávila, sostiene que el fenómeno de los jóvenes que no estudian ni trabajan no es privativo de ciertas zonas o estratos sociales: más de tres millones pertenecen a las clases de mayor poder económico de México o son clasemedieros, y otros 4.7 millones son muchachos de escasos recursos o que sobreviven en la pobreza. Muchos de ellos realizan labores importantes para su familia, como el cuidado de niños y enfermos.
Rodolfo Tuirán y José Luis Ávila alertan que muchos enfrentan un entorno familiar y social poco favorable para regresar a estudiar o trabajar: 31.3 por ciento de las mujeres y 40.5 por ciento de los varones dijeron que no pueden volver a la escuela porque deben atender responsabilidades familiares y 13.5 por ciento manifiestan no tener tiempo para estudiar.
Adicionalmente a los Ninis encontramos un asociado más, producto del desempleo que llaman Ni-ni-ni, que ni estudia, ni trabaja, pero adicionalmente ni es joven. Es un adulto a quien por la edad nadie quiere emplear y se encuentra entrampado entre sus crecientes compromisos de familia y su poca atractividad para los mercados laborales.
