Suez, emblema egipcio / Taktika - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Suez, Egipto. 6 de agosto de 2015. Vistiendo su uniforme militar y sus icónicas gafas de sol oscuras, el presidente Abdelfatah al Sisi saluda, desde la cubierta del yate El Mahrusa, a los miles de obreros que trabajaron en la ampliación del canal de Suez. A su lado, un niño agita, frenético, la bandera egipcia.

Horas después, ante una audiencia de dignatarios que incluye, entre otros, al presidente de Francia, François Hollande, el rey de Jordania, Abdulá, y los primeros ministros de Grecia y Rusia, Alexis Tsipras y Dmitri Medvédev, el moderno faraón declara: “Hemos construido una arteria adicional para la prosperidad del mundo”.

Las escenas arriba descritas sirven como prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar la importancia del canal de Suez en la historia mundial y cómo complementa la identidad árabe-islámica y la geopolítica de Egipto.

En 1854, un diplomático francés, Ferdinand de Lesseps, entrevió una ruta alterna para conectar occidente con el oriente: un canal a través del istmo de Suez, en el noreste de África. Esta idea no era nueva, pues los faraones habían construido una conducción entre el río Nilo y el mar Rojo.

Lo que sí fue novedoso fue la manera de financiar el proyecto: el gobierno egipcio y 21 mil ciudadanos franceses sufragaron la construcción de la vía marítima, la cual duró diez años. El 17 de noviembre de 1869, el yate imperial galo, L´Aigle, transportando a la emperatriz Eugenia de Montijo, encabezó la flotilla internacional que inauguró el nuevo conducto.

El canal de Suez revolucionó el comercio mundial, pues eliminó el viaje alrededor del cabo de Buena Esperanza y redujo la distancia entre Inglaterra y la India en más de seis mil kilómetros.

El jedive de Egipto despilfarró la bonanza de su país. En 1875, agobiado por las deudas, ofreció en venta sus acciones del canal. El primer ministro británico, Benjamín Disraeli, vio la oportunidad de controlar Suez. Gracias a un préstamo del principal banquero de Europa, Lionel de Rothschild, el gobierno británico adquirió la mayoría de las acciones.

En 1882, una revuelta nacionalista derrocó al jedive y a su hijo sucesivamente. Ante los acontecimientos, los británicos bombardearon Alejandría, ocuparon la zona del canal y entraron a la capital egipcia, El Cairo. De esta manera, “Egipto fue convertido en un clásico estado vasallo, pues permaneció bajo control británico desde 1882 hasta 1954” (Meyer y Blair Brysac, Kingmakers, Norton, 2008, pp. 30).

Para cuidar del canal de Suez, una arteria tan británica como el mismísimo río Támesis, Egipto fue colocado bajo la égida de un procónsul: Evelyn Baring. El funcionario británico implementó presupuestos frugales, redujo la deuda y construyó programas de irrigación. Asimismo, El Cairo se convirtió en la principal metrópolis de África. Con una población cosmopolita compuesta por armenios, egipcios, griegos, judíos, sirios y, por supuesto, los británicos, cuyos bastiones eran el Club Deportivo Gezira y el Hotel Shepheard´s.


El dominio británico sobre el canal de Suez sólo fue amenazado durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el Deutsches Afrika Korps, bajo el mando de Erwin Rommel, llegó, en julio de 1942, a 90 kilómetros de Alejandría, lo cual provocó el pánico momentáneo de los ingleses. Sin embargo, Rommel fue derrotado en la batalla de El-Alamein y los alemanes expulsados de África del Norte.

La memoria de pachá Erwin Rommel y la derrota sufrida por las fuerzas árabes durante la Guerra de Independencia de Israel en 1949, provocaron un sentimiento de amargura y revancha en la oficialidad del ejército egipcio. Entonces se creó la Zobat al-Ahrar, la Sociedad de los Oficiales Libres. Sus líderes eran Gamal Abdel Nasser y Anwar el-Sadat, ambos nacionalistas exaltados, con dos objetivos: liberar a Egipto de la tutela británica y convertirlo en líder del mundo árabe.

En 1952, la monarquía fue derrocada por los Oficiales Libres. Al año siguiente, Nasser se convirtió en al Rais. Es decir, el presidente de la República Árabe de Egipto. Por último, en 1954, Nasser logró la retirada de las tropas británicas del canal.

El 26 de julio de 1956, en un acto que recuerda la gesta de Lázaro Cárdenas, Gamal Abdel Nasser nacionalizó el canal de Suez. El primer ministro británico, Anthony Eden, calificó la acción de “un robo” y junto con los franceses y los israelíes planearon una operación militar para derrocar al líder egipcio y recuperar el dominio sobre el conducto marítimo.

La operación militar anglo-francesa, con el apoyo israelí, fracasó pues los Estados Unidos no fueron informados. Asimismo, la Unión Soviética amenazó con usar armas nucleares contra los agresores, la opinión pública mundial rechazó la aventura imperial franco-británica, la libra esterlina se devaluó y, finalmente, el pueblo egipcio manifestó su adhesión total a Nasser.

Suez fue “una victoria política y hasta cierto punto económica para Nasser. Marcó el punto culminante del nacionalismo egipcio. Y terminó con la preponderancia británica en el Medio Oriente” (Stephens, Nasser, Pelican Book, 1971, pp. 246).

El canal de Suez complementa la identidad árabe-islámica de Egipto, pues la nación transcontinental tiene el mayor número de hablantes del árabe. En el aspecto religioso, 90 por ciento de los egipcios son musulmanes, y El Cairo es el centro intelectual y político del mundo árabe; en la cuestión geopolítica, Egipto ocupa una posición estratégica entre África y Asia y el canal de Suez sirve de enlace entre el mar Mediterráneo y el Océano Índico.

Ahora sólo falta ver si la ampliación es rentable desde el punto de vista económico. Eso el tiempo lo dirá.

Aide-Mémoire.- La devaluación de la moneda china y el aumento de la producción petrolera por parte de la OPEC no auguran estabilidad para la economía mundial.


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