- Jóvenes aguascalentenses sorprenden al dramaturgo argentino con montajes de sus obras
- El placer es la base de la dramaturgia, a partir de ella se recrean las historia para el público
Hace casi cuatro décadas en la pequeña provincia de Tucumán, ubicada al noroeste de Argentina, un pequeño amante de los cuentos y las historias brilló entre reuniones evangélicas familiares con su talento con la pluma; Martin Giner es ahora un dramaturgo contemporáneo con cientos de textos distribuidos por todo el mundo, que llegó a Aguascalientes sorprendido de que agrupaciones locales montaran dos de sus obras, que por cierto son sus preferidas.
Participante del Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano (Entepola) como tallerista de dramaturgia/escritura teatral, celebró la mezcla de perfiles con los cuales trabaja el taller, ya que tanto el tema de la edad, como de las nacionalidades y habilidades artísticas le permiten pulir los elementos que ya tienen para convertirlos -o al menos dejarles la semilla- en dramaturgos: “La verdad es que sería fantástico que este taller deje las ganas de escribir, porque siempre necesitamos más gente que escriba para teatro”.
Desde su perspectiva, hay tres facetas comunes para llegar a escribir, la primera es cuando un grupo empieza su rumbo con un texto de alguien más y en ocasiones un director, la segunda cuando ya evoluciona y algún integrante se convierte en director y la tercera cuando ya se anima alguien del grupo a escribir. En las tres es la necesidad la que los obliga a evolucionar y transformarse como escritores, pues en ocasiones aunque se tengan las ganas de trabajar algo no encuentran textos que los representen o que muestren lo que buscan, de ahí que nazca su necesidad de escribir algo propio que realmente los identifique como grupo.
Esto no sucedió con él: “Yo estuve como en otra onda, entré al revés; yo escribía muchos cuentitos e historias, como íbamos a una iglesia evangélica con mi familia un día escribí una historia para representarla con mi hermana al final de la reunión, no tenía nada que ver con lo religioso era meramente humor, aun así les encantó y nos pusieron un maestro de teatro”, a partir de ahí el camino en la dramaturgia se profesionalizó a la par que sus estudios como actor y director de teatro.
Martin Giner ha trabajado sin descansos los últimos siete años, basado en lo que le cause placer: “Puede ser desde una imagen que la vea, una canción que escuche o una idea que me cause placer, imagino que al espectador le causará lo mismo y alrededor de eso empiezo a armar la obra”.
A veces no todo es gozoso, pues esta idea de escribir del placer a veces se contradice un poco con el tema de escribir por encargo. Cuando tiene textos propios que nacen de su inspiración puede tardarse entre mes y medio y dos meses, pero cuando llega un trabajo por encargo la situación se complica: “Es fácil cuando nace de ti pero cuando llega de la necesidad de otra persona, uno tiene que encontrarle el placer a ese pedido”, en estos casos reconoce que a pesar de contar con un plazo, rara vez lo cumple. “Ahí me tardo mucho más, no sé hasta los dos meses y medio o más, cuando siento que me bloqueo trato de relajarme y ver cómo encontrar ese placer y perderme en lo negativo”.
Entre sus experiencias malas, este dramaturgo argentino compartió una reciente donde le encargaron un texto para audiovisual: “Es muy diferente el escribir para una serie de televisión que para teatro”, en el caso del audiovisual existe una gran cantidad de personas alrededor que opinan y meten sus ideas en el libreto o guión; además de que en la mayoría de las ocasiones creen que por entender la historia comprenden cómo funciona, lo cual no es lo mismo: “Una cosa es entender la línea y otra entender cómo esa historia funcionará en el espectador”. Al final, con tantas opiniones el autor tuvo que ceder a ciertas opciones a pesar de saber que no quedarían bien en la práctica.
Por el lado contrario, Martin Giner puntualizó una grata experiencia con sus textos Disección y Freak Show. Al llegar a Aguascalientes se percató de que dos agrupaciones hidrocálidas habían montado sus obras con una solución teatral perfecta para lo que el autor buscaba: “Son dos de mis preferidos, me gustan mucho; no es porque estemos en este lugar pero en verdad he visto otras puestas y lo que hicieron los chicos de aquí es magnífico”, compartió que el domingo volvió a reír de chistes que a pesar de tenerlos memorizados, la perspectiva aguascalentense hizo que reviviera su cariño por la historia.
Anteriormente Martin Giner trabajaba en un colegio en su provincia natal con el que mantenía un sueldo base, sin embargo, hace tres años decidió alejarse de la docencia y vivir de lo suyo. Al principio creyó ser “cosa fácil” pero es hasta este año cuando comenzó a organizar su vida como dramaturgo: “Para vivir del arte tienes que tomarlo primero como una profesión, como un trabajo formal, porque luego los que estamos del lado de las artes (no todos, claro) al no tener un jefe somos un poco holgados”, es entonces el primer reto a vencer, tomarse con seriedad y como un trabajo formal, ponerse un horario fijo, límites de entrega, cantidad de textos por tiempo determinado, entre otras normas internas.
Detrás de todo ese centenar de obras de Giner está todo un trabajo administrativo que el argentino reconoció ser lo que más trabajo le cuesta: “Las organizaciones que recaudan los derechos de autor generalmente no funcionan muy bien, hay grupos no organizados con el pago de los derechos de autor, hay que hacer una planilla de todos los pedidos para no repetir obras, en fin, tienes que ser responsable y hacer el trabajo de oficina aunque no te guste”.
En su caso, fue hasta hace pocos meses cuando decidió contratar a un colaborador que le apoyara con la parte administrativa, a partir de ahí considera que ha iniciado su etapa de profesionalización artística: “Si alguien quiere vivir del arte, primero tiene que profesionalizar el arte, si uno es amateur en la forma en que hace su arte, pues el rédito será muy amateur”, para este dramaturgo contemporáneo, sí se puede vivir de las artes y la cultura siempre y cuando se tenga ese compromiso de la seriedad profesional para ejecutar su disciplina.