- El Colegio de Psicólogos advierte que nulas o malas intervenciones pueden marcar de por vida a los menores
- Tampoco es recomendable victimizarlos, pues se interfiere con juicios y se desarrollan patrones de conducta
Es importante capacitar a los sicólogos que trabajarán para la Fiscalía General de Justicia (FGJ) para que ofrezcan una adecuada atención a los menores que han sufrido abuso sexual, dado que una mala intervención puede agravar las secuelas a mediano y largo plazo, advirtió el presidente del Colegio de Psicólogos de Aguascalientes.
Aurelio Coronado Mares consideró necesario diseñar protocolos de atención especializados en víctimas de violencia sexual a tempranas edades, con el objeto de ofrecerles ayuda sin interferir con el curso de las indagaciones, así como garantizar el respeto de los derechos tanto de los agraviados como de sus familiares.
Sobre todo se requiere actuar con sensibilidad y “no forzarlos a hablar sobre lo sucedido, o recibir terapia sin su consentimiento o incluso encararse con el agresor en contra su voluntad”, ya que cualquier intervención incorrecta puede alterar la percepción de los niños, ocasionando que adquieran actitudes de víctima, se encasillen en éstas y se contamine el testimonio durante el procedimiento legal.
El sicólogo reconoció que es común que las personas que experimentaron violaciones sexuales en su infancia sean estigmatizados por la sociedad: “Cuando se les empieza a tratar como minusválidos, dañados, como personas que ya tienen efectos para toda la vida, entonces éstos empiezan a percibir esta expectativa social y acaban por comportarse de una manera diferente”.
El especialista subrayó que durante los juicios en los que incide dicho delito se debe privilegiar el testimonio de los menores por lo que no se recomienda asistir a un sicólogo cuando la investigación se encuentra en curso, pues se corre el riesgo de que el testimonio no se pueda utilizar con efectos legales “cuando lo relatado ya pasó por las “manos” de un terapeuta o de los mismos familiares”.
Recomendó a los padres de familia que al concluir deben evaluarse los efectos de todo este proceso, que no necesariamente amerita tratamiento sicológico como tal, pero sí “sicoeducación”, es decir, información para sensibilizar a los tutores sobre el trato que debe de darse a los menores que enfrentaron juicios como éstos.
A decir de Coronado Mares, no se puede determinar el impacto de un ataque sexual de acuerdo con patrones porque depende de muchas variables el que persistan efectos a largo plazo “como la confianza o la traición que esto implicó, si hubo violencia, si fue una ocasión o fue en repetidas ocasiones, la edad que el menor tenía cuando sucedió y si lo recuerda o no lo recuerda, entre más graves sean estas variables mayor será el daño si no se recibe un tratamiento adecuado”.
Además, dijo, debe considerarse la resiliencia, es decir, la capacidad del niño para superar las circunstancias traumáticas en el corto o mediano plazo. Anteriormente se creía que las víctimas de violación desarrollaban propensión a cometer el mismo ilícito, sin considerar que esto no ocurre por regla y que, se ha demostrado, que quienes sufrieron en algún momento un abuso sexual también adquieren mayor conciencia y educan a sus hijos para no abusar ni ser abusados.
“Si las familias hacen lo adecuado, que es atenderlo de manera normal y solamente atender las necesidades que él mismo vaya manifestando, pues el niño no desarrollará efectos a largo plazo”, concluyó.