- El teórico holandés dictó la conferencia magistral Celebrando el derecho a la memoria sonora
- Destacó que se trata de un derecho humano y que los registros, más que nostalgia, son una necesidad
El reconocido teórico holandés de la comunicación, Cees Hamelink, aseguró que nuestra memoria, tanto personal como colectiva, es una guía indispensable para el futuro por lo que archivar información sobre nuestra evolución cultural es una responsabilidad conjunta, la cual nos distingue de las demás especies.
En conferencia magistral, el considerado Pensador 2015 por la Real Academia Belga de Ciencias y Artes destacó que “la enfermedad más devastadora que pueda afectar a una persona es la demencia Alzheimer que destruye la memoria humana, somos lo que recordamos, la memoria es nuestra identidad, sin memoria no tenemos una guía para el futuro, esto se aplica tanto a la vida personal y a la vida colectiva, también la memoria colectiva puede ser destruida, para mí un ejemplo dramático es la quema de los libros mayas por los conquistadores”.
Y es que, dijo el especialista en la charla realizada en la Fonoteca Nacional, la magnitud de la pérdida de los códices mayas sigue siendo inimaginable, pues nunca podremos saber su contenido. Por ello, el derecho fundamental a la memoria ya es parte esencial del catálogo internacional de los derechos humanos y la prohibición del genocidio ya incluye la prohibición de la destrucción de la memoria de un pueblo, que también se considera como un crimen a la humanidad.
Por otro lado, comentó que el derecho a la identidad cultural, que implica saber quién eres y de dónde vienes, es imposible de honrar sin la memoria y el archivo de nuestro pasado, por lo que los registros más que nostalgia, son una necesidad, una responsabilidad pública esencial, ya que requieren espacio físico y recursos para su conservación.
“Sin archivos iríamos juntos a una amnesia colectiva, desde el inicio de la historia de la humanidad hemos registrado recuerdos, nosotros somos los únicos animales que archivan, para la supervivencia del Homo sapiens es esencial el archivo”, pero lamentablemente, apuntó el especialista holandés, nuestra memoria es generalmente la de las élites, pues por ejemplo, se sabe mucho sobre el amor cortés en la Edad Media, pero poco de cómo la gente común amó en esa época.
Por otro lado, Cees Hamelink quien también es director del Archivo de Jazz de Holanda, aseguró que uno de los mayores desafíos del siglo XXI es crear sociedades comunicativas, donde los ciudadanos, a través de las fronteras de etnias, origen y clase social, puedan comunicarse entre sí, para lo cual dijo, la música puede ser un medio efectivo para afrontar ese reto.
Precisó que la música tiene un gran impacto, pues crea alegría y amabilidad, así como una buena disposición en las personas para ayudarse los unos a los otros, por ello es importante fomentar la educación musical de niños, no sólo como un proyecto cultural, sino de desarrollo social. Especialmente la música de jazz, dijo, enseña a los niños a escuchar, a colaborar, a expresar sus emociones y a la improvisación, pues el núcleo de este tipo de música es el diálogo.
Destacó que el Archivo de Jazz de Holanda incluye material del siglo XX como imágenes y documentos sonoros e impresos de su memoria del jazz, el cual es consultado por estudiantes, investigadores, músicos y aficionados y sugirió la creación de un archivo de jazz mexicano, como fuente esencial de la cultura mexicana.
En este sentido, la directora de la Fonoteca Nacional, Lidia Camacho, destacó que dicha instancia ya cuenta con una sección dedicada a la preservación del jazz y se trabaja con compositores como Tino Contreras, para la documentación y catalogación de sus acervos a fin de hacerlos accesibles al público, ya que de lo contrario, todo ese trabajo sería inútil.
Por su parte, Mercedes de Vega, directora del Archivo General de la Nación, reconoció que el tema del derecho a la memoria sonora resulta oportuno, sobre todo ahora que se registra una agresión auditiva que es socialmente aceptada, aunque se trata de una forma de violencia.
Indicó que a pesar de que el aumento del volumen en los espacios públicos resulta peligroso, al parecer no es una preocupación para los ecologistas sonoros.
Con información de Conaculta