- Celebran los 50 años del libro emblemático de Salvador Elizondo en el Palacio de Bellas Artes
- Farabeuf no tiene una definición genérica. Es como un gran poema
Farabeuf provoca una trepidación entre nuevos lectores. Es una interposición de imágenes que continúa siendo una obra de ruptura y una conmoción literaria, coincidieron Javier García-Galiano, José de la Colina, Anamari Gomís y Paulina Lavista, quienes participaron en una mesa redonda, este domingo 16 de agosto en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, para conmemorar el 50 aniversario de la publicación del emblemático libro de Salvador Elizondo.
Esta actividad se sumó a una exposición que actualmente se presenta en la Sala Justino Fernández del recinto de mármol, donde se ofrece un recorrido por todo el trabajo de investigación que realizó el autor para escribir Farabeuf.
El libro, cuyo nombre hace referencia a un médico que escribió un manual de cirugía, narra desde distintas perspectivas y ángulos, y con varios elementos de la cultura china, la recreación de un mismo instante.
El escritor José de la Colina recordó que hizo amistad con Elizondo a partir de su interés en las películas y fue una tarde, después de salir del cineclub del IFAL, que quedó impactado con la imagen del libro Las lágrimas de Eros, de George Bataille, donde aparece un supliciado con la ejecución china conocida como Leng t’ché o muerte por mil cortes, lo cual inspiró a realizar este libro al que no podría encasillarse en un género.
“No estoy seguro si es una novela. No tiene una definición genérica. Es como un gran poema”, dijo sobre Farabeuf, que le mereció a Salvador Elizondo el Premio Xavier Villaurrutia, con tan solo 32 años de edad.
“Prefiere la palabra escritura a la palabra literatura. Sospecho que llegará el día cuando privilegie la palabra grafología. Salvador Elizondo, habitante único de su isla, un universo hecho de escritura, de una escritura que se refleja en el espejo de ella misma, pasando por una variedad de motivos extraños. Una escritura de la escritura y a la vez una estética y una metafísica de la mirada con las cuales el escritor, comenzando por fascinarse el mismo, busca fascinar al lector”.
Javier García-Galeano habló de la importancia del libro oracular chino I Ching y destacó el libro La presencia del I Ching en la obra de Octavio Paz, Salvador Elizondo y José Agustín, publicado por el investigador de origen coreano Joung Kwon Tae: “De acuerdo con Joung Kwon Tae, la dualidad antagónica es una de las principales preocupaciones en Farabeuf, el ying y el yang, el oriente y el occidente, el recuerdo y el olvido, la pregunta y la respuesta, el placer y el dolor, el instante y la eternidad, el movimiento y la movilidad, la luz y la sombra”.
Agregó que Salvador Elizondo comprendía que dividimos el mundo en dos partes: pasado y futuro, mientras que para el pensamiento chino eso que dividimos en dos partes es infinitamente divisible, por lo cual esta cultura no se pregunta qué es el mundo, sino cómo está el mundo.
La escritora y académica Anamari Gomís destacó que en esta obra Elizondo apostó por una fenomenología de la creación literaria y en concreto de su propia poética y citó las propias palabras del escritor: “El suplicio es una forma de escritura, asistes a la dramatización de un ideograma. Aquí se representa un signo, y la muerte no es sino un conjunto de líneas que tú, en el olvido, trazaste sobre un vidrio empañado”.
Señaló que es un libro en el que la memoria, el eros, la muerte y el amor, incluso son una interposición de imágenes. “Una invención del mundo y que hoy a 50 años de su publicación continúa siendo una obra de ruptura y sin lugar a dudas una conmoción literaria”.
La fotógrafa Paulina Lavista, viuda de Salvador Elizondo, adelantó que además de la exposición habrá un documental en torno a Farabeuf y una edición especial editada por el Colegio de México que se presentará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre próximo, la cual contendrá la génesis de la novela.
Con información de Conaculta