En cualquier momento estarán convocándose a los habitantes del Distrito I a participar nuevamente en la elección de su representante en la Cámara de Diputados. Se trata de una posición estratégica en la relación del estado con el Pacto Federal, sobre todo para la atención de diez municipios donde reside el 15 por ciento de la población de Aguascalientes y que demanda urgentemente de la igualdad en el ejercicio de las políticas públicas y de su consideración para ser parte de ese desarrollo que sólo privilegia a la capital.
La sentencia definitiva del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) indudablemente que caló en todos los ánimos. Nos dimos cuenta de las diferentes reacciones que hubo en la clase política, desde la descalificación hasta la humilde aceptación.
Lo cuestionable es que a estas alturas del avance democrático aún se den esos sentimientos que buscan atar cabos en la perspectiva de las pasiones partidistas y denigrar a una institución como es el TEPJF, que ha sido facultado para operar como árbitro electoral, precisamente en asuntos en los que imperan los intereses partidistas en busca del poder para crecer y no para servir a la sociedad.
Siendo ajeno a ese linchamiento al que se han sometido a los administradores de la ley y el de pretender permear entre la sociedad como una gran pérdida a la democracia, es necesario pensar con cabeza fría sobre la real esencia de la resolución del Tribunal Electoral.
En efecto, los magistrados sancionaron sobre las consecuencias de una conducta antijurídica mostrada el pasado 7 de junio con la intervención de la alta autoridad en el proceso electoral y el propósito no dicho de una influencia entre los testigos presenciales, los seguidores de las redes sociales y quienes se enteran a través de los diferentes medios de comunicación.
Yo no tengo la menor duda que se trató de una decisión drástica de los magistrados, pero que así lo ameritó para dejar un precedente a las autoridades de todos los órdenes de gobierno para que entiendan de una vez por todas, que este país ya cambió y que dispone de nuevas reglas en los procesos democráticos.
El haberse tolerado el hecho abriría en lo sucesivo a que sean más los que incurren en los actos ejercidos en la ilegalidad y en desestimar el deber del ciudadano y de los partidos a la denuncia fundada.
Precisamente ya no podemos permitir ni ocultar esas conductas que se han venido haciendo de forma ventajosa y en la sombra de la sospecha. Todo proceder de la autoridad y por el bien de los mexicanos debe ejercerse en la luz de la transparencia.
Dejar que los errores como ese persistan en el sinónimo de la tradición y conveniencia de algún partido y más si se encuentra en el poder, es dirigirse a una dictadura.
Me apasiona la política y la experiencia en los distintos cargos que he ejercido, he entendido que nuestro ejemplo indudablemente influye en determinadas personas. Que nuestros actos, aunque parecieran insignificantes, sí logran captar la atención para bien o para mal de otros semejantes.
Incluso, basta documentarnos en la historia de cómo incluso los colores de nuestra preferencia, los que distinguen a un partido o el emblema a un gobierno, tienen un efecto psicológico directo e indirecto que influye en los estados de ánimo ya sea de forma individual o colectiva.
Quienes están mejor relacionados con el marketing político nos describen que hay distintas formas para influir en las actitudes y comportamientos de otros, más aún si se trata de un liderazgo o una posición de representación estratégica.
Basta un gesto o una señal para persuadir a la conformidad, a la aceptación y a la obediencia.
Manipular a la sociedad bajo cualquier estrategia es dejar a un lado la ética y no considerar las consecuencias que pueda acarrear.
En la política, un propósito manipulador sin el más mínimo esfuerzo puede transportar a una intención que tratándose en el poder, logra corromper -por así decirlo- hasta al más noble.
Por ello, creo que el Tribunal Electoral entendió que la cancelación de la elección era mejor a que se siguiera perdiendo el respeto a la sociedad y que la imagen de las instituciones siguiera en caída libre en cuanto a su credibilidad; y es que en cualquier escenario de nuestra vida, cuando se pierde la vergüenza el orden queda a la deriva.
Para quienes se resisten al nuevo foro de la democracia recuerdo un postulado de San Agustín, bien aplicable al tiempo y al momento de Aguascalientes que dice: “Los que no quieren ser vencidos por la verdad, son vencidos por el error”.