Derechos humanos y salud mental / Análisis  de  lo  cotidiano - LJA Aguascalientes
24/11/2024

Recientemente la autoridad federal dejó claramente establecido que las parejas de un solo sexo tienen derecho de adoptar niños. La polémica no se hizo esperar y por doquier surgieron voces a favor y en contra. Y de todos estos clamores, destacó la declaración de la Comisión de los Derechos Humanos: No hay discusión, las parejas homosexuales pueden adoptar un niño si lo desean. Por supuesto, esto no fue suficiente para detener las opiniones, las cuales siguieron a cual más airadas o serenas. Hay algo que destacar en la mayoría de los comentarios realizados en la radio, la televisión y los medios impresos, la falta de información. Tanto los que hablaron a favor como los que se opusieron dejaron en claro que hablaron siempre desde la perspectiva de los derechos, no del conocimiento. Y no es que esto sea malo, simplemente es desalentador. En pleno siglo XXI la sociedad se expresa sobre temas científicos sin saber de lo que están hablando. Carl Sagan, el astrónomo creador de la exitosa serie de televisión Cosmos, narraba la anécdota de que en una ocasión un taxista lo reconoció y le dijo que a él le gustaba mucho leer sobre ciencia. Sagan le preguntó cuáles libros había leído y el chofer mencionó varios libros sobre profecías de las pirámides, ovnis y visitas de extraterrestres. Carl consideró que la culpa no era del buen hombre, sino de los mismos científicos que saben crear ciencia pero no saben difundirla. Expresó que era una obligación de los académicos dar a conocer sus hallazgos a nivel popular, no solamente en congresos y revistas para iniciados. Por ello es explicable, aunque no justificable, que en pleno 2015 existan personas que se resistan a las vacunaciones, que estén en contra de las transfusiones, que rechacen la vasectomía y crean que la homosexualidad es una preferencia. En cuanto a la salud mental, el desconocimiento es aún mayor, lo que ocasiona que a los enfermos mentales no se les comprenda y, por lo mismo, no se les ayude como debería ser. Es triste, pero en la actualidad muchas personas siguen creyendo que una persona puede convertirse en psicótica por estudiar mucho, por tener muchos problemas o por conflictos en el trabajo. Todavía hay resistencia de la familia a llevar al paciente al psiquiatra y mucha más para internarlo en un hospital de esa especialidad. Es posible que antes le lleven al curandero o al exorcista. Amigos y familiares del paciente neurótico consideran que pueden ayudarle con frases tales como “Todo está en tu mente, sufres porque quieres” o “Échale ganas, sonríe y disfruta la vida” o “Tómate una copas, todo se alivia con el alcohol”, lo cual muestra un grave desconocimiento de la enfermedad mental y en consecuencia dificulta su tratamiento. Y pensándolo bien ¿Cuáles son los derechos humanos del enfermo mental? No es difícil deducirlo: Ser comprendido y aceptado por familiares, amigos y compañeros. Recibir atención por médicos y psicólogos especializados. Ser protegido en su trabajo, con incapacidades y pensiones. Recibir apoyos de las instituciones para medicamentos, hospitalizaciones y psicoterapia. Suena fácil, pero en la realidad es extraordinariamente difícil. El párrafo cuarto del artículo 4 constitucional establece que todo ciudadano tiene derecho a la salud. Sólo que del verbum al factum hay una enorme distancia. Ninguna institución de salud pública en México garantiza que un paciente neurótico, esquizofrénico, bipolar, con retardo mental, autista, con déficit de atención, anoréxico, ludópata, con personalidad psicopática o sociópatica reciba los cuidados de un especialista, de manera gratuita, continua y que además se le conserve su trabajo o reciba protección económica. No existen en el país asilos suficientes, adecuados y de calidad para los enfermos mentales crónicos. No existen los clubes o grupos de orientación profesional de calidad para los familiares y los pocos que existen no tienen presupuesto o apoyos oficiales. En 2004 la Cámara de Diputados publicó “La salud mental en México”, un trabajo del Servicio de Investigación y Análisis de la División de Política Social del Congreso Federal. El documento es realmente hermoso, bien elaborado, clínicamente fundamentado y pletórico de buenos propósitos. Hasta ahí llegamos. Establece (consagra, dicen los políticos) una larga serie de beneficios, derechos y servicios que simple y sencillamente no se cumplen. Y ya lo sabemos, los mexicanos somos especialistas en decir lo que se debe hacer, pero no en cómo hacerlo. O sea que la salud mental seguirá resolviéndose con una palmadita en la espalda y un “Échale ganas, todo está en tu mente, sufres porque quieres”.

 

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