Aún y con los avances tecnológicos y la evolución de las sociedades, no se han logrado erradicar las distintas formas de esclavitud en la humanidad; por el contrario, pareciera que la avaricia y el poder son los que nutren al menos la trata de personas, un delito que pareciera común.
Se trata de un fenómeno que si las palabras con las que muchos han abordado el tema se tradujeran en resultados, definitivamente no estaría en nuestro presente, en nuestro medio, pero no es así.
Existe una estrecha relación de la trata de personas con la corrupción de los pueblos, la migración y las condiciones de pobreza de la gente, sin excluir la descomposición social que se padece ante la pérdida de valores.
Justamente me enteraba por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que en el mundo al menos unas 20 millones de personas padecen ese tipo de esclavitud, de abuso y de opresión a sus derechos elementales. Por supuesto que México no se encuentra excluido de la situación y en ese caso se dice que habría al menos unas 20 mil personas en esas condiciones.
Preocupante es también que, por cada víctima de trata de blancas o de personas, se calcula hay 20 víctimas no visibles. Son los casos que se callan incluso desde el seno de las familias íntimamente relacionadas.
Se ha sabido que la trata está presente en 152 países donde las leyes y la misma procuración de justicia no muestran significativos avances contra ese delito. Cifras oficiales refieren que únicamente el 40 por ciento de las naciones involucradas reportó hasta una condena al año al comprobar el hecho. En la última década, en México sólo se han conocido 18 procesados.
Los niños, y en particular las mujeres, son los sectores de la población más vulnerables a ser esclavizadas a cambio del dinero ilícito.
Según la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), son las mujeres desde muy corta edad, las que enfrentan una mayor presión familiar por encontrar una alternativa económica con qué aportar en los gastos de la casa. Ante la falta de apoyos y de oportunidades para su desarrollo, algunas caen en el interés de quienes sólo las ven como mercancías para la explotación económica, laboral y sexual.
Con pleno conocimiento, la ONU ha alertado sobre las redes de trata de personas que operan con eficacia en países donde el Estado de Derecho es débil. Y encuentran como alternativas preventivas el combate a las prácticas de lavado de dinero y en asumir un mayor compromiso en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado de escala transnacional.
Considero que en México tenemos una tarea muy importante que cumplir sobre este tema. En mi responsabilidad en el Senado de la República, hace casi dos años me sumé y apoyé la propuesta de la Comisión contra la Trata de Personas, a efecto de exhortar al presidente de la República a establecer una estrategia nacional y permanente contra el ilícito.
Ello implicaba que desde el año 2014 se conmemora en México el Día Mundial contra la Trata de Blancas, pero no para realizar actos oficiales con discursos alusivos o encantadores, sino para afianzar año con año una lucha que requiere de más resultados.
Si bien, nos mantenemos en el compás de espera para evitar ese tipo de actos que lastiman la dignidad, la salud y especialmente los derechos humanos de las personas, no debemos cesar en el esfuerzo que involucra la participación de la sociedad y las autoridades para desterrar de nuestros medios todo tipo de abuso.
Su alcance amerita también una estrecha coordinación entre las naciones para ser intolerantes con las prácticas que tratan a las personas como objeto o producto sexual.
La niñez merece integrarse al desarrollo pleno; vivir su etapa de la vida con felicidad y en las condiciones de bienestar suficientes. Mujeres y hombres deben disponer de todas las herramientas incondicionalmente, para su realización como personas y profesionistas.
En los más de dos mil años en la historia de la humanidad, los episodios que refieren la esclavitud dan muestra de las imborrables marcas que deja en contra de la salud de los pueblos.
Se vuelve imprescindible desterrar la trata de personas de nuestro medio con medidas entre las que se puede citar un sistema de justicia accesible, capaz y confiable que además disponga de la reparación de los daños que sufren las víctimas.
En su momento, Abraham Lincoln consideró que es difícil hacer a un hombre miserable mientras sienta que es digno de sí mismo.
Retomo sus palabras porque en el tema que hoy refiero, es importante mantener el autoestima en alto. Entender nuestro valor como personas, para de ahí hacer valer nuestros derechos y exigir el respeto que merecemos.