- Estereotipos y normas sociales en el sistema patriarcal mexicano por Marcela Lagarde
- El sistema patriarcal hace uso de estereotipo de la madresposa, la monja y la puta para reforzarse
La antropóloga feminista, Marcela Lagarde y de los Ríos, ofreció una conferencia al público en general en el marco del seminario Igualdad y violencia de género, impartido en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en la que se retomaron algunos de los aspectos encontrados en sus investigaciones para la realización del libro Los Cautiverios (coeditado por Siglo XXI y la UNAM).
Entre los estereotipos clasificados con base en metáforas sociales destacan cinco: madresposas, monjas, putas, locas y presas. La autora aclaró que no son considerados arquetipos porque son una construcción en el ámbito ideológico, teórico, normativo y a veces jurídico, los cuales se crean sobre las identidades de las personas concretas: “Nosotros nacemos en una cultura, y en ese nicho cultural están vigentes todos los estereotipos sociales, políticos, culturales, económicos, de todo”.
Las madresposas
Al considerarla una educación que pasa de generación a generación, de persona a persona, decidió iniciar con las madresposas: “No pueden ser separadas porque siempre es una sola construcción”, las prácticas sociales crean el estereotipo de ser educadas las mujeres para ser madres y esposas; porque en la cultura, el género -desde sus investigaciones- es una de las grandes aportaciones a la historia, el cual no se da de forma natural, sino que se construye; a todas las mujeres sin excepción se les prepara, directa o indirectamente, a ser madresposas.
En cuanto a la maternidad de la mujer, destacó que no sólo es para con los hijos, pues la maternidad siempre se suma al trabajo doméstico y al que pueda realizarse fuera del hogar o en la comunidad en general: “al final te enseñan a que hay que someterse, a darle todo lo que pida y hasta lo que no pida también”.
Para Lagarde y de los Ríos todo este sistema que se vive en México es un método patriarcal: “vivimos en el patriarcado en pleno siglo XXI, así que entiéndalo y sépanlo”, para que el patriarcado exista en todos los ámbitos de la vida social, política y cultural necesita estos recursos como el estereotipo de la madresposa.
Quienes reproducen este sistema muchas veces son las propias víctimas, por desconocimiento, ya que se enfatiza como un sistema de dominación: “el poder no sólo se ejerce por corrección, sino también por consenso, para que haya uno debe haber dos, y cómo no tenerlo si están millones de mujeres pegadas a las telenovelas”, es por ello que recalcó que todo el mundo vive un modelo patriarcal conservador que no acepta cambios.
Las monjas
La investigadora recalcó que en este país la iglesia católica es una de las instituciones constructoras de género y de la sexualidad, con sus prohibiciones (pecados), la gracia (pureza) y la desgracia (impurezas), implicaciones que permean en las familias y comunidades con su poder implícito.
“Las monjas son el estereotipo llevado al extremo de la pureza exigida en todas las mujeres”, en las religiosas esta construcción es a través de los votos fundamentales: la castidad y la obediencia. Aquí comentó que la vida misma, en general, está regida por estos votos: “es hasta que hagas un análisis simbólico cuando te das cuenta de esto”, hay castidad exigida en las mujeres porque si no se les consideran putas; y una obediencia exigida en las madresposas porque si no, son fracasadas en su papel de mujer.
Putas
Puta es un calificativo para sancionar a cualquier mujer que transgreda la línea común de los estereotipos, la académica las señala como una forma de realizar un control político y social en el sistema patriarcal.
De acuerdo con la condición de género, si no eres una madresposa y andas “de cascos ligeros” se te considera una puta; el sistema social señala que son las mujeres que no cumplen con los mandatos estereotipados de la sexualidad, por eso resaltó que a pesar de que el sistema es tan rígido, cualquier mujer ha cometido alguna falta en su vida, desde dar un beso a un niño detrás de la puerta en el recreo hasta haber tenido relaciones sexuales.
Presas
La clasificación de las presas se señala como la de mayor identificación femenina desde sus diferentes espectros; ya que muchas mujeres se apegan a los códigos establecidos, como el pedir permiso para todo, negociar actitudes y acciones para poder trabajar fuera de casa; llegando a argumentar con mentiras las razones de por qué es violentada, entre otras más.
Marcela Lagarde y de los Ríos dijo que las prisioneras en las cárceles mexicanas -en su mayoría- se han involucrado en hechos ilícitos por someterse a la voluntad de un hombre, como vender drogas, hacer fraudes o robar; la codependencia masculina es una de las fortalezas del estereotipo de género.
Adquisición de pautas de género
Dentro de este estereotipo binario tan estrecho se subraya la adquisición de las pautas de género para el hombre sea un “hombre de verdad” y las mujeres cumplan con sus labores de género.
“Desde muy niños se les enseña a ser violentos y tiranos, luego vemos a chiquitos de tres años con pistolas de juguete recibiéndote con un te voy a matar”, la agresividad es parte de los estereotipos sociales en el varón, de quien se exige saber dominar -especialmente con las mujeres- mediante los recursos subjetivos para ser un macho.
“El sistema es tan cuadrado que por eso lo primero que le prohíben a las mujeres es ser hombre y viceversa”, pero luego en el mundo contemporáneo hay movimientos civiles que han puesto en duda el estereotipo al hacer fuertes críticas de ese contrato de género, y aparecen las personas trans, que se reconocen como mujeres aunque la construcción de género les imponga ser hombres.