Decía el economista español Francesc Cambó que hay dos maneras seguras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable. Tal apostolado se está haciendo presente en Aguascalientes como en al menos otros ocho estados del país, con la crisis en el abasto de gasolina.
Y lo señalo porque ante la falta de una información oficial y convincente sobre este problema que hoy nos aqueja, la duda resalta sobre la verdadera eficacia de la Reforma Energética con la que se pretende volver competitivo a Petróleos Mexicanos y que logre superar exitosamente la apertura del mercado nacional a las gasolineras de otros países, entre otras intenciones.
El agotamiento de las gasolinas para el abasto local y nacional se advirtió con mucha anticipación por los propios franquiciarios de las 130 estaciones de Pemex, que con profunda preocupación levantaban una voz de alerta que se perdía en la insensibilidad de las autoridades competentes.
Pero no fue hasta en los últimos días, cuando las reservas tocaron fondo. La paraestatal dejó de surtir y la sociedad entró en un pánico que derivó en compras de desesperación; en prácticas de almacenaje que sólo ha puesto en riesgo la integridad física de quienes la practican y lo peor, en una cierta parálisis sobre la actividad económica y laboral de los aguascalentenses.
Lejos de resignarme por lo mal que le estaba yendo al estado con el problema o conformarme con la afectación económica de los aguascalentenses y lamentar la negligencia de Pemex, como representante del Pacto Federal, me comuniqué directamente con el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, para solicitarle respetuosamente que, en su calidad de cabeza del sector, pudiera remediar la situación.
Me sorprendió un tanto su respuesta, al señalarme que desconocía que eso estuviera pasando en Aguascalientes y no lo dudo, porque de estar bien enterado seguramente su intervención hubiera sido oportuna y efectiva.
Reconozco al mismo tiempo su disposición de solicitar al director general de Pemex, Emilio Lozoya, una atención prioritaria en Aguascalientes, a fin de ir resolviendo la crisis, que por cierto, tardará días en concluirse.
El desabasto de combustibles ha dejado distintas lecciones en Aguascalientes y en el país. Una de ellas, que no estamos preparados como sociedad, a proceder en la calma ante cualquier caso de contingencia especial, ya sea provocada por algún fenómeno natural o de índole económico y político.
Pemex justificó el desabasto a la ordeña de los ductos de Pemex que ha hecho la delincuencia organizada. Que por ello, se tuvo que implementar una medida pero que en la práctica careció de una adecuada previsión y de una logística efectiva.
Pero hay entre la sociedad, una poderosa duda sobre la efectividad de la Reforma Energética, que a pesar de todo, no ha logrado hacer de Pemex una empresa competitiva y rentable.
Al menos la incógnita prevalece en la mayoría de los más de 400 mil propietarios de vehículos que en unos días han constatado con angustia cómo escasean las gasolinas magna y premium, así como el diésel.
Lo avala su experiencia por los malos momentos que vivieron al sacrificar su tiempo laboral o de convivencia con sus familias con tal de conseguir la gasolina para desplazarse y no afectar más los ineludibles compromisos en la empresa, la escuela de los hijos o la atención oportuna en alguna emergencia.
Quien menos pierde con el desabasto de las gasolinas y el diésel es el gobierno, porque de alguna forma recupera y hasta puede ver incrementada por las compras de pánico, la recaudación por el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios Estatales a Gasolinas.
Se trata de un gravamen que en el primer semestre del año ha crecido en la captación de ingresos en un 25 por ciento con relación al mismo periodo del 2014, logrando una distribución a los estados por casi 11 mil millones de pesos por tal concepto.
Una vez más insisto sobre los riesgos de la aún inoperante Reforma Energética. Otro de los asuntos en los que ha quedado a deber es en lo relacionado a la producción de gasolina. Hoy se sabe que el 51 por ciento del combustible que utilizan los vehículos en circulación es importado.
Pemex admite que de enero a mayo del presente año ha crecido en casi el 11 por ciento la importación de gasolina para surtir la demanda nacional alcanzando los 395 mil 600 barriles; mientras que en el diésel ha superado en un 16 por ciento sus compras al extranjero con alrededor de 140 mil barriles.
México, como un país petrolero, necesita incrementar su autosuficiencia en la producción y tratamiento del petróleo; en la modernización de su infraestructura y en la adopción de prácticas apegadas a la legalidad y la transparencia.
Pemex requiere sacudirse de ese mal que le provoca un sindicalismo corrupto, que ha frenado su competitividad y sólo ha venido a satisfacer el apetito de líderes que están más preocupados en su bienestar y el de su familia, que el de los mexicanos en común.
También como autoridades, es indispensable ser más certeros en la prevención y atención a situaciones que afectan a la sociedad y el buen desempeño del estado.
Pero lo fundamental es y será, informar con oportunidad y con claridad a la sociedad sobre los hechos que le afectan y cómo poder resolver juntos una situación complicada.
Es por el bien de México, de Aguascalientes y de todos.
* Senador de la República