La semana pasada hubo, tanto a nivel nacional como internacional, dos eventos de mucho significado. Uno de ellos sería al que le podemos llamar la ronda 0, protagonizada por el Gobierno Federal y el famoso Joaquín Chapo Guzmán, el cual, con su presunta fuga, o el que lo hayan dejado ir a través de la corrupción que nadie duda existe en el ámbito de seguridad, logró hacer un boquete a la administración actual de consecuencias aún no cuantificadas, dejando ver la inoperancia de todas las estrategias que nos habían dicho están siendo implementadas con un nivel internacional; ahora nos explicamos el porqué hay reos que no pueden salir, no porque no quieran o la ley no se los permite, sino por falta de recursos económicos y el buscar complicidades que les permita “salir”.
Esta ronda 0 tiene repercusiones en la credibilidad gubernamental, de por sí muy menguada, así como en la carrera política de varios funcionarios, que han demostrado con creces que no están a la altura de las circunstancias; y ahora nuestros vecinos del norte pidiéndonos cuentas por un delincuente, que según ellos, debería estar en una cárcel de los Estados Unidos, aunque no sea de “alta seguridad”. Por lo tanto las explicaciones del comisionado de Seguridad Pública Nacional, aparte de inverosímiles, también provocan la burla de la sociedad, sobre todo por el haberse construido un túnel tan exacto, llegando exactamente a donde estaría el evadido, y el romper un piso de concreto sin que nadie escuchara ruidos. Lo anterior es algo muy difícil de digerir. Esto marca un parteaguas en la administración federal muy difícil de reparar; una ronda 0 que obliga a partir de cero en la gobernabilidad. Ahora nos damos cuenta el porqué nos informan que los secuestros y extorsiones de mayo a junio subieron 28%, de acuerdo a datos de la organización Alto al Secuestro.
Por otro lado, se celebró la ronda 1, producto de la Reforma Energética, que según las autoridades nos iba a lanzar a las ligas mayores de los países desarrollados y nos dimos cuenta que de 50 empresas, que se había informado a través de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, que estaban interesadas en participar en este evento, donde se ofrecieron catorce campos en aguas someras para la exploración de petróleo, sólo se presentaron nueve el día de dar los resultados de la licitación; y de ellos sólo hubo cuatro postores, a los cuales se les asignaron los campos dos y siete, y los otros nueve no presentaron oferta, y cuatro las presentaron muy por debajo del mínimo establecido por la Secretaría de Hacienda y la Secretaría de Energía, por lo que fueron descalificados. O sea que sólo se asignó el 14%, de un 50% mínimo, que se esperaba como resultado.
Ahora las autoridades dicen que no fue un fracaso, que vienen otras rondas y que en ellas las cosas saldrán mejor. Ya se parecen a la selección mexicana de futbol, que siempre, luego de sus fracasos, nos prometen que el siguiente partido será mejor, e ilusionan que vamos a ser campeones, a pesar de su falta de enjundia y profesionalismo. Así que ahora sólo nos queda esperar para ver resultados.
Debemos tomar en cuenta que quienes manejaron este proceso parecen novatos o inoperantes en estos menesteres, pues en lugar de esperar un mejor momento se empeñaron en sacar la licitación cuando en dos semanas el barril de petróleo ha bajado 12 dólares, y cuando el mercado internacional se va a inundar de oferta de petróleo ahora que Irán volverá a entrar al mercado, al llegar al acuerdo nuclear y se levanten sus sanciones; y en momentos en que la empresa estatal Pemex está en una situación desesperante, con pasivos ya impagables y su producción en picada, dejando al país en manos del gas y gasolina extranjera; y aún así con faltantes en los suministros y sin dinero para participar en exploración y explotación de hidrocarburos.
Fue una semana con dos rondas llenas de riesgos para nuestra nación.