En silla de ruedas, con un sombrero de copa multicolor y un banderín, una octogenaria marchó con alrededor de 200 personas por el centro de la ciudad. El contingente era en su mayoría de jóvenes y adolescentes, aunque varios padres y madres de familia, así como algunos niños quienes agitaban banderas y ante dragas y una chica en tanga -al estilo de Dita Von Teese- simplemente continuaban con su vida, sin morbo punitivo. Al llegar a la calle Madero, a lado de la plaza cívica principal había un grupo importante de espectadores, mirando el desfile de personas que diariamente están en el patíbulo expuestos a escupitajos, pero esta vez miraban sin odio, contemplativos. Soy hijo del heteropatriarcado, hijo de un padre convencido a casarse por la solvencia económica de mi abuelo, hijo de una madre engañada y humillada en casa, sobrino de una tía que llegó al hospital por los golpes de quien se creía su dueño, sobrino de un tío a quien le explotaron los intestinos a patadas por ser homosexual, amigo de chicas golpeadas que lo soportan por salir de casa. Soy hijo sobreviviente del heteropatriarcado y ese día caminé a lado de otras personas que aún pueden celebrar la vida, con la esperanza de ser libres como el resto, de formar una familia y poder protegerles. Tomé de la mano a mi pareja, sonriendo sin poder contenerme, agradeciendo de ser testigo de este proceso, aunque duro, de transformación social.
En todos los estados de la unión norteamericana es legal el matrimonio civil entre personas, sin importar su sexo, lo cual es un reconocimiento a la soberanía que radica en la ciudadanía, a la voluntad como esencia del derecho civil y a los derechos de cada individuo de dirigir su vida con autonomía y libertad, más que una pleitesía al amor. Sin duda, al ser un hecho totalitario para dicho país, esta noticia impulsó múltiples acciones y manifiestos de celebración por entidades políticas e instituciones, tanto de Estados Unidos como de otras naciones, lo cual levantó críticas por nacionalistas y escépticos. Es necesario aceptar que el Estado de franjas y estrellas es central en la geopolítica del mundo globalizado, lo cual seguramente acelerará el posicionamiento del matrimonio civil igualitario en las agendas de otros pueblos, y aunque se le quiera nombrar tendencia o moda, lo cierto es que esto es benéfico para abonar rumbo a la democracia activa y congruente.
Este suceso se dio a conocer un día antes del Gay Pride (Día del Orgullo Gay), lo cual empató con diversas campañas publicitarias. Quienes hayan pensado que poner un filtro de arcoíris en las fotos de perfil de Facebook fue una boba práctica de malinchismo y seudoactivismo por el reconocimiento del matrimonio igualitario en México están errados, pues sólo fue una aplicación lanzada por la empresa de Mark Zuckerberg por el Pride, aunque muchas otras organizaciones generaron publicidad de pánico al conocer la resolución del Estado norteamericano, entre ellas la Presidencia de la República, que irónicamente debería haberse pronunciado y generar comunicados de gran envergadura desde antes, cuando se dio a conocer la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, o tal vez simplemente se pensó como muchas otras personas e instituciones: es muy arriesgado, la sociedad no está preparada… ¿Preparada para qué?, para saber que en México el matrimonio civil, incluso entre personas del mismo sexo, debe permitirse en todo el país aunque en los estados del interior se argumente que por las leyes locales no es posible. En realidad, quienes pugnan y se ostentan como adeptos de la libertad, la democracia y el reconocimiento a las minorías tuvieron razón de celebrar este último sábado de junio.
Con la resolución de la SCJN, también las personas del mismo sexo podrán contraer matrimonio civil, a pesar de que en principio les sea negado y tengan que someterse a un proceso especial. Aquí radica el gran cuestionamiento que debe realizarse al gobierno mexicano: a pesar de la resolución de la SCJN, el ejecutivo no se ha pronunciado ni emitido instrucciones a los congresos del interior para que cambien sus códigos civiles y no caer en inconstitucionalidad, lo cual es su responsabilidad como vigilante del cumplimiento de las leyes y el pacto social por el que surge un Estado. Sólo hasta ese momento México será noticia y, tal vez, las instituciones y empresas del país también celebren aunque sea por cuestiones clientelares. A pesar de ello, los medios de comunicación y la sociedad civil organizada deberían visibilizar e informar sobre este suceso en el país con sus detalles para evitar impunidad.
Sin embargo, también se debe prevenir un posible escenario. Los millones de afiliados al IMSS e ISSSTE podrían incrementarse, una reforma de privatización de la seguridad social está latente, y una de las estrategias de podría utilizar partidos y organizaciones serviles de dogmas podría ser el culpar de un declive económico a la población no heterosexual -como se señaló a los judíos durante la Alemania Nazi-; por lo cual, las organizaciones de la sociedad civil y las instituciones que velan por los derechos humanos deberán estar atentas a cualquier cambio de juego político que pueda atentar a las garantías individuales.
Esto bien lo sabe la iglesia católica, y hago referencia a esta institución religiosa puesto que es la única con visibilidad y poder en la sociedad mexicana. Desde hace días inició con jornadas de oraciones, velaciones en templos, marchas y promulgaciones. Si bien, debe reconocerse que está en su derecho de manifestar su visión del matrimonio religioso, como organización dogmática, es de suma importancia que las opiniones que emiten sus ministros sean vigiladas y en su momento sometidas a procesos penales, pues la discriminación y su promoción están prohibidas por diversos mecanismos, incluyendo el artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Aunque una ligera línea separa la libertad de expresión religiosa y la promoción de la homofobia, la población de la disidencia sexual debe estar atenta y unificar acciones para emprender, si se presenta el caso, denuncias de ciudadanos contra ciudadano clerical por las vías pertinentes para evitar la impunidad que continúa siendo un lastre para el país.
México tiene razón de celebrar, al avanzar en la democracia y el reconocimiento a la soberanía que debe radicar en la población. Sin embargo, también debe generar cuadros de acción para consolidar este proceso que enarbola la libertad y los derechos individuales. Para las personas que continúan con los discursos que consideran que la sociedad mexicana no está preparada, deben tener cuidado pues se evidencian como parte de esa masa sin capacidad de conciencia y raciocinio que espera la aprobación de los demás y gusta del morbo como para incluso preocuparse por cómo, con quién y cuánto fornica el vecino.
Ser o no hetero, homo, bi, trans […] sexual no nos define, ni debe hacerlo, no determina nuestra capacidad intelectual… pero históricamente ha constreñido circunstancias de riesgo. El Día del Orgullo Gay no sólo es desnudos y folclor para visibilizar, es un día de conmemoración, de acción política, de celebrar la vida de quienes no han tenido que llevar una doble vida; de quienes continúan respirando a diferencia de los más de 1 mil 218 asesinados por homofobia, y otros más de 3 mil 600 que se estiman pero no son denunciados; de festejar por aquel 50% de gays, lesbianas, bisexuales, intersexuales y personas trans que continúa luchando a pesar de haber pensado en el suicidio y que al menos la mitad de ese porcentaje lo ha intentado. Es un día para quienes se enorgullecen de aún tener una familia y un hogar, de quienes tienen aún la esperanza de formar uno y poder salir a la calle sin miedo como el resto. Pero, también la sociedad civil organizada debería evidenciar el dolor, la muerte, la sangre, el odio y la violencia, para sensibilizar a la población y alertar que se requiere proteger la vida de nuestros hijos, hijas, hermanos, hermanas, amistades y seres queridos. Tal vez se critique una marcha festiva, pero una marcha fúnebre conmemorativa cimbraría y atemorizaría la población, en espera de generar empatía con el terror al abandono y la muerte que padecen diariamente las personas no heterosexuales.
A Carlos Viscaya, por tomarme de la mano para construir juntos.
Twitter: @m_acevez