La reciente segunda fuga de Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo Guzmán, del penal de alta seguridad del Altiplano, ubicado en el Estado de México, deja como muestra la fragilidad del estado mexicano, de sus instituciones y desde luego del sistema de seguridad nacional.
Para la sociedad mexicana el sentimiento es de hartazgo y lo manifiesta en esta risa burlona que circula y se comenta en las redes sociales, y también en el resto de los medios de comunicación existe esta expresión de franca incredulidad ante el sistema de justicia mexicano. Incluso la falta de respeto por el estado toca y rebasa a México, extendiéndose hasta los Estados Unidos.
Como sabemos, bajo este panorama de vulnerabilidad de la seguridad mexicana el presidente Enrique Peña Nieto permanece de viaje en el país europeo y así las protestas han llegado hasta Francia, por todos lados se habla de la corrupción y la ineptitud del gobierno nacional, todos lo ven, menos las voces oficialistas y la misma presidencia.
Sencillamente no hay explicación para la segunda fuga del Chapo Guzmán del penal de máxima seguridad, no es tampoco casual que sea el Estado de México el lugar donde se consuma el escape, pues la entidad mexiquense es la casa política del mismísimo Peña Nieto. Quizá a estas alturas ya saber cómo y cuándo se construyó el túnel que se cree fue la vía de escape del Joaquín Guzmán, es lo de menos porque tampoco podemos creer que la excavación y construcción de esa obra pasó desapercibida por las autoridades penitenciarias de alta seguridad.
Las explicaciones que en el futuro vengan por parte del gobierno mexicano serán palabras huecas y más allá de dar certeza a la sociedad seguro es que serán desacreditadas porque ya no hay forma de tapar el sol con un dedo, hay una afrenta directa del crimen organizado hacia el gobierno mexicano y a los mismos Estados Unidos. Queda ridículamente al descubierto la corrupción en la que desde hace muchos años está sumida la política mexicana, el contubernio entre las autoridades, los altísimos presupuestos designados a la supuesta seguridad nacional y un gobierno burlado no pueden seguir ocultando ni con el poderío de los medios de comunicación oficialistas una crisis y un golpe tan certero como el que dio el Chapo Guzmán.
Los costos políticos como antes mencione rebasan al estado mexicano y alcanzan a afectar al gobierno de Barack Obama, en Estados Unidos, pues no haber insistido al gobierno mexicano hasta conseguir la extradición de Joaquín Guzmán Loera representa un alto costo político, principalmente para el partido demócrata que es donde pertenece el actual presidente Obama. Le salió mal confiar en el gobierno mexicano, lo dejó en ridículo y ya comenzaron las voces republicanas a protestar por la ligereza cometida por el gobierno norteamericano, se escuchan los reclamos sobre el costo que representa para el bolsillo de los contribuyentes la “ayuda” que se presta a México, pues lo consideran un desperdicio con la evidente presencia de la corrupción en el gobierno mexicano. Para no perder ritmo en la temprana contienda electoral estadounidense, personajes como el racista Donald Trump, quien se manifestó contra los migrantes mexicanos, están aprovechando al máximo este golpe al Estado Mexicano para colocarse entre las preferencias al menos del voto republicano y desde luego mostrar su dicho contra la maldad de algunos mexicanos dedicados al tráfico de drogas y la grave afección que se le causa al país vecino del norte.
Como podemos ver, el asunto no es nada sencillo para la administración peñista, este golpe fue realmente contundente, ya había recibido varios que lo habían hecho tambalear, pero este sin duda lo puso en la lona. Le llevará muchos pero muchos años reponerse en términos de credibilidad al gobierno mexicano.
¿Quién manda en México? No ha sido suficiente la presunción del estado policiaco que se ha construido los últimos sexenios desde el panista Vicente Fox, pasando por el presidente del terror, Felipe Calderón, y ahora el telepresidente ha hecho una inversión multimillonaria en armamento, personal, asesores, estrategas y simplemente siguen sin tener el control del país.
Una cara de la moneda hace evidente, como nunca, la corrupción en el gobierno mexicano y la otra cara muestra y confirma que quien dirige este país es el crimen organizado, al menos en este momento es el Chapo Guzmán quien marca el ritmo a su gusto y necesidad, quien manda y a quien se obedece.
Resulta verdaderamente preocupante y muy triste pensar que estamos bajo la autoridad del crimen organizado, darnos cuenta como país que las y los jóvenes no tendrán otras oportunidades que no sea lo que se relacione con la venta y consumo de drogas, que el desempleo, los salarios precarios y que todo el sistema de la narcopolítica seguirá controlando la supuesta democracia en México, que la violencia hacia las mujeres y los feminicidios seguirán dándose junto con el tráfico de personas que hoy operan impunemente.
Para el Estado Mexicano el golpe atestado por el Chapo Guzmán lo pone en la lona, es más, quizá represente el fin de la carrera política de Enrique Peña Nieto, pero para la sociedad tener como futuro gobierno al crimen organizado significa la desesperanza, pasarán decenas de años y a saber si algún día recuperemos el derecho a una vida libre de violencia y pobreza. Para la sociedad mexicana tener como futuro la presencia dominante del narco estado es una atrocidad, imagínense seguir viviendo y muriendo en la violencia que baña a nuestro país, nada puede haber más triste y preocupante que esta realidad de país que se desmorona.
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@Chuytinoco
Yo esta semana tuve la misma percepción de quien en realidad “mandaba” en este país a razón de tan alaraqueado “escape”, recorde las pálabras de mi sobrino Ulises de escasos 21 años donde expresaba lo que dejaba ver el ofrecimiento para les joven@s de este maltrecho país y coincidio con tu columna en relación a vendimia o consumo de drogas, que triste y alarmante es esta pseudo realidad que nos quieren imponer.¡A luchar!…