La mayoría recordamos a Jamal, ese joven de Slumdog millionaire (2008) que en un concurso está a punto de convertirse en millonario; antes de esto, conocemos que de niño vivió huérfano, en la más absoluta pobreza, apenas sobreviviendo entre la podredumbre de la parte agresiva de una India con altos índices de miseria, las escenas lo mismo retratan la paupérrima Bombay que los arrabales de Nueva Delhi, dirigida por el gran Danny Boyle, cosechó premios por montones. Sin embargo, también se llevó críticas de una parte de la sociedad india por retratar los aspectos más crudos de las necesidades de los más desprotegidos en aquel país asiático. La pobreza en general es uno de los graves problemas de la humanidad, y en particular en México tenemos años luchando en contra de ella.
Uno de los últimos pasos para poder abatirla fue la creación de un organismo autónomo que midiera los índices nacionales, estatales y municipales de pobreza, se le denomina Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y es que, como lo dice el propio consejo, “lo que se mide se puede mejorar”. Esto sirve para explicar por qué tenemos que hacer caso de las cifras que maneja dicha instancia, no se trata de enfriar la pobreza, o de verla como estadísticas, sino que es el medio objetivo de valorar y accionar en consecuencia. También debemos dejar una cosa clara: la pobreza no es sólo una persona que pide en la esquina, conceptualizarla así peca de ingenuo y desvirtúa la creación del Coneval; la pobreza tiene que ser vista y medida por varios niveles, atraviesa por escenarios y tiene sobre todo que ver con la posibilidad de que una persona acceda a servicios básicos y tenga el suficiente recurso para un bienestar mínimo.
Lo anterior es importante puntualizarlo porque las declaraciones simplistas, alarmistas pero sobre todo politiqueras sobre los resultados que emitió Coneval la semana pasada, no abonan al combate a la pobreza, de hecho el secretario ejecutivo señalaba, en una misiva previa a dar los resultados, que precisamente se trata de una herramienta técnica que nos permite enfocar los derroteros de las políticas públicas, de tal suerte que debe evitarse su banalización.
Desde el punto de vista estatal es importante analizar los datos, claro que son buenas noticias, reflejo de un buen gobierno, pero también porque como recurso estadístico, auxiliarán a amplificar y especializar los esfuerzos que existen actualmente. Es de aplaudir que la pobreza extrema en Aguascalientes se haya reducido en un 37%, es decir, de cerca de 1.2 millones de habitantes que somos, ya sólo tenemos veintiséis mil en pobreza extrema, puede sonar duro y claro que es lacerante, pero al mismo tiempo es estimulante si nos enteramos que esta administración estatal ha sacado de su situación paupérrima a más de treinta mil hidrocálidos, de tal suerte que somos el segundo estado con menor pobreza extrema del país.
¿Echar las campanas al vuelo? Pues no tanto así, pero si adminiculamos otros datos del Coneval veremos por qué sí es necesario resaltar las acciones del gobierno que encabeza el ingeniero Carlos Lozano de la Torre; en esta misma medición de Coneval se observa un dato interesantísimo, en el rubro de población no pobre y no vulnerable, pasamos de 342.2 a 395 mil personas, es decir, 52,800 personas dejaron cualquier clase de pobreza, desde mi óptica, estamos en presencia de un crecimiento efectivo de la clase media, un objetivo que cualquier gobierno quisiera alcanzar. Ahora, si usted quiere usar la información políticamente y comparar, vea sólo un par de cifras: en 2010 en Aguascalientes la población en pobreza estaba en un 37.8% y la extrema en 3.6%, para 2014 es de 34.8% y 2.1. % respectivamente. ¿Le parece poca la diferencia? Para miles de hidrocálidos que fueron pobres durante los dos sexenios anteriores, no lo es.
Ante las críticas, me queda claro que muchos quisieran que la pobreza se eliminara así, como en Slumdog millonaire, en un día; la realidad es que los mecanismos de combate tiene sus tiempos, no hay una varita mágica que permita desaparecer el flagelo; las acciones de buen gobierno, como las de la administración 2010-2016, son pasos firmes que nos conducen a buscar desaparecer, o al menos a disminuir al mínimo, las carencias de los hidrocálidos.