Mensaje del consejero presidente del Consejo Local del INE
Por Ignacio Ruelas Olvera
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Los retos fundamentales […] no se encuentran ya en la “esfera electoral”. La… pluralidad vigorosa, está ahí, y ni la utopía más radical podrá exorcizar esa realidad… Esa realidad -la coexistencia de la diversidad política en las instituciones del Estado- genera nuevos problemas que debemos abordar con la misma dedicación y amplitud con que lo hicimos con los temas electorales. Dijo en alguna ocasión José Woldenberg.
Se refirió a una agenda política que trascienda lo electoral y se centre en la gobernabilidad democrática. En ese marco, la política abraza la pluralidad para que construir mayorías, en una convergencia que sea capaz de atender los problemas de nuestro estado. La vida democrática se inscribe en el acuerdo entre minorías, de manera que una no se explique sin las otras. Coexistencia y convivencia requieren diálogo y acción argumentativa para hacer avanzar políticas públicas productivas, ese es el reto.
Hoy existe una comunidad de oposiciones políticas manifestada en las urnas. Y, con certeza hay una pluralidad en el 63% de electores que decidió, en su derecho, no votar, aunado el casi 8% de votos nulos. Las pasadas elecciones reprodujeron gobierno, en nuestro caso tenemos dos distritos pendientes de resolución jurisdiccional.
El cruce de discursos se dio en el mercado político, el ciudadano recibió las propuestas, los programas, los compromisos. Las campañas electorales se abrazaron a los medios de comunicación masiva. Las encuestas en una especie de “Cerillismo electoral” incendiaron la escena, rompieron la incertidumbre, violentaron con anticipos de futuro. El problema de la democracia no es simple. Las elecciones nos colocan frente a dos reducciones: el pueblo elige pero no gobierna, y el tema no se agota en las urnas. La vida política es asunto cotidiano, se vive en la diversidad, en la lucha diaria por encontrar la convergencia. Reconocer al “otro” es el inicio de la ética política; una interpretación fundada en dos premisas: el otro puede tener razón; y, al intentar entenderlo, puedo equivocarme.
El marco jurídico permite que la voluntad se manifieste en los votos y que a su vez éstos cuenten y sean contados bien. Las elecciones en Aguascalientes hasta ahora han sido pacíficas. Las reglas electorales han servido para cambiar con libertad a los gobernantes. Ha otorgado legitimidad y legalidad para los electos. Tenemos la obligación de cuidarlo; cuidar es el verbo más importante de la política y de la ética.
La política cuestiona el porvenir. Los partidos que hoy son oposición tienen la obligación política y moral de ser más hábiles e inteligentes para ejercer la cultura de la denuncia sobre el abuso de poder o el delito. Tienen que compensar el no tener posiciones de poder, con una actuación cualitativa, coherente y prudente: los movimientos sociales. La sociedad civil tiene que responsabilizarse de la evaluación de sus gobernantes, exigir rendición de cuentas. Esta participación activa de partidos y sociedad civil es factible para que veamos surgir un nuevo estilo para gobernar desde el Legislativo.
El papel de un administrador electoral es laudo con base a las reglas legales. La autoridad electoral no debe olvidar su modesto papel, ni es jugador ni debe confrontarse con los jugadores. En lo electoral la ética prudencial es virtud que otorga el valor agregado de la credibilidad.
La lección de la elección nos ha mostrado algunas deficiencias que pueden ser corregidas. Realizar un buen tránsito del Sistema a un estado de partidos competitivo; propiciar el pluralismo político que acepte las diversidades, que aporte un logos ético de la identidad; instaurar una acción política que se guíe por el discernimiento prudente que no lesione el bien común, que use procedimientos de diálogos equitativos sin destruir los valores.
Una característica de nuestra sociedad es que tiene una discrepancia entre las experiencias que vivimos y las expectativas que tenemos. La pasada elección reprodujo el esquema de la democracia representativa, recibió la autorización, pero la única posibilidad que tenemos es de exigir rendición de cuentas a los gobernantes y a los partidos es en las siguientes elecciones, que dan inicio pronto, siempre y cuando el elector goce de su libertad de conciencia, primer derecho humano.
La legislación electoral refleja la nueva realidad que vivimos; equitativas delimitaciones electorales que permitan armonía entre voto y representatividad. Está pendiente el diseño de un ciudadano participativo, así como una nueva arquitectura de la instrucción pública que abone en el uso de la razón pública una democracia deliberativa.