La segunda temporada 2015 de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes lleva el título de Obras Colosales, sin duda todas las que hemos escuchado en los cinco conciertos anteriores tienen todo el merecimiento de ser llamadas así y de ser consideradas como verdaderos monumentos sonoros, creo que eso no se discute, pero la que escuchamos en el sexto concierto de temporada el pasado viernes 19 de junio, la Sinfonía octava en La mayor de Antón on Bruckner es un auténtico coloso, un gigante, una muestra evidente de la majestuosidad del lenguaje sinfónico, esto es perceptible desde cualquier perspectiva, por el número de elementos que pide esta soberbia partitura del humilde “trovador de Dios”, por la duración de esta catedral sinfónica, más o menos 1:25, dependiendo del tempo del director, pero también por las exigencias y pretensiones del compositor, incluye, por ejemplo, un instrumento muy poco frecuentado en las obras sinfónicas, las tubas wagnerianas, una especie de híbrido entre la tuba y el corno francés, Bruckner solicita cuatro y evidentemente fue necesario conseguirlas, en este caso, en la Ciudad de México, con los respectivos extras que se acomodaron justamente atrás de los cornos franceses, la verdad no sé si las consiguieron con la Sinfónica Nacional, con la Filarmónica de la UNAM, o con cualquiera de las orquestas de la capital del país.
Bien, pues todo esto hace de la Sinfonía No. 8 de Anton Bruckner, un monumental coloso del sinfonismo universal, pero sobre todo, lo que hace grande esta partitura, es el discurso musical del compositor, esto es lo más importante, esto es realmente lo que define el espíritu y el carácter de su obra, por ello, seguramente, se le conoció en su momento como La sinfonía de las sinfonías.
Todo el corpus sinfónico de Anton Bruckner, nueve en total, son grandes en su estructura, en su forma y contenido, todas ellas son de una incuestionable belleza, aunque no son dulcecitos fáciles digerir, por supuesto que no lo son, y varias de ellas, la octava, por supuesto, no fueron comprendidas en su momento, lo que en más de una ocasión provocó profundas crisis depresivas en el ánimo del compositor que por otro lado, siempre respondía a las críticas diciendo que su música la escribía “para el buen Dios”.
Yo me enamoré irremediablemente de la música de Bruckner, justamente con una versión de la sinfonía octava, con la Orquesta Filarmónica de Viena y la dirección de Bernard Haitink, aunque después entendí, salvo tu mejor opinión, amigo lector, que el mejor intérprete de las sinfonías de Bruckner, es el maestro Eugen Jochum, soberbia su interpretación de la octava con la Staatskapelle Dresden, misma orquesta con la que hace una exquisita novena de este mismo compositor.
La Orquesta Sinfónica de Aguascalientes programó esta sinfonía en el sexto concierto de la segunda temporada 2015 realizado el pasado viernes 19 de junio. Para llevar a buen fin este proyecto, fue necesario, evidentemente, contar con algunos extras, entre ellos los de las ya mencionadas tubas wagnerianas, para completar los requerimientos del monumento que iban a ejecutar.
El maestro Román Revueltas, titular de la Sinfónica de Aguascalientes, fue el director de este sexto concierto y sin duda hizo una muy decente versión, de hecho, con momentos impresionantes, como todo el tercer movimiento, el adagio. Feierlich langsam, doch nicht schleppend, Bruckner es uno de los compositores que, como Mahler, escriben el carácter de movimientos en alemán. La batuta del maestro Revueltas fue intensa, profunda y muy convincente.
El problema de diseñar un programa de concierto con una sola obra, evidentemente por la duración de la misma, es que no es posible erradicar el mal hábito de llegar tarde, claro, no de todos, pero sí de un número muy considerable de asistentes al Teatro Aguascalientes que ingresaron a la sala a la mitad de un movimiento, entiendo, los cuatro son movimientos muy largos, y aunque lo hicieron en silencio y discreción, creo que es una falta de respeto para la orquesta, el director, el público, pero principalmente para su majestad la música. Esto sucedido a pesar de que, seguramente intentando evitar, resta incomodidad, el concierto inició más o menos doce minutos después de las 9:00 de la noche, probablemente hubiera sido oportuno programar una pequeña obertura para iniciar el concierto, el problema es que es muy difícil encontrar qué puede ser apropiado para anteceder a tan majestuosa partitura, es comprensible, ya en alguna ocasión el maestro Revueltas había mencionado que hacer la programación de una temporada de conciertos, “es hacer un pequeño ejercicio de equilibrio”, de acuerdo, yo nada más cuestionaría la palabra “pequeño”.
La próxima semana, en el cierre de la segunda temporada 2015, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes presenta otro coloso de la música, Carmina Burana de Carl Orff con el Coro de Ópera del Instituto Cultural de Aguascalientes, el Coro Nuntius Del, el Grupo de Danza Contemporánea de la Escuela de Danza Georges Berard de la Universidad de las Artes. Los solistas son Lizeth Almaraz, soprano, Jorge Jiménez, tenor y Carlos Sánchez, barítono, todos ellos dirigidos por el maestro David Pares Olmedo, director huésped para el cierre de temporada. Las funciones serán el jueves 25 y viernes 26 a las 21:00 horas y el domingo 28 a las 12:30 horas en el Teatro Aguascalientes. Por ahí nos veremos, si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.