Nos llamamos sorprendidos por lo que ocurre con nuestros hijos en la escuela. Que los violenten con el bullying, y nos sorprendemos con la violencia familiar y la violencia social, la violencia económica y la violencia política y la delincuencia común y la organizada, y la delincuencia electoral y la gubernamental.
Y recordemos que se ha desvalorizado la vida cotidiana familiar y social, que la educación carece de civismo, que también las relaciones productivas, personales y organizacionales carecen de civilidad.
Y mucho ha tenido que ver la incorporación de la mujer a la vida productiva, porque los salarios son insuficientes para sostener una familia, y ambos se han desatendido de los hijos, preocupados por llevar el sustento a la casa.
Muchas mujeres trabajadoras son cabeza de familia. Entonces, desde los ochenta del siglo pasado, con la reestructuración productiva y la entrada de la maquila, se emplearon de foco a foco, dejando que a sus hijos los educara la calle y la televisión, y hoy tenemos a la generación de la maquila que está reproduciendo el círculo vicioso.
Y una actualidad que obliga a trabajar a todos los miembros de una familia, para subsistir y luego la familia ya no es el núcleo, sino de nuevo la calle o la tecnología, y la escuela no hace lo suficiente o tal vez no puede hacerlo ante la desintegración familiar y la descomposición social.
Es comprensible que lo que cotidianamente ocurre, los hechos que se reproducen son producto de la sociedad que construimos, me da mucha risa cuando se espera que en la actuación de jueces, magistrados, representantes populares, administradores públicos, gobernantes, ellos tengan un comportamiento como de santos.
Pero se comportan como la sociedad es: corrupta. sin valores, frívola, convenenciera, decadente, en descomposición, sin un destino cierto para la mayoría de sus integrantes, sin sentido social y de vida, etc.
Es como pretender, por ejemplo, que en una manada de lobos, su líder sea una oveja. De dónde la van a sacar? Sí la manada sólo produce lobos.
Y no se trata de hacer una revisión a la actuación de las familias, ¿quién la va a hacer? Ni lamentar que la materia de civismo no se imparta más en las aulas, ni que se suprimieron las escuelas para padres ni elevar penas o cumplirlas.
Esto es estructural, es sistémico. Se trata de un cambio de sistema, porque este no funciona, éste está produciendo entes que desvalorizan todo, que violentan todo, que corrompen todo.
Y sí el sistema no nos da seguridad, bienestar, valores, civilidad, amor, felicidad, etc, el sistema llámese como se llame, no sirve. Y si no funciona, pues hay que cambiarlo.
Pero una reestructuración social, un nuevo pacto social no lo trae la divina providencia, la realidad es ésta y no podemos conformarnos con que se destruya. Y no estamos haciendo mucho o tal vez no podamos hacer mucho para cambiar el estado de cosas.
Sin embargo, aspiramos a tener otro futuro y a un rediseño desde la sociedad, con personas participando desde su entorno y no conformarnos a sólo ser espectadores. Ojalá.