Hoy los mexicanos esperamos que los tres niveles de gobierno, y los tres poderes, realmente aborden los problemas, los reconozcan y actúen en consecuencia. Creo que el Poder Judicial deberá de implementar a la brevedad posible los nuevos juicios orales y que se respete el debido proceso, que la ley se aplique pronta y expedita; que los mexicanos seamos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, y que la carga de la prueba sea del que demanda y no del demandado. Me dirán que así es actualmente, pero pregúntele al o los que están en las redes de una demanda, ya sea demandando o demandados.
Hoy el Poder Ejecutivo debe reconocer que la violencia, la corrupción y la impunidad llegaron al límite y que ahora tienen semiparalizado al país; que los discursos de que vamos bien sólo se refiere a dos o tres ramas de la economía, y lo demás, que se refiere al mercado interno y a la economía de diario en el país, vive momentos apremiantes, que el hecho de que tengamos una inflación baja histórica es una base para que lo demás se arregle y salgamos adelante, que la salida de divisas, de acuerdo al Banco de México, sigue siendo una sangría y un riesgo para el país; que el nivel de calificación de riesgo del país sigue subiendo y nos cuesta pagar intereses al exterior más caros; que la devaluación de nuestro peso es irreversible, pues en cuanto suban los intereses en Estados Unidos, nos va a afectar; que el asunto de la baja productividad de Pemex se debe solucionar ¡a la de ya!, pues los precios del petróleo ya no volverán a subir a los niveles en los que estuvieron y que nuestra producción es verdaderamente la más baja de los últimos 25 años, con una inoperancia preocupante; que si no se paga el gas y la gasolina más cara de América Latina las finanzas públicas tendrían un impacto negativo grave; que la miscelánea fiscal disfrazada de reforma ha traído una serie de complicaciones y problemas que ha inhibido la inversión y la operación del aparato productivo y distributivo interno del país; que las policías y la procuración de justicia, en sus dos niveles, están infectados y necesitan una depuración y profesionalización. El crédito en el país es escaso y caro. Que las once reformas que se hicieron para lanzar al país a los primeros lugares mundiales no han funcionado, y necesitan una revisión a profundidad. En fin, que escuchen a las organizaciones obreras, de profesionales, de industriales, comerciantes y sociales para que lo que se haga sea sobre bases reales.
El Poder Legislativo necesita una dinámica muy diferente a la que ha desarrollado a la fecha, pues se tiene en puerta una serie de retos para adecuar las leyes a lo que se necesita, en un estado con una sociedad moderna y con una gran desigualdad entre los que tienen y los que necesitan todo. Esto sólo se va a remediar si, con leyes justas, pero sobre todo con un presupuesto que busque principalmente cubrir las necesidades de los que están en pobreza, apoyar el crecimiento económico y dar preferencia a las inversiones de los nacionales sobre los extranjeros; revisar que las leyes secundarias realmente vengan a llenar vacíos y no que sean repetitivas. Por ejemplo las secundarias del sistema anticorrupción deberán tomar en cuenta que el fuero quedó intocable, que el cohecho ya se encuentra tipificado en el código penal federal en el artículo 222. Igualmente el tráfico de influencias en el artículo 221 y que al modificarlos se tendrán que adecuar los códigos de todas las entidades federativas, pues si no se tiene cuidado podrán causar una serie de problemas en su aplicación, recordemos que el artículo 14 constitucional ordena: “Solo se pueden aplicar penas que las leyes decreten exactamente, como aplicable al delito cometido”, y prohíbe imponer penas por analogía o por mayoría de razón.
Los discursos ya tienen rato que no son tomados en cuenta, pues la realidad demuestra otra cosa diferente a lo que nos dicen. Sólo queda demostrar, con acciones, que en los próximos tres años las cosas mejorarán.
