Una vez transcurrida la jornada electoral con sus resultados y sus sorpresas, ha lugar al análisis, y aunque los acontecimientos del próximo domingo nos dan material para varias colaboraciones, la de hoy quisiera dedicarla a explicar las causas y los porqués del resultado comicial federal.
Por principio de cuentas hay cierta sorpresa en algunos círculos por el triunfo alcanzado en el ámbito nacional por el PRI, lo que le permitirá al presidente de la República lograr una cómoda conformación en la Cámara de Diputados, a través de la alianza legislativa entre el PRI y el Partido Verde. Los primeros cálculos apuntan a que ambas fuerzas estarán a sólo dos o tres diputados para ser mayoría absoluta y eso es una buena noticia para Enrique Peña Nieto.
Recordemos que el llamado “círculo rojo” daba por sentado que a Peña Nieto le iría mal, que él y su partido saldrían derrotados. Los resultados finales como hemos visto sugieren lo contrario. ¿Por qué?, cabe preguntar.
Primero hay que aclarar que esto no es para nada una total sorpresa. Desde el mes de enero del presente año se percibía en el análisis nacional que el PRI venía mostrando una tendencia y un posicionamiento como el partido mejor votado de entre las diferentes opciones mostradas en los ejercicios demoscópicos.
Prácticamente todas las encuestas publicadas hasta los últimos días previo a las elecciones venían registrando un nivel de preferencias a favor del PRI, con una intención de voto de entre 32 y 33 por ciento en promedio.
Hasta estos momentos, con casi el 99 por ciento de las actas computadas, el PRI tiene consolidada una preferencia nacional del 29 por ciento, que sumada al siete por ciento de los verdes le da a esta coalición un cómodo 36 por ciento que permitirá cierta holgura en el funcionamiento cameral los próximos tres años.
¿Por qué si el PRI había estado siendo castigado por la ciudadanía en algunos de esos ejercicios analíticos y de auscultación social finalmente el resultado del domingo nos dice lo contrario? Las explicaciones podrían ser múltiples.
Una primera hipótesis tiene que ver con la economía. Porque aunque no se han difundido profusamente, pero ciertos análisis económicos arrojan datos duros que nos dicen que el crecimiento y la estabilidad económicas, dentro de lo que cabe, son mejor a lo esperado.
Vamos por partes:
La economía mexicana ha venido mostrando síntomas de mejoría y dinamismo en los últimos meses. Por ejemplo, el año pasado México exportó bienes y servicios por 260 mil millones de dólares. Mil ochenta y tres millones de dólares cada día. Con datos actualizados ya del 2015, la economía nacional está hoy creciendo a tasas del 4.5 por ciento, una tasa que no alcanzábamos desde el año 2012, cuando la economía nacional creció un cuatro por ciento en promedio.
La economía nacional parece que no está “tan mal” como luego suele afirmarse, y eso explicaría el porqué en la arena electoral las cosas se pintaron de los colores partidistas de la bandera nacional y del verde ecológico de todos conocido.
Parece que a los votantes del país les importa sobremanera su bolsillo, y no es de extrañarse que en la soledad reflexiva de la casilla finalmente hayan decidido dar un voto de confianza al presidente Peña y sus políticas, pues finalmente los resultados electorales, de acuerdo al PREP, dan una ventaja de casi diez puntos porcentuales al PRI por encima de su más cercano competidor, que es el PAN, hoy maltratado por el muy escaso 20 por ciento de la preferencia nacional.
It´s the economy, stupid, sentenciaba enfáticamente James Carville, aquel consultor político de Bill Clinton cuando mandó tapizar el War Room del aspirante presidencial con esta sentencia que llamaba a focalizar los esfuerzos de la campaña en torno a los temas económicos. Temas que constituyeron finalmente en esa elección, la cantera que le permitió al exgobernador de Arkansas alzarse con el triunfo electoral.
Al paso del tiempo, recordemos, Bill Clinton habitaría la Casa Blanca por ocho años, protagonizando una de las mejores presidencias americanas de los últimos tiempos. Al ciudadano promedio le importa de sobremanera tener dinero en su bolsillo para cubrir sus necesidades primarias. El tema, pues, es económico.
Al presidente Peña Nieto pudo haberle pasado algo similar, pues frente a las andanadas y embates que buscaban apedrear su gestión, a través de un resultado reprobatorio que ansiaban reflejar en las urnas, los resultados finales dijeron otra cosa.
Las razones finas de este comportamiento colectivo, insisto, podrían ser multifactoriales, pero sostengo que una veta del análisis está relacionada con el mejor manejo y comportamiento de las variables económicas. Como dijera Carville allá por los noventas: It´s the economy, stupid.
Política de la buena: Cuando escribo estas líneas se está definiendo el destino y la suerte de las campañas de los distritos federales I y II en las mesas de cómputo distritales instaladas para hacer un conteo de voto por voto, casillas por casillas. Independientemente del resultado final, que siendo decisorio, quiero dejar constancia de mi personal reconocimiento a Goyo Zamarripa y a Ángeles La China Aguilera por su destacable desempeño como candidatos de sus distritos.
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