En 1955 en la Ciudad de México un hecho criminal alcanzó gran notoriedad. Se dio a conocer en todos los diarios de la ciudad y estuvo en la opinión pública durante meses. Lo sorprendente del caso estaba en que un adolescente, empleado de una gran negociación, elaboró un duplicado de la llave de la oficina del gerente y en un descuido robó una gran cantidad de dinero en efectivo del escritorio del jefe. Al interrogarlo sobre la manera como se había apoderado del duplicado, la explicación fue la que impactó. Tomó la llave y la oprimió contra una pastilla de jabón, con ese molde fue a una cerrajería donde le hicieron la llave y asunto arreglado. Pero lo grave del asunto estaba en que la idea la tomó de una revista muy popular, era el primer cómic de lucha libre que existió, se llama Santo, el enmascarado de plata y tenía la ingeniosa técnica de combinar fotografía con dibujo. Los líderes de opinión se lanzaron con todo contra el malaventurado tebeo al que culparon de la perdición de la juventud. El dichoso santo era el mismísimo demonio. La revistilla era la culpable de toda la descomposición social que se vivía en esos años. Por supuesto el cómic no desapareció, al contrario, se vendió más que antes. Sesenta años después, en nuestra ciudad, dos adolescentes de 16 y 17 años asesinan a una jovencita de 13 y tratan de borrar sus huellas con cloro, bolsas de plástico y robo simulado, técnicas delincuenciales aprendidas en las series de la televisión. Ahora la opinión pública se está volcando en contra de las series televisivas, éstas son el nuevo demonio. Y esta idea va muy de acuerdo con las opiniones, comentarios y declaraciones de quienes se consideran autoridades morales, educativas y sociales. La tele, el cine y los videojuegos están tan cargados de violencia que resulta natural que nuestros buenos muchachos se nos echen a perder por andar viendo toda esa maldad en la pantalla. Resulta entonces que ni los chicos delincuentes, ni la familia, ni la sociedad tienen nada que ver en el asunto. Los culpables, los verdaderos culpables, son los productores de cine, tele y esos malditos videojuegos que sólo llegaron para confundir a nuestros buenos chicos y llevarlos por los sendero del mal. Y eso es muy tranquilizador, encontrar alguien a quien culpar de la mala conducta de nuestros hijos. El tema es tan antiguo que parecería que no tiene solución. La gran dificultad que tienen los padres para asumir la responsabilidad (conste que hemos dicho la responsabilidad y no la culpa) por el comportamiento de sus hijos. Si un adolescente, que aún no tiene conformada su personalidad y está en formación moral, biológica, social y psicológica, comete un delito de elevada peligrosidad, es porque algo falló al interior de la familia. Y desde luego uno de los elementos de esa falla es la presencia de violencia al interior de su casa. Desde hace varios años, cuando tuvimos la oportunidad de crear el primer centro de atención psicológica en nuestra ciudad, encontramos que el primer gran problema y con mucho, es la violencia intrafamiliar. Hacia ese débil punto de nuestro esquema social deben dirigirse los programas oficiales de prevención del delito, de la violencia y del suicidio. A mejorar el ambiente familiar.
Excelente Analisis.