Desde que era estudiante de primaria en mi natal Nogales, Sonora, escuché hablar del profe Santos Valdez. Era una especie de santo laico, admirado hasta la devoción e incluso con carácter de mártir, porque fue expulsado del estado precisamente cuando se hallaba trabajando en Nogales. Ahora sé que nació en Camargo, Coahuila, estudió en Parras y cursó la Escuela Normal en Saltillo. Su primer trabajo importante fue a los 21 años como director de la Escuela Talamante en Navojoa Sonora donde motivó a los estudiantes a publicar la revista Juventud con el convencimiento de que los cambios sociales se producirían a través del conocimiento, la información y la difusión. De ahí pasó a ser inspector en Hermosillo donde de nueva cuenta produjo una revista. Se llamó Ariel y de la misma manera era un órgano para dar a conocer el pensamiento innovador y cultural de los jóvenes. Pero su labor más destacada fue crear la primera escuela primaria nocturna para obreros y otros trabajadores en Nogales ,y ahí por supuesto también creó otra revista Nuevas Rutas. Escribían los profesores y también los alumnos que eran la fuerza laboral. La temática era marxista, buscaba que mejoraran los salarios, las condiciones del ambiente de trabajo, los tratos de los patrones, la calidad higiénica de las fábricas y negocios, en fin, que mejoraran la relación obrero-patrón. El gobernador Rodolfo Elías Calles (hijo de don Plutarco) lo expulsó del estado por agitador. Pero quedó su huella. En mi familia hay una larga lista de profesores de todos los niveles, incluso un director de una escuela “correccional” o reformatorio para jóvenes delincuentes. Y siempre viví una gran conciencia política y movimientos dirigidos a provocar cambios sociales. Sólo que sin violencia, sin agravios a la sociedad, solamente con expresiones culturales y académicas. Porque el profe Santos Valdez al dejar Sonora pasó a Tamaulipas, Durango, Querétaro, Veracruz y Tabasco. Fue un gran impulsor de las normales rurales. Trabajó en las escuelas campesinas como un verdadero conocedor de la educación al nivel de la tierra. Conocía el trabajo de la siembra y a los labradores en su medio ya que era realmente hijo de campesinos y él mismo había trabajado en el surco. Creó las Misiones Culturales, que eran programas para llevar a los estudiantes rurales, la cultura, la ciencia y la investigación. Siempre estuvo convencido de que la manera de resurgir era con el conocimiento de la filosofía, la biología, la música y la poesía. Escribió ensayos y libros sobre historia, civismo, educación, socialismo y poemas. Cuentos didácticos para enseñar a los niños las novedades tecnológicas sobre todo en mecánica automotriz y electricidad. Tradujo cuentos de autores rusos. Colaboró hasta su muerte en las más importantes revistas y diarios del país. Sus artículos calificados como agraristas, obreristas y marxistas siempre promovieron la paz, la no violencia, la obtención de conquistas mediante el diálogo inteligente, la argumentación con ideas y fundamentos lógicos. Por ello consiguió una enorme cantidad de triunfos laborales, creación de escuelas, mejoramiento de las condiciones de trabajo, elevación de la calidad intelectual de los profesores y sobre todo sus dos grandes tareas: La creación de un mayor número de Normales Rurales y la fundación de las Normales Superiores. No fue idealista soñador, por el contrario, fue un crítico severo del trabajo mal hecho. En su libro El Enredo hace un despiadado análisis y duro enjuiciamiento de la educación primaria y las escuelas normales, lo escribió en 1958 (a los 53 años) y sus amigos lo convencieron de que no lo publicara porque temieron que hubiera consecuencias, concretamente que le quitaran el trabajo. Dirigió durante siete años la escuela Normal Rural de San Marcos, Zacatecas, donde propuso incansablemente la culturalización de los estudiantes y profesores. En sus más de cuarenta libros y artículos siempre se opuso a las manifestaciones violentas, siempre seguro de que había que convencer con la inteligencia y la cultura. En su honor la Escuela Normal Superior de Aguascalientes, lleva su nombre. Y sin lugar a dudas el profe Santos Valdez sigue siendo un ejemplo en todos los sentidos.