Para citar a un enorme y memorable citable, Carlos Monsiváis, tendríamos que decir que los comicios del 7 de junio del año que corre ha sido el tiempo de Las Elecciones Intermedias y sus Malquerientes. En efecto, desde la reforma electoral supuestamente profunda que las precede, con todo y un IFE/INE recargado, su inefable consejero presidente, doctor Lorenzo Córdova Vianello -expuesto ilegalmente como emisor de lenguaje vacilador, discriminante e inapropiado enderezado contra líderes indígenas ladinos, más retorcidos que un barzón encasquillado-, “el coro fácil” de los representantes de partidos que a la menor sugerencia arman la gritería y el derecho de pataleo en el recinto, el rezongón y bellaco partido Verde recolector de cuantiosas multas e indiciado para cancelación de su registro, los rijosos, insubordinados, violentos y tornados destructivos de papelería electoral, equipamiento urbano e instalaciones oficiales con furia especializada en edificios de las Juntas Distritales del INE, maestros de la CNTE oaxaqueña, todo ello conforma el marco electoral de unas elecciones furiosamente malqueridas.
Los resultados conocidos el día después de estas elecciones, pintarán de cuerpo entero al país y su población electora. A sabiendas de que la campaña propiamente federal habría sido tan anodina, zafia e insulsa, a no ser por el color, la competitividad, la pluralidad y la enjundia de las campañas locales que rescataron un proceso entrampado en sus propios vicios y arquitectura hipernormativa. En efecto, son los matices que traen al cuadro, los candidatos independientes, los nacientes y balbuceantes nuevos partidos, los candidatos pintorescos o atípicos locales, los que han animado y dado colorido a esta contienda. Fenómenos sociales que sí pueden aportarnos algunas lecciones para reconstituir nuestra incipiente democracia y el anhelo por hacerla nuestra bienquerida.
Toda vez que los relevos constitucionales hayan encontrado el sitio que les corresponde en la mecánica nacional, y juzgado que sea el papel que jugó en este proceso “el partido de los anulistas”, su inspiración y no resignación a dejar las cosas como están respecto del cinismo e irrespeto ciudadano de la “partidocracia” que se reparte lujuriosamente el botín electoral y el financiamiento que de él emane, le queda a la sociedad civil, dígase enfáticamente ciudadanía, una serie de tareas, de alcance y trascendencia nada menor. Asunto que merece nuestra atención y del cual me aboco a señalar algunas líneas de trabajo:
Primera, la futilidad de una campaña del aire, dispendiosa de miles de millones de pesos del erario público. Punto que referí en una entrega anterior y cifré de esta manera: –El implacable bombardeo electoral se parece más a una batalla naval, de buques a vela, cuyos mástiles principales fueran ferozmente atacados con la primera andanada, simultánea y de todos contra todos, de manera que el primer saldo obtenido fuera la anulación de la fuerza propulsora principal de todos los barcos contendientes. Escenario que deja a todos a la deriva, con mucho parque todavía por disparar, pero sin posibilidad de maniobra, más que flotar sin control ni estrategia, dejando a sus tripulaciones paradas a la borda y mandando insultantes improperios a los de banderas contrarias, al ritmo del vaivén de las olas y de la fuerza del temporal. Queda al azar quién choca contra quién y qué casco resiste más para permanecer en su línea de flotación.
Este impasse visiblemente paralizante, provocó la iniciativa de un singular candidato hidrocálido, ¿Recuerda? De quien dije: “No sé cuántas cejas de los consejeros del INE se estarán arqueando, al leer la solicitud -si se presenta- que sea emitida por iniciativa del candidato priista a la diputación federal por el Distrito I de Aguascalientes y un grupo de expertos en materia electoral, “para ver si podemos parar el tema del spoteo por lo menos dos semanas (…)”. Así lo dijo Gregorio Zamarripa Delgado, sentenciando: “Yo le pediría al INE una tregua para saber quiénes somos los candidatos y qué propuestas tenemos (…), los candidatos tenemos derecho a un clima estable para proponer. Es difícil, por no decir imposible, meter la propuesta. Entras al hogar y está la televisión con un spot contra fulano de tal”. (LJA, Carlos Alonso López. Política. Martes 28 de abril de 2015). –Nuestra misión ciudadana, si la aceptamos, estará por presionar a los legisladores para quitar los candados que han hecho de la propaganda electoral una cadena comunicativa tan disfuncional e inoperante como dilapidadora e irracional en extremo de la Hacienda Pública. Y por otro lado, impulsar en el Congreso de Unión una iniciativa de reforma al código electoral para darle valor jurídico y efectos de contabilidad electoral a la opción por “anular intencionalmente” el voto.
Segunda, tenemos que abrir, desde aquí y ahora, vías alternas de evaluación, valoración, selección y elección de candidatos. Las iniciativas inéditas de la sociedad dictarán las nuevas reglas de representatividad auténtica que lleven a buen término sus proyectos estratégicos. No se vale que al calor de la polvareda electoral levantada se convoque al elector a elegir emblemas y colores de interés -no público ni públicamente probado-. Este eslabón lo constituyen los candidatos independientes. Recordemos que “El diablo está en los detalles” / “The devil is in the details”. Nos queda por construir ese fino entramado. ¿En qué consiste la estrategia delicada y deliciosamente urdida? ¿Cuáles son sus parámetros de medida para poder valorarlas y justipreciarlas? ¿Cuál es el entramado de su diseño, que a manera de flujograma haga circular sus varias alternativas por vías alternas? Preguntas como éstas hay que enderezarlas frente y contra una burocracia partidista voluble e irresponsable.
Al razonar acerca de la relación que existe entre las premisas iniciales y los fines pensables que se pretende conquistar, Antonio Gramsci dixit: “Rara vez se piensa en esta relación, aunque sea de evidencia inmediata. Su manifestación la vemos en las empresas organizadas de “acuerdo a un plan” y que no son “puros mecanismos” (lo que normalmente se encubre), “a causa del papel de máscaras de la comedia del arte que cumplen los representantes oficiales de la ‘libertad’ y de las ‘iniciativas’ abstractamente concebidas (o tal vez demasiado ‘concretamente’ concebidas)”. (Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel 2. Los intelectuales y la Organización de la Cultura. 1975. Cap. III Periodismo. P. 144). Este tipo de conflictos de interés son los que hay que revelar y denunciar, y son tarea ciudadana precautoria e indeclinable.
Tercera, vérnoslas de una vez por todas con el espinoso asunto de la corrupción. Al respecto, también he citado el filme El Abogado del Diablo (1997), EUA, del director Taylor Hackford, en que el personaje estelar del diablo John Milton-Al Pacino, declama a su hijo el abogado, Kevin Lomax, el secreto verdadero de lo que cree es su triunfo personal: –Efectivamente, nunca perder, siempre ganar. De manera que caso tras caso, litigado en las cortes, hay que hacer triunfar -hasta lograr la absolución, el perdón, la declaración jurídica de inocencia-, incluso de aquellos crímenes perversos contra los ciudadanos, ganar exoneración tras exoneración, que se van acumulando una tras otra, como en una gran montaña de excremento, hasta que el hedor de sus heces llegue al cielo. Derrumbar este mito del triunfo mundano es ya tarea urgente e inexcusable de todos nosotros como sociedad ante el poder que cínicamente se ha constituido.