El club Bilderberg se reunió la semana pasada en la ciudad austriaca de Telfs. Desde su creación en 1954 ha atraído a todo tipo de personas, por su carácter secreto y la reputación de ser el grupo que dirige el mundo, ha estado rodeado de numerosos mitos y leyendas. Impera la absoluta secrecía, imposible conocer el programa.
Pero han trascendido los temas que más les preocupa: las próximas elecciones presidenciales en EEUU, la estrategia europea respecto a Irán y Rusia, el desarrollo de la OTAN, la amenaza de las armas químicas, el desarrollo de la inteligencia artificial y los riesgos del ciberespacio. Y aunque, al igual que en los años anteriores las decisiones tomadas en el evento nunca se harán públicas, es evidente que el tema de mayor preocupación radica en la cada vez más mermada capacidad de compra de la población mundial provocada por ellos mismos al empobrecer a la población mundial.
En la actualidad, al menos el 25% del comercio global está controlado por unas 300-400 megacorporaciones que operan en países en los que abunda la mano de obra barata, así como tierra y recursos que estos se han asegurado en abundancia controlando gobiernos. La política de la globalización permite a las corporaciones trasladar fábricas de países industrializados a lugares donde la esclavitud salarial es habitual.
Pero a medida que se han cancelado las tarifas de importación, por medio de los tratados de “libre comercio”, acabando con la competitividad de las empresas rivales de las megacorporaciones, y a medida que en las economías líderes se frena el crecimiento, la base de consumo de estas corporaciones se contrae. Las megacorporaciones tienen el potencial de producir cada vez más pero solo una décima parte de la población mundial puede comprar sus mercancías. El modelo económico está fallando.
La concientización política de la población amenaza con evitar la continuidad de gobiernos peleles de los poderes fácticos mundiales. Las elecciones del pasado 24 de mayo en España, por ejemplo, representaron un serio revés, al votar la población por opciones libres de la partidocracia aliada a los intereses económicos de las megacorporaciones. La elección en México del 7 de julio, con la que la Cámara de Diputados se integró con candidatos vencedores con apenas el voto del 11% del electorado, marcaron también un importante rechazo de la población a la partidocracia que impulsó una política económica afín a los intereses de los poderes fácticos.
Pareciera ser que, habiéndose hecho cada vez más evidente la manipulación por parte de una poderosa minoría, la enorme mayoría de la población mundial está despertando para liberarse de su control rechazando a los gobernantes cooptados por ésta.
El club Bilderberg, su instancia de influencia política, el Consejo de Relaciones Internacionales (CFR por sus siglas en inglés) y sus órganos de ejecución, la Comisión Trilateral y el Foro Económico Mundial, pese a su agenda oculta de control, se hallan ahora expuestos al escrutinio de una población global cada vez más consciente. Como nunca antes, quienes durante varias décadas han controlado gobiernos y depredado los recursos económicos y el trabajo humano, son cuestionados por mayorías que ya no aceptan el modelo económico y el sistema político que, simulando democracia, se han mantenido en el poder en varios países del mundo.
En el libro La Comisión Trilateral y la planificación de la élite para la administración mundial (escrito en 1980 por Holly Sklar, http://goo.gl/BwFHvE ), David Rockefeller afirma que su red de organizaciones, bancos, corporaciones o el accionar de los gobiernos están al antojo de su influencia financiera: Los trilateralistas, según reseña Sklar, proponen “estrategias para el manejo de la dependencia.
La agenda de los trilaterialistas quedó expuesta desde que en 1989 se desclasificó un informe reservado de Henry Kissinger, secretario de Estado de Nixon al Consejo de Seguridad Nacional, NSSM 200, sobre el crecimiento de la población mundial y la prospectiva de ciertos recursos naturales. Allí identificó el crecimiento de los países del tercer mundo como “un asunto de máxima importancia” porque “pone en peligro el acceso a minerales y a otras materias primas que los EE.UU. necesitan y constituye una amenaza para su seguridad económica y política.” El plan para evitar que los países del eje trilateral (Norteamérica, Europa, sureste asiático) se quedasen sin consumo, se basa en tres líneas principales: apropiación de los recursos naturales y energéticos del tercer mundo, sumisión de las soberanías de esos países y disminución de la población en estos países.
Durante decenios, aunque en realidad durante siglos si consideramos su origen, el gobierno oculto del mundo ha controlado a la población mediante el terror a través de guerras, hambrunas y epidemias. En el pasado auspiciaron a bandos contrarios en las conflagraciones mundiales y los conflictos regionales. Han propiciado la infiltración de armas, la expansión de grupos terroristas, fomento del tráfico de drogas, eliminación de líderes populares y represión de movimientos sociales. Al verse expuestos y señalados no es posible esperar que se queden con los brazos cruzados. Es factible que, para recuperar su poder a través de la capacidad de compra de la población, acentúen las estrategias de su plan de control ya que nunca antes la población había estado tan alerta gracias a la comunicación e información rápida y eficiente como ahora con los medios de comunicación existentes.
Ya están agotadas sus estrategias de apropiación y sumisión de las soberanías. El grupo Bilderberg no necesita publicar el resultado de su encuentro. Para enfrentar la contracción de la demanda a la que se exponen sus monopolios sus voceros han hablado: “Pronto vivirán [en el mundo] 9 mil millones de personas. Si hacemos un gran trabajo en nuevas vacunas, atención médica y servicios de salud reproductiva, podríamos bajar la cifra en 10% a 15%”, Bill Gates.
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