Seguimos buscando que nuestro país se recupere a la mayor brevedad posible de la crisis económica y moral que estamos pasando. Sin embargo, a pesar de que tenemos signos de recuperación, estos son muy tenues, comparados con los de recesión. Veamos los indicadores positivos: Crecimiento de exportaciones, en el ramo automotriz; baja en el desempleo en seis regiones; inflación dentro de los parámetros programados. En estabilidad de precios subimos del lugar 16 al ocho. Creo que éstos son los principales. Sin embargo los negativos siguen siendo los de más peso, por ejemplo: La violencia y delincuencia, peligrosamente desatada a pesar de que la actual administración decidió bajar de los titulares periodísticos y declaraciones oficiales el tema, la realidad ha demostrado que estos dos años han sido más violentos que los años anteriores, y que las medidas tomadas han sido erróneas, como el haber permitido la creación de las policías comunitarias y las autodefensas, aceptando que se armaran. La realidad es que la mayoría de esas autodefensas no responde a la autoridad, sino a grupos de criminales. Y ahora los enfrentamientos de éstos son más sanguinarios que nunca. El tolerar y permitir la impunidad de los pseudo maestros ha desembocado en una serie de chantajes de miles de millones de pesos, y en un atraso en la educación de niños y jóvenes en cinco estados, en donde tiene presencia la CNTE, y sobre todo en miles de horas hombre perdidas en la Ciudad de México, por las marchas, protestas y bloqueos de calles y avenidas. Todo esto origina un impacto directo en la actividad económica, que resulta de la inestabilidad social.
A pesar de esto, en la medición a nivel mundial, en los rubros de eficiencia empresarial, a la luz de la competitividad se situó en el lugar 39, pero en contraparte, en cuanto a eficiencia gubernamental, se bajó cuatro puestos. El desempeño económico se sostuvo, pero en infraestructura y educación (comunicaciones, salud, escuelas, etc.) pasamos del lugar 56 al 58.
Pero en donde estamos pésimamente calificados es en el rubro de corrupción e impunidad. Esto se da en el marco de la promulgación de la modificación de catorce artículos constitucionales, los cuales darán vida al Sistema Nacional Anticorrupción. Entre las particularidades de este sistema está el fortalecer a la Auditoría Superior de la Federación y ahora podrá, y debe, hacer las revisiones en tiempo real. Da más facultades para que exista una corresponsabilidad entre los poderes públicos y evitar que se estén echando la pelota ante los problemas, eludiendo sus responsabilidades. Ahora se especifica cuándo se deberá también castigar y procesar a las empresas privadas que participen en actos de corrupción. Hoy será una realidad eso que dice: “Tanto peca el que mata a la vaca como el que le detiene la pata”.
Todo esto está bien, el único problema es que con expedir y promulgar leyes no se solucionan los problemas, sino con la aplicación de las mismas, combatiendo la corrupción que existe entre las autoridades encargadas de aplicar el marco legal, o sea desapareciendo la impunidad, pues en estos momentos se habla de que la corrupción está afectando al país de manera muy grave y en pesos. Comparado contra el Producto Interno Bruto (PIB) es de entre dos y 10%, mismo que representa entre 26 mil y 130 mil millones de dólares, que son aproximadamente 330 mil millones de pesos. Esto es igual al 5% de las ventas anuales. Lo anterior de acuerdo a un estudio presentado por el IMCO y el CIDE.
Después de las elecciones, y ya instalados los que sean elegidos para la Cámara de Diputados, se aprobará y discutirá el presupuesto del año que entra y en su momento modificaciones al del presente año, pues sólo Pemex, en el primer trimestre tuvo una pérdida de ingresos por -127 mil millones de pesos. Así que forzosamente la Secretaría de Hacienda deberá revertir la inercia del gasto, como se está haciendo, sobre todo en el gasto corriente en gastos de viaje de funcionarios, los aviadores y las prebendas a organizaciones de presión. Así las cosas, esto traerá presiones adicionales, pero no quedará de otra que enfrentar la realidad y preservar un presupuesto que permita la justicia social, crecimiento económico y que los rubros sensibles de salud, educación, pensiones y seguridad no sufran menoscabo y se lastime a la sociedad.
Los cuellos de botella no son permanentes si se trabaja y se actúa a tiempo y con inteligencia, veamos que se haga.