Como nunca, el común de la sociedad mexicana enfrenta una de sus mayores crisis de credibilidad contra sus gobiernos, sus instituciones y los partidos, producto de los escándalos propiciados por la alta corrupción en la clase política y la apatía en la atención a las necesidades que les son prioritarias.
Pareciera que los mexicanos hemos llegado al límite del hartazgo e impotencia sobre lo cual un cauce efectivo de solución es el voto. Es el único que nos podrá permitir construir el México al que todos aspiramos.
Decía el político argentino Juan Domingo Perón que la verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo. Tal vez una utopía en el actual sistema de gobierno, pero un postulado que todo régimen debiera cumplir.
Nos aproximamos al proceso electoral donde nuestra decisión habrá de renovar la Cámara baja en el Congreso de la Unión. No debemos desestimar este suceso porque se trata de definir el camino más acertado en el presente y darle la certeza a las generaciones que nos estarán sucediendo.
Constituye además una oportunidad inigualable para otorgarles más poder a los ciudadanos y limitar los excesos de los gobernantes. De romper el bloque del autoritarismo y la imposición en el Legislativo y abrir espacio a las expresiones políticas que representen el verdadero interés de los mexicanos.
La historia nos ha demostrado que podemos avanzar en una transición con calma. Sin que deba desbordarse el apasionamiento de los partidos; y mucho menos la violencia, estamos en condiciones de conseguir cualquier acuerdo, independientemente de las militancias partidistas. Las fuerzas políticas tienen la capacidad de sostener un diálogo respetuoso y de aceptar de las ideas que se dirigen a construir una mejor nación.
Percibo como uno de los grandes retos de este país el que la autoridad logre una genuina representación social. A partir de ahí, se podrá avanzar en dar solución a necesidades como son la justa distribución de la riqueza, el mejoramiento de la seguridad pública y una educación pública que forme ciudadanos libres.
La próxima Cámara de Diputados tiene la grande responsabilidad de perfeccionar un marco legal que haga de México un país competitivo y una sociedad con menos rezagos y más oportunidades de desarrollo.
Insisto en la necesidad en que se revisen las reformas estructurales, particularmente la fiscal, por no corresponder a la necesidad de lograr un desarrollo económico parejo. Con el Senado de la República se deberán revertir las condicionantes que sólo castigan al contribuyente y hacen que el emprendedor desista de su actividad y con ello se pierdan empleos.
En una composición más plural, los próximos diputados federales podrán hacer que la Reforma Educativa se transforme en la base para conseguir una enseñanza accesible y de calidad y ya no presentarse como el instrumento para reprimir a las maestras y los maestros de México.
En la voluntad de los próximos diputados también estará el defender la autonomía municipal e incluso dar más poder a los municipios y a los estados, impidiendo cualquier interés que vulnere su soberanía; que atente a su desarrollo por los afanes partidistas o las revanchas políticas.
Es por eso que se vuelve indispensable que todos los ciudadanos cumplan con el derecho y la obligación de emitir su voto libremente este 7 de junio.
De tomar una decisión contraria a la anulación del voto, porque eso en nada favorece a la democracia. Debemos acudir a las urnas y ejercer un acto de reflexión para optar por el candidato o el partido que se considere el mejor para intervenir en la recuperación del país.
Como miembro orgulloso del Partido Acción Nacional (PAN), deseo todo el éxito a mis compañeros Gerardo Salas, Arlette Muñoz y Jorge López en sus aspiraciones de representar a Aguascalientes en el pacto federal y aprovecho para invitar a todas y todos ustedes, a tomarlos en cuenta como una opción confiable, que trabajará intensamente por recomponer el rumbo del país.
Es mi interés porque México siga avanzando en la consolidación de una verdadera democracia. Anhelo un organismo camaral en el que predomine la decisión de la sociedad y no de los partidos ni del presidente de la República.
Nuestra nación ha cambiado. La sociedad actual es más exigente e intolerante a la corrupción y a la simulación en el trabajo.
Cumplamos con el momento histórico de la democracia y hagamos valer el poder que tiene el voto.