Una jefa a toda madre / Vale al Paraíso - LJA Aguascalientes
15/11/2024

 

La humanidad nace en la niñez. Las naciones depositan en la juventud su posteridad. Y el mundo confía a las madres su salvación. Ellas anhelan la felicidad del hijo. Forjan su honrado proceder. Bordan el éxito terrenal.

Mamá es algo más, mucho más, que cuatro letras. Es la palabra más reconocida. El más digno ejemplo. La más noble profesión. El tesoro más preciado. Sin su amor, impulso, tolerancia, comentario y reprimenda, el ser humano se vuelve nada. Sus sabios consejos son la guía moral más importante para transitar por los azarosos caminos de los vivos.

Enseñan el amor a Dios por encima de todas las cosas. Inculcan los valores congregados en la ética. Insisten en el respeto a sí mismo para respetar a los demás. Justiprecian la cuantía de la honestidad, el esfuerzo, la perseverancia y la tenacidad.

Muestran la valía de sentir, decir, discernir y decidir; del corazón y del amor; del error y de la rectificación; de la equivocación y el perdón; del estudio y la preparación; de la alegría y el buen humor.

Y muchas de ellas -solteras, casadas o en pareja- también enseñan la diaria calidad del hogar, de la familia y del trabajo, que en triple y simultánea faena, atienden con apasionada entrega, diligencia, inteligencia y mucho cariño.

Mi mamá -querida, adorada y extrañada- murió el 13 de febrero de 2005. Inmediatamente después de rendirle los honores correspondientes -desde el velatorio hasta recibir sus cenizas en la urna, pasando por la desgarradora misa-, llegué a casa. Prendí la computadora. Y descargué mis emociones dolorosas y encontradas en el texto La muerte que nunca vemos, publicado en Página 24 el 16 de febrero.

En su esquela dejamos constancia de nuestro sentimiento y de lo que representó para su descendencia: “Con profundo dolor, pero llenos de fe y esperanza, sus hijos, hijos políticos, nietos, bisnietos y demás familiares lo participamos (su fallecimiento), agradeciéndole a Dios y a la vida que durante 85 años haya compartido con nosotros su amor y su ternura, su ejemplo y alegría y los sabios consejos que han sido la guía moral más importante en nuestras vidas”.

Seguramente las amistades de la familia rememoran su simpatía. Tan inmensa como el océano. Tan brillante como el sol. Tan luminosa como la estrella. Tan agradable como la luna. Tan chispeante como la reconocida champaña.


Aunque también tenía su carácter. Ejercía el poder maternal como el presidente de la República lo hacía en los antediluvianos tiempos del régimen revolucionario.

Recuerdo algunas de sus frases típicas, dichas en momentos aciagos -para mí, claro-, a fin de dejar constancia de su malestar: “Pero vas a ver, Marito, cuando llegue tu papá”. En esos instantes supuse, para aligerar mis temores, que el informe versaría sobre mi excelente comportamiento.

O cuando retumbaban en su centro la tierra al echarme en cara: “Mira el ejemplo que le estás dando a tu hermano menor”. La recriminación me pareció injusta, desde siempre, porque mi ejemplo -el dorado en términos cualitativos y cuantitativos- fue como una luz en el camino público de Otto, hasta llevarlo a la gubernatura de Aguascalientes, digo.

Pero independientemente de los jalones de orejas, cada segundo de mi existencia repito que yo tuve una jefa a toda madre.

Porque alguien tiene que escribirlo: La semiótica me dice que el PRI Aguascalientes se encamina a otra derrota electoral. Los distritos I y III están más perdidos que los Tecos de la Universidad de Guadalajara.

Para el columnista político consentido del régimen, Matías Lozano, en el distrito II “pareciera que María de los Ángeles Aguilera, La China del PRI, es superada por su contrincante del PAN, Arlette Muñoz, y que le iba mejor, a La China, con la pronunciación de su apodo, que con su imagen”.

En la lucha femenina está en juego la blonda cabellera de Lorena Martínez contra la redonda máscara de Fernando Herrera, porque las contendientes –La China, tránsfuga del PAN, y Arlette-, son hijas políticas de la titular de la Profeco y del senador, respectivamente. ¿Volverá a ganarle Lorena a Herrera? Eso dependerá del congresista, más concentrado en sus apariciones en la televisión nacional, que en partirse el fuero por su muchacha, hoy también muy abandonada por la nomeklatura panista local.

El resultado global es previsible. Los operadores tricolores -oficiales y oficiosos-, que vienen perdiendo todas las elecciones en el sexenio lozanista, son los mismos que controlan las campañas de La China, Goyito y Ríos Alba.

2 a 1 o 3 a 0 a favor del blanquiazul, será el marcador final. Reitero.

Coda: La comunicación política es una asignatura pendiente el Gobierno del Estado de Aguascalientes. El propio titular del ejecutivo lo ha reconocido. Pero, inexplicablemente, se nombra a forasteros. Inexpertos en la materia. Iluminados de pacotilla. Que no han sabido vender el Progreso y la Justicia para Todos.

Primero se contrató a un Arrastra Lápiz que levantaba encuestas en vivienda o telefónicas. Después a un Jalacables de la televisión. De la ineptitud de Carlos Penna Charolet se pasó a la perversidad de Héctor David Sánchez Rodríguez, el Chilango tenebroso -no defeño, como suelo llamar a los capitalinos de fina monta-, que seguramente regresará al Ajusco dejando sus evidentes destrozos por estas tierras.

Para alusiones personales: Finalmente, después de 172 textos publicados en estas páginas, el laureado Edilberto Aldán, zar de la muy La Purísima… Grilla, reconoce que “hilo fino”, quizá debió agregar que con hebra de oro, pero de todos modos agradezco el generoso elogio.

Frank Underwood (Kevin Spacey), el político estrella en House of Cards, serie original de Netflix, sentencia que en política “los amigos son los peores enemigos”. A lo mejor le faltó agregar que en el periodismo las amistades son de mentiras y los adversarios de verdad.

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