En Allende y Victoria, estaba la Madire papelería, o como muchos la conocíamos: la Mayola. Se me ocurrió el día de ayer reemplazar mi gastado portafolio y ¡Nada! Ya no está ahí la tradicional papelería. En su lugar, una tienda de ropa para dama.
La papelería Madire fue sitio obligado de visitas en mis años de estudiante de nivel medio. Ahí encontraba mis “monografías” (biografías) de grandes héroes y prohombres de la patria, ahí mis plumas de punto fino para la clase de caligrafía, ahí el papel carbón y el corrector en láminas para la mecanografía; inclusive mi máquina de escribir portátil fue adquirida en ese entrañable negocio.
Hay personas y lugares que le dan a uno esa sensación de permanencia. Uno cree que mientras existan, inmutables, ciertos lugares, mientras vivan intemporales ciertas personas y mientras persistan en las calles los resabios de ciertos aromas y sabores; uno puede gozar de cierta inmunidad, de una cómoda garantía que la vida es una línea de tiempo segura y previsible. ¡Pero no! No es así, a la papelería Madire la alcanzó y arrastró el huracán de la modernidad papelera, en la que los grandes súper mercados de prefijo office ponen no sólo al alcance de la mano los artículos más novedosos y modernos, sino servicios para la reproducción y presentación de documentos, consulta de internet, cafetería y ¡por supuesto! Estacionamiento gratuito para nuestros clientes.
El pasado sábado escuché a Paco Guel, presidente del PRI en Agüitas, decir que “debemos dejar descansar a la nostalgia”, pero yo estoy convencida que dejar descansar a la nostalgia es darle “vacaciones” a la memoria, y sin la memoria no podemos agradecer un pasado que no reconocemos, que se vuelve desde lejano, hasta inexistente porque ¡Digo yo! En una de esas la memoria se siente tan a gusto de vacaciones, que le da por ya no regresar ¡Oiga usted!
Pues bien. Esta cocinera se declara nostálgica por la ausencia en Allende y Victoria de la Madire, y, profundamente agradecida, en memoria de esos años de adolescente-estudiante, con los propietarios de esa querida papelería que fueron proveedores de nuestros empeños estudiantiles y compartieron con nosotros espacio y tiempo de vida. Damnificada como estoy, y como está la querida Mayola, de la modernidad papelera, me niego rotundamente a reemplazar mi maltrecho portafolio en uno de esos lugares con prefijo office; después de todo, con seguridad en esos sitios sólo venderán porta lap-tops, o porta-tablets, y después de todo, no encontraré ahí el hogar que la Madire, la Granados y la Carpeta, algún día me brindaron.
Uno que no sucumbió, sino que se remodeló, fue el edificio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Aguascalientes. Le dieron una renovada que ¡Oiga usted! Quedó i-rre-co-no-ci-ble. Bien bonito y recién pintado, casi puedo decirle que vibrante y resplandeciente, como si él dijera ¡Estoy listo para la batalla! ¡Que venga el siete de junio!
Con casi medio siglo de existencia, el añejo edificio fue repensado, rediseñado y reinventado, para ponerse a la altura del “nuevo PRI” y ad hoc con el reto que representan las nuevas leyes en materia electoral y el nuevo modelo de comunicación política a que le exhorta el flamante Instituto Nacional Electoral con todo y sus controvertidas Comisión y Unidad Nacionales de Fiscalización.
Esta cocino-política agradece la fina invitación del amigo Pepe López a ser parte de la reapertura de López Mateos 609 oriente. El edificio asentado ahí me vio llegar hace treinta años y, malgré tout en la inspiración del paisano Jesús F. Contreras, no me ha visto retirarme. Es mi casa. La casa del auténtico priismo. La casa de los demócratas convencidos. La casa de los líderes congruentes. La casa de los políticos de formación y de vocación.
Carlos Alberto Madrazo Becerra, ideólogo priista de avanzada, fue cuestionado en alguna entrevista acerca de su permanencia en un partido al que tanto reprendía; su respuesta: “yo permanezco en el PRI porque esta es mi casa, a quienes critico es a los intrusos; luego entonces, quienes deben irse de mi casa son ellos”.
Hermosa la renovada casa del priismo en Aguascalientes, ojalá que ese aire luminoso que hoy lo envuelve alcance a cada una y cada uno de quienes simpatizamos con o militamos en ese instituto político, y ojalá cuente con un sistema de prefijo anti: anti-improvisados, anti-arribistas, anti-autoritarios, anti-excluyentes, anti-tolerantes ¡En fin! Un sistema anti-intrusos ¡Hágame usted el favor!
Nos vemos en la próxima. Recuerde usted, que en esta su cocina se come, se lee, se estudia y se conversa de todo, particularmente de política.