El candidato y su polvareda. No sé cuántas cejas de los consejeros del INE se estarán arqueando al leer la solicitud -si se presenta- emitida por iniciativa del candidato priista a la diputación federal por el Distrito I de Aguascalientes y un grupo de expertos en materia electoral, “para ver si podemos parar el tema del spoteo por lo menos dos semanas (…)”. Así lo dijo Gregorio Zamarripa Delgado, sentenciando: “Yo le pediría al INE una tregua para saber quiénes somos los candidatos y qué propuestas tenemos (…) los candidatos tenemos derecho a un clima estable para proponer. Es difícil, por no decir imposible, meter la propuesta. Entras al hogar y está la televisión con un spot contra fulano de tal”. (LJA, Carlos Alonso López. Política. Martes 28 de abril de 2015).
Lo que es deplorable, verdaderamente deplorable, es constatar que el raudal de los dineros asignado a los partidos contendientes en esta justa electoral de junio por venir, se está derramando en una hemorragia imparable de propaganda pagada de denostaciones a contra cara de todos y cada uno de los candidatos contendientes. De manera que la novedosa y rigurosamente vigilada campaña del aire, digitalizada al extremo, ha levantado una densa, gruesa, pesada, irrespirable nube de acusaciones interpósitas que no deja espacio para que los candidatos puedan decir quiénes son y qué quieren proponer a la población electora. La cosa se antoja de risa e inconmensurable ingenuidad, si no fuera por los costos económicos y financieros que están escalando como rascacielos a la atmósfera de la sacrosanta contabilidad electoral.
Cuán grande, amplificada y sonora fue la reforma que transmutó al IFE en INE para asegurarle más certeza, más credibilidad y más transparencia, dándole incisivos dientes sobre todo en el manejo y control de los procesos electorales locales. También se argumentó aquello de la equidad entre pares, para no dejar resquicio alguno a la desigualdad de oportunidades, que la asignación diferencial de prerrogativas se encargó luego para instalar el criterio de las diferencias: antigüedad, nombre, prestigio de la marca, participación proporcional en las preferencias electorales, etc., son criterios nobiliarios de diferenciación, al fin somos iguales pero distintos, no faltaba más.
Lo que no se tocó, ni por asomo, en sagrado y constitucional respeto a la libertad de expresión, fue el contenido de los famosos spots, de radio y televisión, así aportaran en su cadena lingüística palabras dignas de la más genuina y popular picaresca mexicana, que detona la fiesta dicharachera: “¡Estamos hasta la madre!, ¡Se parten la madre! ¡No tienen madre! ¡A huevo!… And so forth, and so on. Lo que en campañas pretéritas ocurría con alguna voz disonante, estridente y ocurrente y un lenguaje corporal evocativo de “¡se chingaron!”, conformaba algo así como el antisemema digno de proverbio popular que era la gran excepción, y ascendía al cielo con silbido de cohete y explotaba luego atronador en fragmentos multicolores que caían en maravillosa cascada luminosa. Al menos así lo patentó Octavio Paz en su virtuoso laberinto.
En la campaña presente, en cambio, son tantas las menciones y mentadas de unos contra otros que la sorpresa explosiva del cohete se parece más a los toritos silbantes de a pie y a rastras, que serpentean y te hacen dar brincos francamente irrisorios. Los jugadores sometidos a tal posición ya se cansaron de parlotear y saltar como esquites en comal caliente, sin lograr posicionar para nada sus argumentos convincentes ante el gran público elector.
Esta fase primera de bombardeo electoral se parece más a una batalla naval de buques a vela, cuyos mástiles principales fueran ferozmente atacados con la primera andanada, simultánea y de todos contra todos. De manera que el primer saldo obtenido fuera la anulación de la fuerza propulsora principal de todos los barcos contendientes. Escenario que deja a todos a la deriva, con mucho parque todavía por disparar, pero sin posibilidad de maniobra, más que flotar sin control ni estrategia, dejando a sus tripulaciones paradas a la borda y mandando insultantes improperios a los de banderas contrarias al ritmo del vaivén de las olas y de la fuerza del temporal. Queda al azar quién choca contra quién y qué casco resiste más para permanecer en su línea de flotación. En tal estado de cosas se vería más agresivo el curso de las trajineras de Xochimilco en un plácido domingo de fritangas, cheves y mariachis.
Al razonar acerca de la relación que existe entre las premisas iniciales y los fines pensables que se pretende conquistar, Antonio Gramsci dixit: “Rara vez se piensa en esta relación, aunque sea de evidencia inmediata. Su manifestación la vemos en las empresas organizadas de ‘acuerdo a un plan’ y que no son ‘puros mecanismos’, justamente porque se basan en un modo de pensar en el que la parte de ‘libertad’ y de expresión de iniciativa (espíritu de ‘combinaciones’) es mucho más grande de lo que queríamos admitir, a causa del papel de máscaras de la comedia del arte que cumplen los representantes oficiales de la ‘libertad’ y de las ‘iniciativas’ abstractamente concebidas (o tal vez demasiado ‘concretamente’ concebidas)”. (Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel 2. Los intelectuales y la Organización de la Cultura. 1975. Cap. III Periodismo. P. 144)
Algo falló en los cerebrales war-rooms de campaña. Yo pienso que no se deliberó lo suficiente sobre lo que ocurre en el simplísimo cuadro de oposición lógica. Que según el sabio Aristóteles, se resume en cuatro posiciones fundamentales: (1) Una afirmación universal positiva se opone a su contraria afirmación universal negativa (todo-nada); debajo de ellas, se alinea (2) una proposición particular afirmativa frente a su contraria proposición particular negativa (algo/algunos-as versus algo no / algunos-as no). Este renglón de abajo se llama (A) oposición alterna o de sub-contrarios; y su relación vertical, hacia arriba se evalúa como muy poderosa, dado que ante la presuntuosa afirmación de que “Todos son…”, para refutarla basta con afirmar que “Algunos son…”; y si “ninguno es…”, basta con decir que “alguno no es…” para desmentirlo; por eso se llama oposición alterna. La oposición verdaderamente dialéctica (B) es aquella de los términos contradictorios, en donde una propuesta universal afirmativa se contrapone con una particular negativa, (Todos son… es contradictoria de “Algunos no son…”, o bien “Ninguno es…” versus “Alguno sí es…”.
Este bello, simétrico y armonioso cuadro de términos opuestos, alternos, contrarios y contradictorios hacen de la lógica retórica y dialéctica una delicia de racionalidad, de persuasión y de refutación efectiva. Si a estas alturas de la primera fase de campaña de denostaciones todos los adversarios están entrampados es porque decidieron endilgar puros enunciados particulares negativos a priori, queriendo deducir de ello enunciados universales afirmativos a posteriori; lo cual, y hasta en la rigurosa lógica hegeliana y kantiana, quebranta las leyes elementales del razonamiento inteligente y la retórica; de un simple particular negativo no puedes concluir un universal hipotético afirmativo, pues lo único que resaltas es tu evidente disparate, tu inescrupulosidad lógica y el fracaso de tu aserto.
En este punto, la lectura del candidato y su polvareda tiene sentido. Su propuesta es un parteaguas de dos vías: o es tomada en serio aun por las arqueadas cejas de los supremos consejeros del INE y se exhibe la bandera blanca ante todos los contendientes para insertar una pausa digital de dos semanas; o bien, se debate acaloradamente en sesión deliberativa que no permite el osado atrevimiento de trastocar el intocable derecho a la libre expresión de las ideas, al debido proceso actancial de los actores políticos y a su inalienable derecho de gastar los dineros de sus prerrogativas como les venga en gana. O sea, que siga la fiesta de improperios, denuestos, imprecaciones e incriminaciones. Sin que nihil obstet respecto del pedimento del lúcido candidato hidrocálido.
