Tengo una confesión para la humanidad. No me gusta tanto Star Wars. Es más, puedo declarar que considero a George Lucas un cineasta limitadísimo y sobrevaluado. No por nada, las dos mejores películas fueron dirigidos, en un feliz accidente, por realizadores independientes a sueldo (¿Te recuerda al método Marvel que ahora usa Kevin Feige?). Ahí les va otra confesión contreras: a pesar de todo, creo que Episodio III tiene un inicio con madre, con la entrada de Anakin y Obi-Wan a la nave, culminando con la pelea contra el androide con carne. Ese podría ser el mejor Lucas, no el creador de inmamables escenas acerca de sindicatos y comercio exterior en el Senado Galáctico.
Tenía alrededor de 11 años cuando pasaron, una de tantas veces, Star Wars: Una Nueva Esperanza en Canal 5. La vi mientras comía con mis hermanos y padres. La verdad me dio pena ajena. Diálogos horrendos acerca de una guerra de clones, linajes reales y un mumbo jumbo de ciencia ficción gratuito y malos actores en lo que, en mi opinión, es el escenario menos motivamente de cine: un estúpido desierto. Las cosas mejoran al final, con las naves y la obligada ceremonia de premiación (como en Episodio I). El Imperio Contraataca es una experiencia mucho mejor, ya que quita el aliento llegar a la ciudad de las nubes, ver la traición de Lando Caricias (je) y el final con Luke y Leia viendo a la galaxia. El Retorno del Jedi baja un tanto la apuesta, pero marca todo un hito del cine al tener una gran gran secuencia de acción en el comienzo, aparte de dejarte de qué pedo ¿por qué Leia es esclava de la bola de masa que presta dinero? El final también es súper angustiante, si bien no soy entusiasta de los cantos en el bosque.
Episodio I es un reflejo de los dosmiles tempranos. Todo exagerado, todo kitsch, prometedor, pero a los cinco años ya era algo de mal gusto. Al menos intentaron algo padre con los podracer y toda esta variedad de aliens en el mercado de las apuestas. Nunca ví Episodio II en el cine, solamente en Canal 5. Qué puta basura. ¿Los tortolitos en el pasto? ¿Desperdiciar así a Christopher Lee? ¿Dedicarle como 15 minutos a por qué Anakin se vuelve un ser influenciable?
El avance de The Force Awakens que vimos esta semana no me emociona. No es lo que pensamos al ver la foto del elenco. Ninguno de los tres protagonistas, al parecer, es descendiente de Leia, Luke o Han, además de que tenemos otro imbécil enmascarado y con sable rojo como el malote. Tampoco sé qué tan inteligente resulte enlazar las trilogías por medio de los actores veteranos. Soy más fanático de mundos de Star Wars que del mismo Star Wars.
Pero, así como creo ciegamente en alguien que ama el cine como Edgar Wright (el mejor director de nuestra generación en cuanto a acción, Nolan en Drama y Apatow en comedia), creo que el nerd más grande del mundo se llama JJ Abrams. Y creo en él. Ciertamente, Star Trek era algo que me parecía lejano y aburrido, hasta que ví las películas de Abrams. Unas benditas joyas. Tanta densidad de universo, mitología y el mentando mumbo jumbo de sci-fi barato, este director junto a sus guionistas de cabecera (Kurtzman y Orcio) logró transformarlo en una gran aventura que nos importa. La secuela, Into Darkness, subió la apuesta y nos obligó a recordar por qué vimos la otra película casi cuatro años atrás.Ni hablar de lo hermosa que es Super 8 o MI:3. Lost no me gusta, pero todos sabemos que Abrams en televisión solamente es un prestanombres que aprueba sonámbulamente guiones y presupuestos. Todo es culpa de Goddard, Lindelof, Kurtzman y Orci.
Ah, y lo que sí me importó esta semana es si Superman puede sangrar. ¿Por qué a nadie en el cine se le había ocurrido retratar que si llega un alien a nuestro planeta, simplemente es el evento más grande de la historia? Superman no me podía valer más madre, pero en Man of Steel me importó.
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