Un sentido de urgencia y responsabilidad debe estar por encima del calor electoral, escenario donde se ponen a prueba la vocación política y el respeto a la tarea legislativa. Es en ese tenor en el que se han dado las reuniones por parte de quienes coordinamos las distintas fracciones de las cámaras de Diputados y Senadores.
Lo he sostenido a nombre propio y de mis compañeros de grupo: la aprobación del marco legislativo pendiente en temas como el Sistema Nacional Anticorrupción, la Ley de Transparencia, la Reforma Política del Distrito Federal, el análisis de la iniciativa presidencial de seguridad, entre otros, debe abordarse y concluirse en las sesiones que restan antes del fin de periodo ordinario.
México hoy demanda dinamismo y compromiso, no hay tiempo que perder ni sociedad que lo resista, el propio Consejo Coordinador Empresarial (CCE) se pronunció recientemente por decisiones y soluciones que puedan tener efectos rápidos derivados de las reformas estructurales. Se trata de que las autoridades, los representantes y la sociedad civil nos pongamos a prueba sin titubeo, frente a lo crítico de muchas de las esferas de la vida nacional.
Múltiples son los ejemplos que la historia nos brinda para no dejarnos llevar por la pasión electoral. Los procesos deben recordarnos a quienes tenemos cargos derivados de ese diálogo social, la congruencia con la que debemos conducirnos porque es justo nuestra labor, la respuesta a la confianza y la manera en que se refrenda; es en el ambiente de efervescencia cuando reafirmamos a la gente cómo se privilegia su decisión. La mejor manera es demostrar que estamos ahí para dar paso a instrumentos legislativos que aseguren un entorno político e institucional justo, porque esto apremia.
De ahí que seamos claros en la advertencia de que no habrá ningún nombramiento de las propuestas presidenciales hasta que no salga la elección del nuevo magistrado ante la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Tepjf), encargado de resolver las impugnaciones de los procesos electorales que se desarrollen en nuestro país. ¿La razón? Sencillamente porque de no ser así las elecciones se llevarían a cabo con seis magistrados, lo cual supone un empate en caso de controversias -que seguramente las habrá- derivadas de la elección del 7 de junio, por lo que no se puede soslayar la importancia de completar esta sala.
Me sumo a las voces que consideran el periodo electoral como el momento de fiesta democrática que debemos vivir con toda la pasión, pero de la cual podemos salir fortalecidos todos los mexicanos, las instituciones, las autoridades y, ahora, la propia reforma electoral. De no ser así, podríamos sufrir una dura resaca, de la cual sería muy difícil recuperarnos.
*Coordinador del GPPAN, Senador de la República por Aguascalientes. Sus bases formativas son la Contaduría Pública y el Derecho, desde donde ha ejercido apasionadamente el servicio público, la política y la representación social como férreo militante de Acción Nacional.
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