Es difícil, no creas que no lo entiendo, es difícil, pero aun así me seduce la idea, hacer una lista, o al menos pretender hacerla, de los diez discos de rock que más influyeron en mi gusto por esta música representa un trabajo de sacrificio, porque entenderás, mi estimado invitado a degustar este banquete, entenderás sin duda, que hacer una lista de diez, o del número que sea, significa, irremediablemente dejar afuera otros discos que sin duda serán muy importantes, sin embargo, es necesario sacrificar algunos títulos, así que aceptando esta situación que te la comento, no sé si como advertencia o justificación, te propongo una lista de los diez discos que cambiaron mi vida.
No te los presento en orden, no por mencionarlo al principio va a ser el más importante, ni por ir al final carece de importancia. Todos los discos que te propongo los escuché, más o menos, entre 1976 y 1985, es decir, entre mis 13 y 22 años de edad, durante esos años fui poco a poco descubriendo un inconmensurable panorama que no me imaginaba que existía. Bien, aclarado lo anterior, Iniciemos.
Quadrophenia, de los ingleses de The Who, fue uno de esos discos que me golpearon sin piedad, había leído algo sobre el disco y la película en la revista Conecte, ¿la recuerdas?, estoy seguro que sí, era un referente para quienes gustábamos del rock, y, claro, en aquellos años no había internet ni nada parecido, revistas como Conecte y Sonido eran nuestras fuentes de información, recuerdo que en mis inicios en la radio, usaba estas publicaciones para hacer mis guiones, ¡ah, qué tiempos aquellos!
Pero no me quiero desviar, te hablaba de Quadrophenia, fui al cine a ver la película, creo que fue en el Cinema Dorado 70, de felices recuerdos, con mi buen amigo, y en parte culpable de mi gusto por el rock, Alejandro Arenas Martell. Definitivamente no fui el mismo, después de salir del cine, algo se había modificado en mí. Quadrophenia me golpeó duro.
También por culpa de Alejandro conocí a Le Orme, colosal grupo de rock progresivo italiano que también significó, y sigue significando algo más que simplemente un buen grupo de rock, Le Orme representa para tu servidor algo más, mucho más. El primer disco que escuché de este imponente trío italiano es Uomo di Pezza (Hombre de Trapo), de 1972 y después vinieron todos los demás, Collage, Contrappunti, y Felona e Sorona principalmente.
De Led Zeppelin había escuchado una que otra canción, lógicamente Stairway to Heaven estaba entre mi limitado repertorio, pero cuando escuché a David García en uno de sus programas de radio en Radio Casa de la Cultura con el disco Physical Graffiti, entonces me convertí en un acérrimo seguidor de Led Zeppelin, y así será hasta que la muerte nos separe.
Imposible dejar fuera de la lista a Pink Floyd, de ellos debo elegir el disco Animals, no es mi favorito, me gusta más el primero, The Piper at the Gates of Dawn, o el infaltable The Dark Side of the Moon, pero fue Animals el que me introdujo a toda esa atmósfera experimental que es Pink Floyd.
Conocer a The Doors fue otro de esos violentos impactos en mi vida, principalmente su primer disco, ese en donde vienen canciones como Light my Fire, Crystal Ship, Break on Through y el inmenso poema The End, ese texto me lo aprendí de memoria y si ya de por sí mi interés en el pensamiento de Nietzsche era grande, mi afición por The Doors me convirtió en un ávido lector del filólogo alemán, recuerdo a mi maestro de filosofía en la universidad, Ricardo Luciano Tlachi, me decía acompañando su comentario con una amplia risa: “eres el único católico adorador de Nietzsche”.
La canción de Bob Dylan, Blowing in the Wind, era una de mis favoritas, la escuché en una recopilación, pero me interesé mucho en el disco del que provenía, así logré conseguir el disco The Freewheelin’ Bob Dylan, y claro, es otro de los que cambiaron mi vida.
Otro disco que no puedo dejar de mencionar es el Master of Reality de Black Sabbath, uno de los primeros cuatro, esa tetralogía que propone el más fino y puro metal.
Siguiendo con el metal clásico, el doble de Deep Purple, Live in Japan me sacudió con fuerza, recuerdo que cerraba los ojos y me imaginaba que estaba frente al órgano Hammond de Jon Lord y lo veía ejecutar un solo de un virtuosismo casi inexistente.
Siguiendo con los dobles en vivo, el de Camel A Live Record en donde en el segundo disco interpretan íntegramente el genial Snow Goose fue otro de los que me dejó con la boca abierta, fue entonces cuando Pete Bardens se convirtió en uno de mis tecladistas favoritos y Andy Latimer en un guitarrista de culto.
Dejé para el final el Abbey Road de The Beatles, excelso. Aunque los grandes estudiosos y conocedores de la música dicen que el mejor es el Sgt. Pepper’s, nos sólo de The Beatles, lo señalan como el mejor en el rock, asunto por supuesto muy cuestionable, el disco que verdaderamente me impactó fue el Abbey Road, sobre todo la cara B, bueno, ahora con los cd’s eso no existe; este disco lo podía escuchar no sé cuántas veces diarias y me seguía, me sigue sonando nuevo, además, dejan su rúbrica de manera contundente en la última frase de la última canción del último disco de su carrera: “al final, el amor que recibes, es igual al amor que das”.
¡Excelentes álbumes! Todos son buenísimos.