De desconfianzas y otras cuitas / Forma es fondo - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Los colombianos tienen una expresión que me gusta mucho, y que no resisto citar para dar una idea de lo que pretendo abordar en esta colaboración: Dar o no dar papaya. Esta expresión la usan los colombianos cuando quieren aconsejar al otro, al vecino, al amigo, acerca de no confiarse. Una especie de advertencia coloquial y amigable para estar consciente de los riesgos que a veces corremos de ser víctimas de engaño o fraude a manos de algún abusivo que simplemente ha decidido pasarse de la raya.

El de la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y el grado en que confían en el otro en un plano interpersonal constituyen a mi juicio un tema central de la agenda democrática moderna. El fantasma de la desconfianza cohabita permanentemente con nosotros y el sistema democrático debe aprender a lidiar con ella.

La confianza institucional es un elemento esencial para la consolidación de una auténtica cultura democrática. Desde la perspectiva original de esta idea que en su momento nos propusiera Robert David Putnam, hace más de medio siglo, resulta innegable que uno de los mayores retos de las democracias modernas, lo es precisamente la creación de un mayor “capital social”, a través de los caminos de la confianza y la participación ciudadanas. Lamentablemente el ciudadano de a pie hoy en día no confía, no da papaya. De ahí el reto permanente de focalizar caminos, rutas de acceso, que nos permitan construir propuestas de política, que ayuden a desbrozar el pedregoso camino de la inevitable cohabitación entre ciudadanos y gobernantes.

Hace apenas unos días fue aprobada en la Cámara de Diputados la nueva Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública. La apuesta es clara: a través de atender el reclamo ciudadano de que sus políticos sean verdaderamente transparentes y que rindan cuentas, se aspira a encontrar nuevas rutas de entendimiento con el ciudadano, ganando su confianza, hoy muy disminuida.

Se parte de la premisa de que a una mayor disponibilidad de la información pública, y teniendo al ciudadano como un sujeto activo de todo este proceso, lograremos un mejor acotamiento del desempeño regular de nuestros políticos. El nuevo empoderamiento democrático que trae consigo una mayor y mejor transparencia y rendición de cuentas, debe ser visto como una alternativa viable, para recuperar no sólo la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y en sus políticos, sino sobre todo, como un camino andable que nos ayude a mejorar la calidad de nuestra democracia.

Con este motivo, un servidor fijaba posturas en el Congreso local hace unos días en el seno de la Comisión permanente, sobre la importancia de la aprobación de esta ley:

“Por ello, esta nueva legislación, trasciende en una apuesta de futuro democrático e impacta sensiblemente en el ánimo ciudadano del presente. De esta forma se integra la legislación secundaria, de la reforma constitucional en materia de transparencia.”

“No responde a una coyuntura, sino a un profundo anhelo de cambio; no es la visión parcial de una fuerza política, sino la convergencia de la pluralidad, el consenso, el pacto social. A todas luces, es una contundente muestra del Estado mexicano para recuperar la confianza de la ciudadanía en sus instituciones.”

Personalmente creo que la ley es innovadora pues habrá nuevas plataformas accesibles al ciudadano para la consulta puntual de información pública. Tal es el caso de la Plataforma Nacional de Transparencia y el del nuevo Sistema Nacional de Transparencia y Protección de Datos Personales como espacios públicos, como plataformas en las que usted y yo podremos consultar por ahora mayores volúmenes de información pública, y en el mediano y largo plazos poder hacer esas consultas en niveles de profundidad, detalle y calidad de la información disponible no vistas hasta ahora. Pronto tendremos en marcha también el nuevo Sistema Nacional Anticorrupción, como otra propuesta innovadora para combatir la corrupción.


En fin, ahí están las nuevas instituciones, ésa es la nueva apuesta con la que México busca congraciarse y recomponer su relación con los ciudadanos y no me parece una reforma menor. Habrá que implementarla cuidadosamente pues al final de todo esto necesitamos, para decirlo en términos de nuestro refrán colombiano, que usted, como ciudadano conjuntamente con su vecino, con su amigo, con su familia, se anime, nos animemos a dar papaya. A confiar más y con la certidumbre y confianza suficientes de que al final no seremos engañados. Así las cosas.

Política de la buena: De acuerdo con el Corruption Perception Index del año 2014 de Transparency International, sólo 54 países de los 175 evaluados obtienen un score superior a cinco en una escala de uno a diez, donde uno es muy mal en términos de enfrentar con éxito prácticas de corrupción, y diez es una evaluación aceptable. Esto quiere decir que dos terceras partes de los países del mundo que participan en esta evaluación están reprobados hasta el año pasado en cuanto a enfrentar con éxito sus prácticas de corrupción. ¿Será por eso que hoy en día todo el mundo habla de corrupción? Ya lo comentaremos.

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