Sí, podría embromarme, dejar todo lo que estoy haciendo para alistar la casa, buscar un mantel limpio y checar los recetarios para buscar la mejor receta de pastel. Sé que a Ella le gustaba el pay de manzana, pero los pays no sirven para celebrar un cumpleaños. Bueno, sí sirven, pero no se les pueden poner muchas velitas. Qué importa, de todas formas sería imposible poner tanta cera en cualquier superficie. Me embromaría, haría el pay y lo decoraría con velas de números coloridos.
Anda, cierne la harina, ablanda la mantequilla, mide el azúcar, Amasa, incorpora las yemas, pela y rebana las manzanas. Abre la alacena de las especias, porque la manzana sin canela es una cosa muerta. ¿Todavía queda mascabado?, qué bueno que compraste otra bolsa. Mira el reloj, ya no eres tan ágil como hace unos años.
Sí, podría embromarme, aunque sé que en este país nadie celebra el April Fool´s Day. No importa, Ella siempre decía que había sido una broma y que ella sí cumplía abriles verdaderos. Por eso Ella era alegre y bromista, y le gustaba reírse: como aquella vez que no pudo parar y se meó en las pantimedias, mientras mi abuela y yo reíamos a más no poder y ella corría al baño, sí, riéndose.
Disfruta el aroma, recuerda en el orden que no se debe, del pasado al presente: yo en sus brazos cobijada en el rebozo de rayas de colores, cuando íbamos a la tiendita por dulces. Sus pasos con tacones cuando llegaba de la oficina, las idas al parque y a la patinada, las visitas a Texcoco, los tlacoyos y la tumba del abuelo. Recuerda: Ella trapeando, friendo, lavando. Ella llorando. Ella gritando. Ella meciendo a mis hijos en otros rebozos, más blancos, porque el de rayitas de colores pertenecía a otra infancia. Disfruta el aroma de las comidas, las cocinadas y del vapor que se eleva de su taza de té. Resume: los años con Ella, años buenos, años malos. Ella bailando danzón. Ella en muletas. Ella, enojada con la vida. Ella y yo entendiendo lo que quería decir aquella radiografía llena de estrellas. Ella sobre la plancha de acero, quieta, sin sonrisa, verdeando. Recuerda.
Sí, podría embromarme, sacar el pay de manzana del horno, preparar los platitos, el cortador y los tenedores, colgar la guirnalda de cumpleaños que usamos en tantas fiestas y esperar que llegue: que suenen una vez más sus pasos en la escalera y toque la puerta en cualquier momento. Esperar, esperar todo el día, sólo para sorprenderme ante su ausencia, porque todo ha sido una broma. Hoy, 1 de abril, Ella cumpliría 75 años, pero hace mucho tiempo que mi tía Madeleine está muerta.
No, aquí no se celebra April Fool’s Day. Regreso las especias a la alacena. Guardo los platos limpios. Cobijo las manzanas con sus cáscaras desprendidas. No tendremos ni pay ni pastel. Ordeno los recuerdos y les doy reversa: doy la espalda a aquel cuerpo sobre la plancha y sigo la estela que ha dejado el rebozo multicolor; sigo y sigo hasta llegar a sus brazos. Ella y yo estamos en la tiendita. Tomo mi bolsa de “perfumaditos”, los cuales ordenaremos por formas y colores cuando lleguemos a la casa que hace tiempo dejó de existir.