- Jaime Lara Arzate, coordinador de Artes Visuales, preparó un memorial con una pieza geométrica
- La pieza irá creciendo, pues en cada listón y bandera roja un alumno de la Universidad de las Artes escribirá el nombre de los 43 estudiantes
En el marco del tercer Festival Cultural Universitario de la Universidad de las Artes, la dirección de Artes Visuales, a cargo de Jaime Lara Arzate, preparó una instalación en memoria de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos hace seis meses en Guerrero.
El autor y alumnos de la licenciatura en Artes Visuales, en un acto performático, sembraron semillas de trigo, y se comprometieron a enviar, una vez que crezcan, algunas nuevas semillas a distintas Escuelas Normales Rurales del país, como símbolo de florecimiento de ideales.
“Esta instalación es a manera de memorial para conmemorar un hecho de gravedad que ha quedado grabado en la historia actual de México”, para el autor esto representa un sencillo homenaje para honrar y recordar a los 43 jóvenes estudiantes normalistas que han sido estigmatizados como transgresores de la ley, por ser “conscientes u cuestionadores del orden social, político y económico”.
Técnicamente, el artista plástico detalló que es una pieza geométrica, una mezcla de ejercicio constructivo que a partir de triángulos genera una composición con base en pirámides triangulares, de cuyos volúmenes virtuales se obtienen espacios dinámicos y formas abstractas, las cuales transmiten una sensación de suave calma o tranquilidad inquietante.
Cabe destacar que la obra escultórica es transitable, se sostiene por los principios y nociones de la ley física de la gravedad, en conjunción con la matemática aplicada, esta unión es conocida con el nombre de “tensegridad”, con la que por medio de la tensión de estructuras tubulares y cables, es posible crear esculturas de formatos considerables, los cuales parecen desafiar esa fuerza, manteniéndose en suspensión y equilibrio.
“También mezclo algunos fundamentos que el Land Art y el Arte del Medioambiente retoman de las culturas ancestrales, asociados a la magia y a la ciencia en las observaciones astronómicas del cosmos”, por ejemplo, cuando registraron el paso de los astros desde la tierra anunciando las estaciones del año, los solsticios, los ciclos vitales de la naturaleza, entre otros.
Sobre el suelo en el que se encuentra emplazada la instalación, pasa la luz del sol por un toldo, proyectándose dentro del triángulo central el número 43, “la figura permite cavar la tierra para formar una imagen en negativo que se traduce en una tumba o en una fosa”, tal como se dijo haber encontrado a uno de los estudiantes.
Para el coordinador de la licenciatura en Artes Visuales, este hecho no es un imaginario, sino una situación real llena de sufrimiento, terror y desesperanza, “desde la academia motivamos a una práctica artística que señale un acto de destrucción, violencia y crueldad que no debe repetirse”. Desde su perspectiva, el arte se convierte en una representación de lo convulso y lo terrible.
Durante su inauguración, se exclamó que este Memorial Estudiantes 43 sirva para constatar “la inmortalidad del espíritu y la ausencia de los cuerpos, pan de vida de esos jóvenes que ofrendaron su luz”, y que por el momento sus paraderos viajan en múltiples travesías con miles de preguntas sin respuestas que se hacen los familiares, amigos y mexicanos en general, al grito de ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!
La pieza irá creciendo, pues en cada listón y bandera roja, un alumno de la Universidad de las Artes escribirá el nombre de uno de los 43 estudiantes.