El nuestro es un país lleno de posibilidades, colmado de bendiciones y riquezas; sin embargo, los mismos que dedican gran parte de su vida en construir y establecer las “grandes” reformas estructurales, son los mismos que muestran a sus amigos y compinches la forma precisa para corromperlas.
La corrupción es el aceite de esta nefasta maquinaria, el oscurantismo en el que se mueve el sistema, es la razón por la cual este país no es lo que debería, lo que podría ni lo que esperamos.
No sé si sea inherente a nuestra condición humana, pero hacer las cosas para nuestro beneficio personal sí es algo que comúnmente nos mueve. Queremos lo mejor, que nos vaya bien y ser reconocidos por ello, pero ¿A qué costo?
“El fin justifica los medios” es para mí el principio. Con ello argumentamos los actos. Pisoteamos, pasamos por encima, empujamos, engañamos, pagamos, ofrecemos beneficios, golpeamos, dañamos a quien sea por obtener lo que queremos.
La corrupción es la bestia apocalíptica de nuestra generación. Al parecer nacimos bajo ese sistema y de seguir así las cosas, bajo esa marca moriremos.
La corrupción es hoy, no sólo en México sino en todo el mundo, el mayor problema. No es un asunto idiosincrásico, regional o dividido por zonas; la corrupción es un término tan amplio que se encuentra en todos lados. Es corrupción ofrecer dinero para evitar la multa de tránsito, es corrupto obtener beneficios para agilizar el papeleo, es corrupción detener trámites a cambio de dádivas posteriores. Los escándalos financieros, el abuso de autoridad, el desaparecer la crítica o la competencia, son todos casos de corrupción y los podemos ver y vivir a diario.
En un estudio hecho por el INEGI en 2013 se obtuvo un alto índice de corrupción en nuestra sociedad. Ante nuestros ojos, México es un país corrupto. No es mi afán señalar, tan sólo dar un vistazo a los resultados de aquel ejercicio que arrojó que entidades como el Distrito Federal, el Estado de México, San Luis Potosí y Chihuahua fueron las más corruptas del país.
La encuesta midió las experiencias de la población al enfrentar una situación de corrupción. De acuerdo con los resultados, siete de cada diez mexicanos ha tenido contacto con ese tipo de actos, el mayor porcentaje de experiencias fue el tratar con autoridades de seguridad pública que registró un 50.6%, seguido de los trámites que tienen que ver con los temas relacionados con la propiedad (25%).
Y para empeorar el panorama, según una encuesta del grupo Reforma, se dejó saber que el 60% de los mexicanos considera que la corrupción ha crecido en los últimos tres años, los mismos que van del mandato de Enrique Peña Nieto. La mayoría de los mexicanos considera que la causa fundamental de la corrupción es cultural, con 39%, y a este motivo le sigue de cerca la falta de aplicación de la ley, con 34%. Otras causas señaladas son las necesidades/ambiciones económicas de quienes cometen actos corruptos (12%).
La instancia percibida como más corrupta fueron los partidos políticos, que recibieron una calificación de nueve en una escala del cero al diez. A éstos le siguieron el Gobierno Federal y los gobiernos estatales (8.7), los legisladores y los gobiernos locales (8.5), los sindicatos (8.2) y los burócratas (8.1).
Otra pregunta fue si es posible erradicar la corrupción en México. Seis de cada diez de los encuestados dijo que sí es posible y el restante 40% estimó que no.
Corrupción es un término que proviene del latín cuyo origen está en la palabra rumpere: “hacer pedazos”. Y evoluciona en la filosofía, la ética, la moral, el derecho y la sociología hasta llegar al momento de una verdadera degeneración de las costumbres. Es un acto de ofrecer, entregar y aceptar dádivas o regalos para conseguir un trato favorable o benéfico, especialmente si éste es injusto o ilegal.
El país ha crecido. Como quiera que sea, se ha desarrollado a pesar de los actos mafiosos, sin embargo no al ritmo y al nivel que se esperaba. La desigualdad es notable y ofensiva. Creemos que no hay más opciones, que esta manera de hacerlo es la única y que así es como debemos continuar. Al final más vale malo conocido… ¿no?
El primer paso es identificarla; la solución, como lo piensa la mayoría, es cultural y va desde no fomentarla, no enseñarle a los niños y jóvenes a pasar por encima de quien sea a cualquier costo. El fin no justifica los medios. El fin debe ser benéfico para la mayoría y los medios deben ser los adecuados.
Evitemos practicarla. Debemos señalarla, denunciarla y castigarla. Pero por encima de eso, empecemos por llevar a las personas correctas a los sitios adecuados. Durante décadas hemos hecho lo mismo, permitido que nos roben, nos mientan, nos acallen, nos saqueen. Si coincidimos con las encuestas, diremos que los partidos políticos son parte del mismo problema, sin embargo no todos somos iguales. Pueden dudarlo pero esto es porque no nos han dado la oportunidad de demostrarlo.
La corrupción es un mal no necesario, no es intrínseco, no es inherente a las personas. Podemos cambiar. Mejores vientos pueden soplar. Es tiempo de que nos pongamos en Movimiento.