Necesitamos entender la organización de lo social para así poder hacer visible nuestra colaboración con una violencia de género sistemáticamente racializada.
María Lugones
Y terminando con las distintas reflexiones hechas desde esta columna en torno al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, cerramos estos cuatro textos con una discusión interesante sobre la propuesta de reformar el código penal de Aguascalientes presentada por la diputada Sylvia Garfias, para que el feminicidio sea un delito autónomo y no sólo una agravante de homicidio como actualmente consta.
Si la justicia tiene como objetivo darle a cada quien lo que le corresponde, entonces es necesario reformar las leyes y establecer el feminicidio como un delito autónomo. La justicia no sólo responde a los acontecimientos actuales, aunque sí a los hechos concretos, además, la justicia responde a las razones históricas que pretenden ser borradas como casos aislados o individuales, el estado pretenden borrar estas razones cuando establecen que el feminicidio no puede ser un delito autónomo, al no reconocerlo imponen y perpetúan además de la violencia, legitiman cierta “normalidad naturalizada” de odio hacia las mujeres que ignora los efectos contundentes e irreversibles que dan muerte a un grupo de personas bastante significativo, por una causa, ser mujer.
Dice la teórica feminista e investigadora argentina María Lugones que “Los casos de femicidio aumentaron de manera preocupante este año. ¿Por qué sucede esto? El femicidio tiene que ver con la devaluación total del trabajo y de los cuerpos que antes producían plusvalía y ahora no valen nada. Cuerpos que todos sus orificios pueden ser accedidos sin permiso y se les pueden cortar sus órganos y venderlos y meterles drogas para que las pasen por las fronteras, y pueden meterles los embriones de otra gente que tiene mucha plata”.
Si analizamos los casos feminicidas cometidos en Aguascalientes podremos darnos cuenta que son contra una clase y un origen de mujeres, meseras, trabajadoras sexuales, domésticas, cajeras de supermercados, jóvenes estudiantes y migrantes, mujeres solas que transitan de una ciudad a otra, un alto porcentaje de estos feminicidios son cometidos por sus parejas o exparejas, pero también son cometidos por varones que las miran por primera vez y que después de cometer los atroces actos que dan muerte a una o varias mujeres continúan su vida cotidianamente, como si no hubieran hecho nada, como si supieran de antemano que el brazo de la ley y la justicia ni siquiera los voltea a ver. ¿Por qué los feminicidas piensan eso de la ley?
Precisamente porque el estado y quienes imparten justicia invisibilizan un acto histórico estructural cometido contra las mujeres. Particularmente, ciertos grupos de mujeres, las que menos estudios tienen, las más jóvenes, las de trabajos más precarios como meseras, costureras, jornaleras y desde luego las racializadas, las no blancas y entre ellas las indígenas y migrantes. Así es como el sistema de justicia patriarcal impone y preserva la apropiación de las mujeres, cualquier varón puede tener acceso a ellas, cualquier cantidad de vejaciones son posibles porque la justicia y la ley se niega y omite que son delitos cometidos hacía mujeres por hombres que consideran que ellas valen menos, que les pertenecen, que son de su propiedad y se sienten con permiso tradicional argumentado desde la ciencia biologista, para causar violencia hacia esos cuerpos.
El sistema heterosexual, racista y patriarcal tiene muchas trampas y recovecos para mantener las posiciones de superioridad e inferioridad entre hombres y mujeres a través de la dominación y así mantener intacto su poder. Veamos, durante la segunda guerra mundial murieron millones de personas en los campos de concentración, hombres y mujeres, pero había una característica importante que no se podía omitir, en esos campos de concentración murieron personas que eran judías, fue innegable que había una causa profunda, estructurada que miraba con desprecio histórico a un grupo de personas, nadie puede negar hoy en día el genocidio cometido en Alemania, nadie puede no mirar las causas estructurales de odio hacía un pueblo aunque quienes murieron tuvieran distintas nacionalidades, había algo que no se veía pero que existía y la justicia tuvo que palpar y reconocer, el antisemitismo y el genocidio.
Al igual que los crímenes en contra de personas pertenecientes a grupos de la diversidad sexual, son crímenes de odio por lesbo, homo y transfobia, y el estado se niega a reconocer que hay una razón de odio por una condición de discriminación específica, lo mismo ocurre con los miles de prisioneras y prisioneros en las cárceles de los Estados Unidos cuyo origen es afrodescendiente o migrante centroamericano. Estos son algunos ejemplos de cómo el estado encubre prácticas de dominación histórica y sistemática hacia grupos que para el estado mismo, no valen nada.
Los feminicidios, además de ser un acto que busca perpetuar la dominación contra las mujeres las ubica en una escala sin valor, como dije, son las mujeres pobres, racializadas, las que no valen, las que sus familias no tendrán recursos para luchar por la justicia y así se conserva el orden de valor jerárquico entre los cuerpos.
Lamentablemente diputadas y diputados locales, poco o nada saben del tema y esto es un reflejo del sistema de justicia que tenemos en México, la ineptitud nos gobierna. Se esconden en los recovecos de la argumentación legaloide para mantener una realidad atroz a la sombra, las consecuencias de la misoginia en la sociedad. ¿De verdad es muy difícil probar que la violencia ejercida que cause la muerte intencional de una mujer es cometida por odio? O será que quienes legislan prefieren seguir manteniendo el privilegio de raza, clase y sexo que tienen sobre los miles de mujeres que gobiernan.
@Chuytinoco
“En cuentos en verso para niños perversos” de Roal Dahl, Editorial Alfaguara,en la pàgina16 se caricaturiza un FEMINICIDIO, “…¡Ordeno que le corten la cabeza! Se la cortaron de un solo tajo y el prìncipe dijo: “Buen trabajo. Asì no està tan fea”…” , Ilustraciones de Quentin Blake. ¿podrìamos meter a la càrcel a estos dos? o sacar de circulaciòn todo libro misògino y racista.¿què piensan?. ¿Chuy querida crees que alcanzarìan las càrceles manita?…
Muchas gracias por tu columna, me gusta mucho.