Hay obras musicales que por su grandeza, su influencia y su impacto social son reconocidas por el número que ocupan dentro del catálogo de un compositor, por ejemplo, si decimos “la novena”, a pesar de que hay grandes novenas como “La Grande” de Schubert, o la inacabada, pero inmensa de Bruckner, el trovador de Dios, o la imprescindible novena de Mahler, que para un servidor es el compendio de la vida, del universo, la novena de Mahler abarca todo, es una sinfonía inmaculada, pero mejor ahí le paro, porque cuando hablo de Mahler pierdo la compostura y tampoco se trata de carecer de objetividad. Hay grandes novenas, la de Dvôrak, conocida como “la del Nuevo Mundo”, la de Shostakovich y otras más, pero sin duda, a la única a la que con toda justicia podemos llamarle “la novena” es a la de Beethoven, esa es la novena por excelencia y cada vez que hagamos referencia a ese término, nos estaremos refiriendo al último capítulo del corpus sinfónico del “divino sordo”.
También hay varias quintas que con toda justicia pueden reclamar ser reconocidas simplemente como “la quinta”, la de Dmitri Shostakovich, la de Tchaikovski, otra vez Mahler, cuyo adagietto es sin duda, uno de los pasajes musicales más tristes concebidos por el genio creativo. Por supuesto, la de Beethoven es quizás la más conocida.
Pero si nos ubicamos en las más grandes “sextas”, ahí si que hay más competencia, por lo menos hay tres inmensas que con todo merecimiento reclaman el derecho de ser reconocidas como “la sexta”, la de Tchaikovski, “Patética”, la de Mahler, “Trágica”, y la de Beethoven, “Pastoral”. El compositor Alban Berg, perteneciente a “la nueva escuela vienesa”, dijo en alguna ocasión: “A pesar de la Pastoral, no hay más sexta que la Trágica”, ¿será?, no lo sé, esto ya depende mucho de nuestros gustos y preferencias, lo que es un hecho incuestionable es que estamos hablando de las tres “sextas” más grandes que se han compuesto históricamente. Las tres la “Patética” de Tchaikovski, la “Trágica” de Mahler, y la “Pastoral” de Beethoven, son obras descriptivas, y de las tres, esta última es la única optimista, de hecho, es una de las pocas sinfonías, no sólo de Beethoven, sino en general de todo el repertorio sinfónico, no sé si la única, no me atrevería a afirmarlo, que no tiene un solo movimiento lento, los cinco en los que está estructurada son ágiles y alegres, el segundo, un Andante Molto Moto, dista mucho del recogimiento y carácter reflexivo de un adagio, por ejemplo.
Esta impresionante “Pastoral”, a la que sin inhibiciones podemos llamar “La Sexta”, fue la sinfonía de Beethoven programada para esta quinta fecha de la primera temporada de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. El programa lo completó la Obertura Der Freischütz de Carl Maria von Webern; el concierto para saxofón alto y orquesta: “Opussax” No.1 del maestro Guido Alfonso Medina Rivera, la interpretación estuvo a cargo del saxofonista Ernesto Treto Mota. Es una obra de características descriptivas basada en el contexto más ortodoxo del jazz, el primer movimiento se llama “Buenos Aires – Broadway – Chinatown”, el segundo se llama “New Orleans – In Hollywood -The return”, el tercero y último es “Sahara – Hispánica – Celtic Spirit”. La estructura es la normal de un concierto, es decir, movimiento rápido, lento, rápido con una muy bella cadencia en el segundo ejecutada muy dignamente por el maestro Ernesto Treto Mora, que en general nos ofreció una interpretación excelsa y muy limpia de esta partitura, evidentemente es una composición impregnada de jazz con todo lo que esto significa, por ejemplo, la inclusión de una batería en la generosa orquestación que nos propone el compositor.
Definitivamente no es frecuente encontrar este repertorio en los programas de las diferentes orquestas, sin embargo, ese indispensable incluirlo porque esto nos permite a abrir nuestros horizontes musicales y entender que las tendencias actuales a juntar en una sola expresión dos lenguajes aparentemente irreconciliables, es posible, además de necesario y porque definitivamente este repertorio contemporáneo merece las mismas oportunidades de las obras de los grandes maestros de la música.
La sinfonía sexta, o simplemente “la sexta” para referirnos a la “Pastoral” de Ludwig van Beethoven fue la obra con la que se cerró el quinto concierto de temporada y la que sin duda convocó a un buen número de asistentes al Teatro Aguascalientes. Es una de las obras cumbres del sinfonismo universal y que rompe con la errónea creencia de que las mejores sinfonías de Beethoven son las de numeración impar, en realidad las mejores sinfonías son las nueve que compuso.
Buen trabajo de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, buena lectura del maestro Revueltas de esta partitura, pero es imposible ignorar un corno desafinado, principalmente en el último movimiento, pero en general, fue una interpretación muy decorosa.
Para la próxima semana, en el sexto concierto de temporada, disfrutaremos de dos monumentales partituras, la Sinfonía No. 7 en La mayor, Op. 92, esa de la que Richard Wagner dijo que era “la apoteosis de la danza”. En este mismo programa escucharemos la Sinfonía No. 8 en Fa mayor, Op.93, de la que en alguna ocasión el propio Beethoven reconoció como su sinfonía favorita, claro, esto lo afirmó antes de componer la novena. El director para este concierto es el maestro Román Revueltas.
La cita con su majestad la música es el próximo viernes 6 de marzo a las 21:00 horas. en el Teatro Aguascalientes, la casa de la Orquesta Sinfónica, por ahí nos veremos, si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.