Cada nombre que se inscribe en el Salón de sesiones Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes del Congreso del Estado nos comunica una honda convicción histórica que nos emplaza al compromiso, nos convoca a profesar el sentimiento patriótico y a patentizar un alto reconocimiento hacia personas e instituciones que han dejado profunda huella en el devenir del estado y la nación.
Don Alfonso Reyes sostenía que “la emoción histórica es parte de la vida actual y, sin ella, nuestros valles y nuestras montañas serían como teatros sin luz”. Ciertamente, este día, se despliega y enriquece nuestra emoción histórica, con el nombre: 2015, Centenario de la Fuerza Aérea Mexicana.
En particular, el instituto armado del aire hunde sus raíces en la Revolución mexicana. El 5 de febrero de 1915, el primer jefe del Ejército Constitucionalista, al confirmar las enormes posibilidades de la aviación en campaña, expidió el decreto de creación del Arma de Aviación Militar, lo cual redundó en el origen de la Fuerza Aérea Mexicana.
En consecuencia, este año se celebra el aniversario número 100 de su fundación. A lo largo de su historia, la Fuerza Aérea Mexicana ha prestado enormes y tangibles servicios a la patria. Ha sido piedra angular en la misión de salvaguardar la soberanía nacional y la seguridad interior. Sus aportaciones han nutrido al bienestar de la sociedad en su conjunto.
El presidente Juárez, medio siglo antes del nacimiento de nuestra Fuerza Aérea, había proscrito un ejército de confección imperialista. Tiempo después, el ejército del autoritarismo porfirista, que sirvió al usurpador, se disolvió por la firme disposición de Venustiano Carranza de reconstruir el orden constitucional del país.
Así, germina un nuevo ejército, popular en su origen y, por ello, esencialmente ajeno a despotismos. Surge del pueblo y para el pueblo. Orgánicamente vinculado a una revolución cuya vocación democrática es la reivindicación de los derechos sociales. Para esta causa nacen nuestras Fuerzas Armadas, con el deber de defender la soberanía nacional, las leyes y las instituciones de la patria.
La ciudadanía siente un gran orgullo por la Fuerza Aérea Mexicana, la cual se distingue por la solidaridad, la honestidad y la clara hermandad con el pueblo. Los hombres y mujeres que la integran no han limitado sus esfuerzos para brindar su más entregado apoyo a los connacionales cuando enfrentan situaciones de riesgo y adversidad.
Ha estado siempre en primera línea en misiones de ayuda y asistencia a la población en situaciones de contingencia. Como botón de muestra, en septiembre de 2013, en respuesta a los desastres ocasionados por los fenómenos naturales de los huracanes Ingrid y Manuel, se puso en marcha el puente aéreo más grande en la historia de nuestro país. Gracias a la competencia, habilidades y destreza del instituto del aire se logró trasladar a más de nueve mil personas y más de mil quinientas toneladas de víveres. Como un merecido reconocimiento en el ámbito internacional, la Fuerza Aérea Mexicana es miembro permanente del Sistema de Cooperación de las Fuerzas Aéreas Americanas.
Los valores norman el pensamiento y la conducta del piloto mexicano. Estos son: lealtad, disciplina, honor, patriotismo, abnegación, honradez, espíritu de cuerpo y valor. Su cumplimiento le ha permitido a la Fuerza Aérea trascender a lo largo de la historia contemporánea de México y convertirse en una institución sólida, poniendo de manifiesto su lealtad y su compromiso al servicio de la patria.
Señoras y señores:
Celebramos que el nombre de esta venerable institución, pilar de nuestras Fuerzas Armadas, esté inscrito en este Salón de Plenos. El nombre: 2015, Centenario de la Fuerza Aérea Mexicana, permanecerá aquí como un reconocimiento colectivo del pueblo de Aguascalientes a su patriótica labor. Este hecho, para trascender, más que un acto protocolario o meramente simbólico que inerte quede en los muros de este recinto, debe constituir un esfuerzo pedagógico y aleccionador ante la ciudadanía y, en especial, ante las nuevas generaciones, porque estamos exaltando valores intensamente patrióticos: independencia, soberanía, justicia y democracia, que son la base de nuestra cohesión e identidad como nación.
Los tres poderes públicos de Aguascalientes aceptamos ser procuradores de la renovación del patriotismo, ser el crisol que alumbre el fortalecimiento de la vida cívica y los valores republicanos. Que ésta, la convicción de patria y el deber cívico, no sea retórica ni se diluya como un anacronismo perdido en el vaivén de una prosaica modernidad, que tiende a minimizar y hasta frivolizar la rebeldía, para convertirla en anécdota de protesta y gritos.
Por ello, hagamos que la inconformidad sea fuerza de solidaridad y unión. Que la energía de renovación construya los cauces de las causas del pueblo y del ciudadano.
Ya nos han advertido diversos pensadores: evitemos despertar al México bronco, el desbordamiento de la violencia por la justa ira social ante las enormes e intolerables desigualdades de la extrema pobreza y la extrema opulencia; tampoco permitamos convivir pasivamente con la salvaje brutalidad criminal que contamina y depreda tejido social, legalidad, seguridad pública y credibilidad institucional.
Por el contrario, forjemos las condiciones y la certeza para fortalecer y enriquecer nuestra identidad nacional y comunitaria para asumir a plenitud nuestra vinculación con la humanidad y responder con eficacia a los desafíos económicos y culturales de la globalización.
Que nadie se equivoque: la única autoridad legítima es fruto de la autodeterminación del pueblo soberano. Nuestro pacto social nos constituyó en una república representativa, democrática, laica y federal.
Salvaguardar la soberanía de México no sólo es misión de nuestras Fuerzas Armadas, es también participar activamente como ciudadanos, ampliando nuestra democracia, cumpliendo con las leyes y fortaleciendo las instituciones que nos heredaron los forjadores de la patria.
A todos corresponde sumar esfuerzos para defender la soberanía, la paz social y la justicia social, ya que en esencia la seguridad nacional es y debe ser la recreación continua de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Conduzcamos el porvenir enriqueciendo un México de todos, con todos y para todos.
Si sabemos inculcar el amor a la patria y la comprensión de nuestra historia en las nuevas generaciones, en la niñez y la juventud, habrá de germinar la semilla de ciudadanos más respetuosos y tolerantes, que no pasivos; una sociedad más participativa, porque sabe demandar y proponer críticamente; pero también solidaria, porque posee mayor sentido de comunidad, de pertenencia y de compromiso con todos los conciudadanos.
Tal como nos enseña con sus valores y su ejemplo la Fuerza Aérea Mexicana, reforcemos reciamente el espíritu de cuerpo como nación y como sociedad de iguales para robustecer enérgicamente nuestra diaria convivencia para, juntos, enfrentar y resolver los retos, hasta hoy anhelos, que son comunes a todos: la convicción del Derecho, la honestidad ciudadana, la responsabilidad social y la ética pública.
Invitemos a toda la nación al mayor conocimiento de nuestra historia, que no sólo es pasado sino vibrante presente, y elevar la comprensión de los valores culturales, cívicos y políticos que son pilares de la República. Apreciemos la virtud patriótica de nuestras Fuerzas Armadas, las cuales con hechos y conducta acreditan trabajo, honor y lealtad a nuestro pueblo.
Reproduzcamos su ejemplo. Vivamos la emoción histórica que nos comunica México.
*Mensaje pronunciado el 20 de febrero en la Sesión Solemne del H. Congreso del Estado.