Antes de comentar con ustedes el cuantioso gasto de recursos públicos que representa la puesta en escena de los procesos internos tan mal actuada por los dirigentes de los partidos políticos durante la etapa electiva denominada “precampaña”, permítanme comentar brevemente que este fin de semana he pasado por testigo mudo entre las caminatas larguísimas de miles de fieles de la virgen de San Juan de los Lagos, he atestiguado el gesto de cientos de rostros envueltos en la fatiga que expresan sonrisas de satisfacción al cumplir la promesa de presentarse en cuerpo y alma entre de los atrios de aquella imagen por cuatro siglos venerada y bendición de peregrinos y miles de comerciantes de la región alteña del estado de Jalisco.
El enorme atrio que rodea a la catedral de San Juan de los Lagos, construida en 1672, resulta sofocante al contener la marea humana que anualmente acude a celebrar la fiesta religiosa de la Candelaria y cuya estructura de cruz latina del templo seguramente reciente sobre sus pisos de madera el fuerte y doloroso paso de visitantes que se afanan para acercarse todo lo posible hasta al camarín que protege celosamente el Sacristán de la virgen de San Juan. Ataviado con un viejo gabán y sombrero ranchero desde lo alto del último piso del hotel más céntrico de San Juan, tomé la pluma y escribí.
El Instituto Federal Electoral aprobó el tope de gastos de precampaña para la elección de un diputado federal en 2012 y lo fijó en 162 mil 536 pesos, tres años después, el tope de gastos de precampaña fijado ahora por el Instituto Nacional Electoral, para la elección de diputados en 2015, alcanzó la cifra de 224 mil 74 pesos, este acuerdo representa un notable incremento del 30% en el gasto público y privado en un periodo de tres años.
Sólo para dimensionar ese aumento en el gasto que podría considerarse un agravio para el grueso de la población en todo el país, podemos hacer una comparación con el incremento en el Salario Mínimo para la zona A en el año 2012, el cual se fijó en $62.33 pesos, mientras que para el año 2015, quedó fijado en $70.10 pesos, lo cual representa apenas un 11% de aumento en un periodo de tres años. Por supuesto que el deterioro de la calidad de vida de los mexicanos es mucho mayor que el de los partidos políticos.
Es evidente que el gasto del Instituto Nacional Electoral y los partidos políticos en general han venido presentando incrementos sustantivos que difícilmente podrían ser justificados en función del cumplimiento de sus objetivos, es un gasto superfluo que la nación no debería seguir soportando. Y éste es uno de los temas que debieran abordarse en los debates de reformas legales en la materia electoral; sin embargo, al igual que las peregrinaciones al santuario de la Virgen de San Juan de los Lagos, los ciudadanos apenas tenemos oportunidad de atestiguar, mudos, el celo con que el Sacristán del Congreso del Estado de Aguascalientes guarda las señales divinas y como impide a los fieles del pueblo acercarse demasiado a la virgen para pedirle que les haga un milagro.
Las precampañas de los partidos políticos, que iniciaron el pasado 10 de enero y concluirán el próximo 18 de febrero, además de ser una auténtica farsa, resultan un tremendo fraude social; no sólo para la militancia de los partidos, sino para la ciudadanía a la que se pretende engañar con una puesta en escena de tan mala calidad. Lamentablemente, como producto del fraude, la ciudadanía se ausentará de las urnas.
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